"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

A una Década de La Presidencia de Nicolás Maduro: 10 Hitos

El presidente Nicolás Maduro ha cumplido 10 años de haber sido electo en el cargo por primera vez. Sin lugar a dudas, su permanencia es de por sí un hito sumamente significativo dando por descontados todos los eventos que han adversado su investidura, a las instituciones venezolanas y a la sociedad.

Este aniversario demanda un análisis al detalle de los aspectos más relevantes de este periplo. Lo que sería también, y por defecto, una síntesis sobre la realidad venezolana, la situación nacional como un país bajo asedio y la forma en que el gobierno de Maduro ha prevalecido, contra muchos pronósticos.

1. El 14 de abril

La elección presidencial del 14 de abril de 2013 estuvo precedida por la muerte del Comandante Hugo Chávez. El clima político nacional estaba plenamente delineado por el estado socio-anímico del desconcierto. En una corta carrera electoral, el chavismo se comprometió a desarrollar una campaña política que debía ser eficaz.

A diferencia de las demás elecciones que habían precedido, esta demandaba el recordatorio constante de Chávez, pero Maduro también debía ser situado en el liderazgo político como una figura con cualidades propias.

Aunque Nicolás Maduro había desempeñado funciones como presidente del parlamento y canciller de la república, no era un líder electoral de talla nacional. Su principal punto de fuerza fue haber sido delegado por Chávez para conducir al país en caso de su ausencia.

Las semanas previas a la elección del 14 de abril fueron consideradas de gran «vulnerabilidad» política del chavismo. Los enemigos del país entendían al poder político como un espacio «cautivo» expuesto al asalto mediante la vía electoral encarnada en Henrique Capriles Radonski. Pero Maduro logró conducir al chavismo como nuevo referente en las peores circunstancias.

Aunque con un estrecho margen electoral, consolida el primer hito de su tiempo político: lograr la presidencia del país.

2. Un estilo propio

El primer acto de resiliencia del chavismo en la era Maduro fue encaminarse a la superación progresiva de la partida física del Comandante Chávez para asumir su nombre como un símbolo, un modelo, un referente a seguir: síntesis de un legado colectivo a proteger.

Desde entonces, el Presidente ha tenido clara la necesidad de sostener a Chávez y su obra como puntos cardinales, pero al mismo tiempo ha dado marca y estilo propio a su rol como Jefe de Estado y líder político, frente a un país que cambiaba al compás de los eventos.

Desde un ángulo politológico, el cambio de era demandó un resignificado del propio chavismo. Este tendría que adquirir variantes nuevas sin abandonar sus claves fundacionales para reeditarse como oferta política.

Supo proponerlo desde su marca de «primer presidente chavista» del país. Con distinciones no menores: caraqueño, antiguo conductor de autobús, con un estilo propio de discurso y con maneras propias de «caribear» la política.

Logró darle denominación propia a su mandato.

3. Victorias políticas

El presidente Maduro ha sido llamado «El conductor de victorias», una denominación que incluye muchos ámbitos pero que se ha utilizado especialmente en contextos electorales.

Exceptuando las elecciones parlamentarias de 2015, con resultados fatídicos para el chavismo y para el país, el primer mandatario ha conducido a los partidos del chavismo en claras victorias electorales en nueve eventos, que incluyen dos elecciones presidenciales, parlamentarias de 2020, dos elecciones regionales y una elección a una Asamblea Nacional Constituyente.

Aunque el chavismo (e igualmente la oposición) ha perdido base electoral de manera progresiva, el líder político logró instrumentar con eficacia las condiciones electorales diseminando la acción política, territorializando y sectorizando la orgánica electoral del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

4. El presidente más criminalizado en la historia de Venezuela

Conviene mencionar algunos puntos que refieren, de manera indiscutida, que el asedio al mandato del presidente Maduro ha sido constante, alcanzando categorías inéditas, irracionales, fuera de todo parangón.

En el año 2017, el parlamento entonces en desacato realizó uno de los actos más absurdos que se hayan visto en la historia legislativa republicana. Declararon el «abandono del cargo» del presidente Maduro, quien estaba en pleno ejercicio, como justificativo para su destitución. Aquello no tenía coherencia alguna, pero era un mandato estadounidense para allanar condiciones para el asedio del país, pues ahí residía el carácter de «ilegitimidad» que le endosaban.

Maduro es el único presidente en la historia al cual se le organizó un «juicio» nacional en el extranjero, sin su presencia y ejerciendo plenas funciones de su cargo. En 2018, el Congreso de Colombia prestó sus instalaciones para que el llamado «tribunal supremo en el exilio», junto a la exfiscal prófuga Luisa Ortega Díaz, hicieran un juicio exprés contra el presidente, donde se le criminalizó, sentenció y se ordenó su detención.

En marzo de 2020, el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, criminalizó al presidente Maduro acusándolo de «narcotraficante y financiador del terrorismo» y le puso precio a su cabeza por 15 millones de dólares, con el fin de detonar acciones internacionales para capturarlo.

El presidente Maduro ha sido objeto de denuncias por dirigentes de la oposición venezolana ante la Corte Penal Internacional (CPI) por supuestos «crímenes de lesa humanidad». Denuncias que, aunque no han surtido resultados concretos, se fraguaron en la fabricación de un expediente político, comunicacional y judicial en su contra.

Como es evidente, todos estos dispositivos de poder pseudo-institucionales, prácticas de lawfare y medidas agresivas no han surtido efecto.

5. «Todas las opciones están sobre la mesa»

Su mandato ha sido el más asediado en la historia republicana del país. No hay registros de tales niveles de injerencia externa en Venezuela en 200 años que se pueda comparar con el nivel de intromisión como el que el gobierno estadounidense ha dirigido contra el país bolivariano en la última década.

A inicios de 2019, el presidente estadounidense Donald Trump afirmó que «todas las opciones están sobre la mesa» aludiendo a una intervención militar estadounidense en el país.

Esto pudo corroborarse dado que, recientemente, ex altos funcionarios estadounidenses han publicado libros donde han confesado que la opción militar contra Venezuela fue real. Mark Esper (exsecretario del Departamento de Defensa), Mike Pompeo (exsecretario del Departamento de Estado) y John Bolton (exasesor de Seguridad Nacional) lo han explicado a nivel de detalle y todos declararon que el llamado «gobierno interino» que encabezó Juan Guaidó solicitó la intervención extranjera ante el mismo Donald Trump.

6. Maduro «destiñó» las revoluciones de color en Venezuela

En los años 2014 y 2017 se ejecutaron en Venezuela operaciones a gran escala que consistían en el desarrollo de la conmoción social, la violencia generalizada y el quiebre institucional, que fueron coloquialmente llamadas «guarimbas».

Se trató de revoluciones de color, operaciones que se experimentaron en el espacio exsoviético y que se desplegaron en una versión mejorada en Venezuela -y en otras latitudes mundiales- bajo la apariencia de estallidos sociales.

En ambos eventos, el presidente Maduro logró articular la política de Estado a niveles muy sofisticados, desarrollando el uso diferenciado y proporcionado de la fuerza, la inteligencia, la contrainteligencia, medidas institucionales y la respuesta político-social.

Estas operaciones, que habrían hecho caer a cualquier gobierno del mundo, fracasaron en Venezuela, dado el acumulado de experticia de la dirigencia y del presidente Maduro.

El presidente venezolano ha contado con una inapelable pericia que construyó como operador político del presidente Chávez y como articulador de la institucionalidad nacional. Comprende el metabolismo de los eventos, los métodos de sus adversarios y los detalles del intrincado arte de la guerra en sus nuevas variantes multidimensionales.

7. «Los hicimos fracasar»

El día 30 de abril de 2019, Venezuela despertó con la estampa patética de Juan Guaidó y Leopoldo López sobre el elevado Altamira, frente a la Base Aérea La Carlota en el este de Caracas. Ese día se desplegó la fallida «Operación Libertad», un intento de golpe militar clásico. Guaidó llamaba a la fuerza armada a ponerse de su lado y al paso de las horas nadie acudió, no hubo conmoción y ya algunos de los involucrados estaban detenidos.

Esa noche, una vez desarticulada la operación, el presidente Maduro afirmó que el golpe decayó «porque los hicimos fracasar». Refirió que la intentona había sido desarticulada absolutamente y que desde su puesta en ejecución estaba condenada a la derrota.

En realidad, ese día, la inteligencia venezolana jugó a las cartas y le ganó a la inteligencia estadounidense. Elliott Abrams, quien fungía como Representante Especial del gobierno de Trump para Venezuela, admitió que algunas autoridades venezolanas los timaron, «negociaban la salida de Maduro y luego apagaron sus teléfonos», afirmó. Es evidente que habían infiltrado el golpe al más alto nivel. El mismo presidente declaró haber coordinado enteramente la operación.

Este evento es un hito enorme, pero no es el único. El máximo gobernante venezolano ha logrado desarticular sobradamente otras operaciones armadas en su contra.

Otro ejemplo tuvo lugar en los puentes fronterizos entre Venezuela y Colombia en 2019. Este evento proponía el quiebre de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para dejar ingresar al país camiones con supuesta «ayuda humanitaria» gestionada por Estados Unidos. Los militares debían plegarse a la «orden» del «presidente interino» y permitir la entrada, pero la acción resultó fallida.

En mayo de 2020 se ejecutó la «Operación Gedeón», una acción de tipo mercenaria que despachó lanchas desde Colombia, con paramilitares colombianos, exsoldados venezolanos y exsoldados estadounidenses, todos coordinados por la contratista mercenaria estadounidense SilverCorp, dirigida por Jordan Goudreau.

Esta operación fue recibida con fuego en las costas venezolanas. En solo horas, la mayoría de los activos mercenarios fueron capturados o dados de baja en diversos puntos de la costa nacional mediante la acción de fuerzas regulares, milicia bolivariana e inteligencia social. En declaraciones a los medios, el presidente Maduro afirmó que «los tenemos infiltrados hasta los teque-teques», en alusión a que la operación estaba comprometida desde sus inicios. También añadió que la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, sus siglas en inglés) participó en la operación mediante enlaces con narcotraficantes colombianos.

Conviene agregar en este punto que el presidente Maduro también fue objeto de otro evento inédito. En agosto de 2018 fue víctima de un atentado con drones artillados, siendo ese el primer caso reportado en la historia de intento de magnicidio mediante este método. Los cuerpos de seguridad lograron preservar la vida del mandatario y luego se reveló que todo había sido organizado desde suelo colombiano.

Ha prevalecido ante las acciones de fuerza paramilitarizada en su contra. Esto tiene diversas explicaciones de origen múltiple, pero son innegables las capacidades que ha tenido el presidente para anticiparse, para analizar la realidad nacional y aprender a identificar las amenazas internas y externas.

Además, en Venezuela se ha desarrollado una arquitectura de seguridad integral, que tiene como epicentro a la unión cívico-militar. Esta alineación ha permitido a la república superar todas las arremetidas, ha garantizado la continuidad existencial del país y ha alejado a la población de las grandes conmociones que se han intentado fabricar.

8. El bloqueo económico contra el país

Venezuela ha sido objeto de un formidable proceso de armamentización de la economía. Desde el año 2017, la administración de Donald Trump desplegó un embargo lineal a las fuentes vitales de la economía nacional. En el año 2019 recrudecieron las presiones económicas y financieras alcanzando la categoría de «máxima presión».

Una importante parte de la base material del país ha sido destruida generando costos jamás cuantificados en la historia nacional. La cualidad del asedio contra Venezuela yace en la contundencia del daño transversal e indiscriminado que se le ha asestado al país, al punto de que a causa del bloqueo en 2020 se registró una pérdida de 99% de las divisas que ingresaban a la nación, afectando gravemente el presupuesto público.

El Producto Interno Bruto (PIB) de la economía venezolana se redujo un -25,5% en 2019, siendo el año de peor caída.

Pero la economía, el gran Talón de Aquiles de la era del presidente Maduro, comenzaría a variar pese a muchos pronósticos.

Un conjunto de acciones evasivas del bloqueo, nuevas políticas monetarias, acciones para el fomento de la producción y el afianzamiento de las políticas sociales y la gestión de gobierno (dentro de los límites presupuestarios) facilitarían las condiciones para la recuperación del PIB y su regreso a terreno positivo desde finales de 2021.

En el último trimestre de 2021, la economía saltó a 14,65% y el crecimiento acumulado de los primeros tres trimestres de 2022 fue de 17,75%. La recuperación parcial del consumo, la reactivación de los sectores económicos y la recuperación de las actividades de la banca han permitido el desarrollo de escenarios optimistas de crecimiento para el año 2023 entre los 5 y 6 puntos.

La economía venezolana es la que más creció en el continente americano en el año 2022 y podría situarse entre las que más crezcan para el año 2023. De acuerdo a 18 fuentes de análisis económico, el PIB venezolano seguirá creciendo.

Aunque el presupuesto público sigue contando con serias debilidades, especialmente para los ajustes de salarios y pensiones, la economía ha adquirido un metabolismo menos dependiente de la renta petrolera. Y ello debe analizarse como parte de las propias contradicciones de la asfixia a las exportaciones del Estado.

Las posibilidades de distensiones del bloqueo, especialmente los acuerdos aprobados mediante licencias otorgadas por el gobierno estadounidense a algunas operadoras extranjeras en Venezuela para la extracción y comercialización de crudo mejoran las perspectivas, pero Maduro ha sido enfático en el apalancamiento de una economía «post-rentista», enfocada en el desarrollo de otras cadenas productivas alternas al petróleo.

9. La recuperación del espacio internacional

Casi 60 países articularon el reconocimiento del llamado «gobierno interino» en desconocimiento al presidente Nicolás Maduro en el año 2019. Apenas tres años después, el contexto había cambiado de manera diametral.

El ejemplo más concreto de ello tiene lugar en la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde la misión diplomática enviada por el Gobierno Bolivariano es ahora ampliamente reconocida y para 2022 solo cuatro países afirmaban reconocer a Juan Guaidó.

Adicionalmente, el gobierno del presidente Maduro retomó lugar en eventos internacionales como la Cumbre Iberoamericana de Andorra en 2021 y la visita del mandatario a México en septiembre de ese año para una nueva Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).

Durante 2022, Venezuela reanudó relaciones con Colombia mediante una agenda delineada por un claro dinamismo. Progresivamente, en estos años, Venezuela ha retomado vínculo con Bolivia, Argentina, Brasil y Chile, entre otros países, otrora integrantes del efímero «Grupo de Lima», creado únicamente con el propósito de aislar a Venezuela en la región.

El año 2022 tendría una inflexión superior en la política exterior venezolana. El primer dirigente nacional coordinó la visita de funcionarios de la Administración Biden al Palacio de Miraflores, estudiando la viabilidad de distensiones políticas y económicas y superando la inercia del estancamiento, dado que el presidente ha declarado al gobierno estadounidense como el actor real detrás de la oposición a su gobierno.

En noviembre del año pasado, en el marco de la Cumbre para el Cambio Climático en Egipto, el presidente francés Enmanuel Macron se dirigió a Maduro como «presidente» en un efusivo y mediatizado saludo. Macron medió un encuentro entre los negociadores venezolanos del chavismo y la oposición en París, donde también estuvieron los mandatarios Gustavo Petro de Colombia y Alberto Fernández de Argentina. Para Macron, el interés ha sido impulsar actividades comerciales petroleras con Venezuela, una situación que era impensable apenas tres años antes.

Los procesos de retoma del espacio internacional por parte de Venezuela no son resultado de la casualidad. En realidad, se trata de un proceso de desgaste de la agenda contra el país. El aislamiento promovido se debilitó al mismo ritmo en que el presidente Maduro logró debilitar al «interinato».

 

De igual manera, ha sido un promotor de la ruptura de los consensos sobre el bloqueo a Venezuela. Ha realizado, delante y tras bastidores, muchas asociaciones y vínculos para promover la postura del país e inviabilizar políticamente la continuidad de las medidas coercitivas que se han ejecutado en contra de la nación.

 

En este sentido, también ha sido clave el vínculo que Venezuela logró sostener con sus aliados estratégicos, lazos que él mismo ha labrado desde tiempos de su labor como canciller durante la era Chávez. China, Rusia, Türkiye, los países del bloque de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y especialmente Irán, han sido claves para el desarrollo de las relaciones internacionales de Venezuela en los momentos de mayor dificultad.

 

El mandatario logró maximizar estos vínculos, no solamente en materia económica y comercial; también ha sabido aprovecharlos en el terreno político para posicionar la condición objetiva de su liderazgo sobre el Estado venezolano.

 

Logró relanzar a Venezuela como un factor inevitable en las relaciones regionales y más allá del Hemisferio Occidental, lo cual inhabilitó de facto varias de las condiciones destructivas que se impusieron mediante el aislacionismo.

 

La «máxima presión» internacional también fracasó porque el líder del gobierno venezolano la hizo fracasar.

10. La paz como bien absoluto

 

Algo han tenido en común las arremetidas internas y externas contra el mandato del presidente Nicolás Maduro. Todas han implicado, en diversos niveles y categorías, el desarrollo de la conmoción social, el quiebre de los vínculos sociales y la construcción del caos en Venezuela.

 

La eliminación mediante la presión (eliminación de su mandato, e incluso de su persona física) podría significar una inflexión -seguramente incorregible- de los consensos elementales que rigen al país. Las circunstancias abruptas habrían producido una ruptura orgánica de las instituciones, una disolución de las contenciones y se habrían perdido las condiciones elementales de la regulación social.

Si el presidente Maduro no hubiese prevalecido, muy probablemente el país estaría hoy en guerra (civil).

De esta manera, un importante hito en esta década fue haber labrado la paz en el país mediante su propia continuidad y habiendo derrotado las acciones destituyentes y de fuerza contra su investidura, contra las instituciones.

No han sido pocas las veces en que el Presidente ha instrumentado el diálogo político, la acción de fuerza diferenciada institucional, la acción coercitiva dentro de los canales de gobierno, para así maniobrar las circunstancias.

Todas las veces que ha evocado «la paz como bien supremo» no ha habido exageración.

Las condiciones tan adversas que ha lidiado Venezuela son atípicas y han hecho del país un lugar atípico, si se le mira desde una mirada extranjera. Es un país donde, pese a la crisis económica, no ha habido un estallido social. Es un país que ha sido constantemente empujado a un conflicto civil y no ha cedido ante ello. Es un país donde la política dentro de los canales regulares sigue siendo transversal a todos los espacios.

El presidente Maduro ha sido justamente un desarrollador de la política basada en el disenso, ha creado condiciones incluso para quienes le adversan y las ha trasladado a todos los espacios vivos y nodales del país afianzando todas las formas de organización socio-política. Esto también hace de Maduro un «dictador» atípico, porque cabalga las contradicciones de la política, las aprovecha y hasta las promueve.

Analizando a fondo sus métodos, es evidente que reconoce en la sana diatriba un instrumento para desactivar la violencia y ganar la paz.

14 Abr 2023,

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