Es un hecho notorio que las medidas coercitivas unilaterales implementadas por Estados Unidos, con el apoyo de la Unión Europea, han afectado gravemente la seguridad alimentaria de Venezuela, y no se trata de un efecto colateral, sino que forma parte de las estrategias que buscan debilitar al gobierno en funciones con el fin de producir un cambio de régimen.
Durante varios años la investigadora Clara Sánchez ha seguido de cerca las causas y desarrollo de esta situación, así como sus consecuencias en la sociedad venezolana. En ocasiones anteriores, hemos reseñado trabajos de ella que reflejan hasta qué punto ha sido crítico el golpe de las sanciones ilegales a la producción e importación de alimentos, y a la nutrición de la población. En esta oportunidad, revisaremos una publicación con datos que indican que el país está logrando revertir la tendencia, mostrando signos de recuperación en el ámbito alimentario.
La guerra que nos trajo hasta acá
La autora comienza recordando las causas que nos trajeron a episodios de complejos retos para la seguridad alimentaria en Venezuela, y que no deben pasar desapercibidos porque, de lo contrario, se restaría importancia a los esfuerzos hechos para revertir el proceso de deterioro.
En ese sentido, Sánchez cita la cantidad de sanciones ilegales emitidas contra la economía, el comercio y las finanzas venezolanas. Se trata de 927 medidas coercitivas unilaterales que pesan sobre la República Bolivariana de Venezuela al día de hoy, lo que ubica a la nación entre el quinto y sexto puesto de los países más sancionados del mundo, dependiendo de la fuente que se consulte.
Durante los últimos ocho años y de manera ininterrumpida, estas acciones han ido creando fisuras considerables en la economía nacional, sobre todo porque el objetivo central de ataque es la industria petrolera, que es la principal fuente de generación de ingresos monetarios de Venezuela.
«(…) las sanciones han impedido a la primera reserva mundial de petróleo, la producción de 3 mil 995 millones de barriles, perdiendo ingresos estimados en USD 232 mil millones, solo en el sector petrolero», reseña Clara Sánchez de los datos compartidos por el presidente Nicolás Maduro en la presentación de su Memoria y Cuenta 2023.
En relación al impacto del bloqueo sobre las actividades no petroleras, que involucra las inversiones de capital y la compra de materias primas, las pérdidas alcanzan los 642 mil millones de dólares. Si tuviésemos que dimensionarlo en pérdidas diarias, daría un promedio de 411 millones de dólares perdidos cada día.
Como mencionamos anteriormente, es necesario conocer la gravedad de la estrategia en contra del país para no dejarse confundir con los seudoanálisis que difunden corporaciones mediáticas, organizaciones y gobiernos occidentales de la situación venezolana, en los cuales se omite a propósito el factor del bloqueo para acusar al gobierno del presidente Maduro de las cifras negativas de los últimos años.
En el caso del sistema agroalimentario nacional, la campaña antivenezolana internacional se ha apoyado en los efectos que tienen las sanciones ilegales sobre la seguridad alimentaria para justificar, con una supuesta intervención «humanitaria», la injerencia extranjera.
Producción nacional toma impulso
Desde principios del año pasado, organismos internacionales han estado advirtiendo el cambio en la tendencia de la economía venezolana. El Fondo Monetario Internacional (FMI), por ejemplo, estimó en abril de 2022 que el país tendría un crecimiento de 1,5%. Seis meses más tarde, subió su estimación a 6%. Por otro lado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó a principios de año que el crecimiento sería de 3%, y a finales de año su proyección aumentó hasta 10%, lo que ubicó a Venezuela en el segundo puesto de países con mayor crecimiento de la región.
El Banco Central de Venezuela confirmó las proyecciones con la publicación de datos oficiales sobre el crecimiento económico de 2022. Entre enero y septiembre de ese año, hubo un crecimiento de 17,73%, mientras que al cierre de año, el promedio estuvo alrededor de 15%.
El contexto del conflicto entre Rusia y la OTAN, que desencadenó en febrero del año pasado la operación militar especial en Ucrania, ha tenido una influencia significativa en la recuperación de los números económicos de Venezuela. Estados Unidos y la Unión Europea tomaron como estrategia de presión la adopción de varios paquetes sancionatorios en contra de la exportación de recursos energéticos rusos, entre otros rubros, en un intento de quebrar la economía del país euroasiático. Aunque la medida no ha impedido que Moscú consiga mercados para poner en venta sus recursos, sí ha aumentado en Occidente (en especial en Europa) la necesidad de conseguir otras fuentes de energía y ha producido un alza en los precios del mercado. Esto explica que Venezuela haya sido el segundo país de su región que registró las mayores alzas del valor de exportación, según datos que expone Clara Sánchez citando a la CEPAL.
Yéndose a datos más específicos, la autora escribe sobre el crecimiento agrícola y su relación con la reactivación de la industria petroquímica, particularmente de Pequiven, estatal venezolana que produce fertilizantes y otros insumos para la producción de alimentos. De enero a septiembre de 2022, la agricultura creció un 4,84%, y ocupó 5,28% del total del PIB. También hubo una mejoría en las actividades manufactureras vinculadas a la elaboración de alimentos y bebidas.
El reimpulso de la Gran Misión AgroVenezuela fue fundamental para darle vitalidad a la producción nacional de alimentos, destaca Sánchez. En 2018 hubo el pico más bajo en este ámbito, y fue a partir de 2019 que comenzó a percibirse un aumento progresivo en la producción de alimentos, el cual ha seguido hasta hoy, cuando ya se contabiliza en 18 millones de toneladas de alimentos primarios.
«Por supuesto, no alcanza aún la producción normal antes del bloqueo, y menos, los más altos registros del país logrados por la misma Revolución Bolivariana», dice Sánchez.
Otros datos que indican una mejoría en el panorama alimentario de Venezuela:
- Los alimentos distribuidos por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) están compuestos casi exclusivamente por producción nacional. Los números lo reflejan así: los productos nacionales incrementaron de 10% en 2018 a 61% en 2019. Dos años más adelante, el incremento alcanzó 91%.
- El abastecimiento nacional de alimentos para la población venezolana percibió una mejoría de 85% entre 2018 y 2022. Al cierre del año pasado, se posicionó en 97%, destacando el aumento de la disponibilidad nacional de las proteínas, que llegó a 78,3%.
- «Esta recuperación también se ha complementado con la importación de materias primas alimentarias y alimentos procesados, que entre 2021 y 2022, se realiza exclusivamente por el sector privado», escribe Sánchez. La importación en el sector agroalimentario representa 4 millones de toneladas de alimentos para el país.
- Los programas sociales como los CLAP y el Plan Venezuela Libre de Vulnerabilidad Nutricional, reforzaron las tareas para la protección de los grupos más vulnerables ante el asedio económico. Una decisión del gobierno nacional que ha logrado que, en cinco años, de 2017 a 2022, 7 millones de personas (21,4% de la población venezolana) superen el déficit nutricional.
- En 2022, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, sus siglas en inglés) expuso que el Índice de Prevalencia de Subalimentación en Venezuela (IPS) disminuyó en 2021 a 22,9 % de la población (6,5 millones de personas).
- El último dato expuesto sustenta dos conclusiones, explica Sánchez en su artículo: la primera es que hay una determinación por parte de Estados Unidos de llevar a la población venezolana a un estado de inanición total solo para tener la excusa de presionar internacionalmente por un cambio de régimen; la segunda es que las sanciones «sí tienen un impacto proporcional en la insuficiencia alimentaria del país».
Recuperación en medio de una crisis alimentaria global
Hay que poner los signos de recuperación en el contexto global. Justo el año pasado, la seguridad alimentaria y energética decayeron precipitadamente a raíz de la escalada en el conflicto de la OTAN contra Rusia. Las sanciones occidentales han provocado escasez de alimentos, energía y fertilizantes, provocando una crisis de seguridad alimentaria, y las personas más pobres han sido las más afectadas.
Factores como las interrupciones en las cadenas de suministro están frenando la recuperación de la economía mundial. La crisis de Ucrania y el endurecimiento de las medidas económicas, financieras y comerciales contra Rusia han provocado la congestión en los puertos y el cierre del espacio aéreo, lo que ha aumentado la presión sobre el transporte marítimo, aéreo y terrestre. La escasez continúa ampliándose en sectores como semiconductores, alimentos y energía, que durante mucho tiempo han dependido del transporte marítimo transfronterizo.
Por lo que el hito de la recuperación económica y alimentaria venezolana es doblemente notable. El gobierno del presidente Nicolás Maduro ha sabido manejarse estratégicamente en un ambiente de asedio directo en su contra y condiciones globales de guerra para restaurar el flujo y consumo de alimentos de la población venezolana.
Ene 2023