Por Amelyren Basabe / Redacción Mazo
Aparentemente, la solución a todos nuestros problemas en América Latina está en la industrialización, es decir, en producir en nuestros países un desarrollo moderno. Sin embargo, la historia de nuestra región, especialmente en el siglo XX, muestra que intentar imponer en nuestras realidades esto es justamente la causa de nuestro subdesarrollo. Pero, ¿cómo comenzó todo?
Pues bien, ante la necesidad de obtener ingresos, nuestros países optaron por ingresar en el mercado mundial como productores de materia prima. Paralelamente, países como Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y Francia habían iniciado desde el siglo XVIII su primera Industrialización y entendían que, para aumentar su producción tenían que expandirse. Este proceso bastó para pasar de la manufactura a la producción de grandes maquinarias y fábricas.
A principio del siglo XIX, cuando nuestros Países se estaban emancipando, Inglaterra ya había pasado de la primera a la segunda Industrialización; primero la industria ferrocarrilera y luego la producción de grandes barcos a vapor. Los ingleses estaban interesados en nuestra independencia; porque, una vez libres de España, éramos un mercado fértil para comprar sus productos terminados y además podíamos ser proveedores de materia prima para su industria.
Al mismo tiempo, Estados Unidos comprendió, rápidamente, que en materia de desarrollo industrial, era más rentable convertirnos en consumidores de sus mercancías y automáticamente éramos sus proveedores, porque era lo único que teníamos para pagar sus mercancías. En ese entonces (siglo XIX) la única manera de entrar al mercado mundial como productores de mercancías elaboradas, implicaba tener lo que no teníamos: la industria.
Para ese tiempo, estábamos apenas en una fase de manufactura, como consecuencia de estar inmersos dentro de una gran invasión colonial que nos llevó a ocuparnos, en principio, a independizarnos, mientras ellos (Inglaterra, Estados Unidos, Francia y Alemania) desarrollaban sus industrias y procesos de fabricación a gran escala.
Ahora bien, el problema surgía cuando algún país latinoamericano quería tener industria, por que no sólo no tenía capital para ello, por los costos que implicaba, sino que tampoco teníamos acceso al conocimiento técnico y la maquinaria para producirla. Desde el principio estuvimos obligados a comprarles desde la mercancía hasta la industria y la tecnología con la cual producir para el consumo interno. ualquier intento de independencia económica durante el siglo XX fue ahogado por Golpes de Estado propiciados por el imperio de turno.
Teniendo en cuenta que el desarrollo no ha sido propiciado sólo por la ciencia, la técnica y la industria, sino también por la explotación del trabajo humano y de los países del tercer mundo; decimos que el progreso moderno, no sólo nos ha subdesarrollado, sino que ha producido una expansión desigual entre los países capitalistas de primer mundo y los de tercer mundo. Esto es que, desarrollándose ellos, a nosotros nos han subdesarrollado. Este es el tipo de crecimiento desigual que el capitalismo ha producido en nuestra región.