Por Alfredo Serrano Mancilla
Lo que está sucediendo políticamente en México contradice las voces que pregonan que el tiempo de la izquierda en América Latina ha terminado. Después de casi dos mil días de gobierno, el presidente AMLO goza de un gran apoyo ciudadano.
Después de casi dos mil días de gobierno, el presidente AMLO goza de un gran apoyo ciudadano. Su imagen positiva, según el promedio de todas las encuestas publicadas, oscila entre 58% y 65% (véase el gráfico 1 CELAG DATA). Y todo apunta a que su movimiento, MORENA, será el gran vencedor en las elecciones presidenciales del próximo 2 de junio. La ventaja de Claudia Sheinbaum sobre su principal competidora, Xóchitl Gálvez, se sitúa alrededor de los 25 puntos (véase el gráfico 2 CELAG DATA).
Además, actualmente, MORENA gobierna en el 20% de los municipios (514 de 2.470); en el 66% de los Estados (21 de 32, incluyendo Ciudad de México); tiene mayoría en Diputados y Senadores; y es más que probable que mejore estos números en la próxima cita electoral.
Es innegable que en México se ha conformado un nuevo bloque hegemónico.
¿Cómo se ha logrado?
Se podrían destacar los siguientes rasgos constituyentes:
Lo principal es que se mejoró la vida cotidiana de la gente al mismo tiempo que se cuidó el balance macroeconómico (véase cuadro 1 CELAG DATA para más detalles).
Se partió de un proyecto político con perspectiva histórica (la Cuarta Transformación, 4T) y con horizonte de futuro; cargado de símbolos y valores; reivindicando el orgullo de ser mexicano; y con el humanismo como eje central.
Con una praxis política audaz ante cada adversidad; con un pragmatismo relativo sin retroceder en las convicciones; con alianzas tácticas sin desorientarse estratégicamente.
Confrontando con los poderes fácticos sin rodeos: con el poder mediático, con las transnacionales presentes en sectores estratégicos, con la vieja clase política neoliberal, con la monarquía española, con el Departamento de Estado estadounidense, etc.
Se llevó a cabo una política de comunicación directa, sincera, sin moderación, instalando ‘agenda’ a diario (a través de las Mañaneras), muy alejada de lo que dicen los manuales mainstream del marketing político.
Una política exterior soberana, muy activa y protagónica, mirando al Sur (véase por ejemplo su posición en Perú a favor de Pedro Castillo, su rol en el rescate de Evo en Bolivia, su relación con Cuba, su defensa de la no injerencia en Venezuela, su apoyo a Petro en Colombia) y sin descuidar su relación inevitable con su vecino del Norte.
El liderazgo de AMLO no ha supuesto un freno para el crecimiento de MORENA. Todo lo contrario. Se ha conseguido generar sinergia. Hoy en día, este es el espacio político con más valoración positiva en toda América Latina (con valores cercanos al 40%).
Y, por último, el debate político prevalece en cada disputa electoral. El mejor ejemplo de esta visión es lo ocurrido hace pocos días: en el marco del 107 aniversario de la Constitución y en pleno periodo electoral, AMLO planteó la necesidad de una reforma constitucional para recuperar el espíritu de la de 1917, reparando todos los cambios hechos en los años neoliberales. Su planteamiento es que la gente no debe votar por nombres y apellidos. Hay que hacerlo por ideas y propuestas, y por ello, ha formulado la necesidad de: a) no permitir que el aumento al salario mínimo sea menor al de la inflación, b) reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de derecho público, atendiéndolos de manera preferente, c) reafirmar el derecho a la pensión de adultos mayores a partir de los 65 años y aumentar el monto anualmente, d) prohibir en el territorio nacional la extracción de hidrocarburos mediante el fracking, e) elección directa para las autoridades del Poder Judicial, f) convertir en política de Estado la austeridad republicana (luchando contra la corrupción, eliminando privilegios tributarios de unos pocos, prescindiendo de gastos públicos onerosos, injustos e ineficientes), g) otorgar becas a estudiantes de familias pobres de todos los niveles y h) garantizar atención médica y gratuita a todos los mexicanos, sólo por mencionar algunas.
Así, con estas y otras fortalezas, este espacio ideológico se ha consolidado como centro de gravedad de la política mexicana.
Y, a partir de ahora, su principal reto no será ganar las elecciones, porque las ganará con cierta comodidad. Su verdadero desafío, hacia delante, estará en sostener la hegemonía sin que se resquebraje la unidad, porque cuando se logra ser hegemónico el riesgo consiguiente es que afloren las disputas internas. Ojalá que no.
FUENTE CELAG
MAYO, 2024.