En el Capitalismo la condición común es la pobreza de muchos, la globalización financiera extractivista su mayor arma contra los Estados Nacionales, sobre todo el venezolano, constitucionalmente subversivo, fundamentado en principios y valores de igualdad, justicia, soberanía, autodeterminación, independencia, solidaridad, respeto a los derechos humanos y ética.
Nuestros principales enemigos: corporaciones, organismos multilaterales (FMI, BM, OMC) y la mano suave de la ONU, quienes plantean acabar la soberanía y estandarizar normas, sistemas económicos e ideológicos según la visión capitalista concentradora, fraudulenta y criminal.
La propuesta del FMI de disminuir las pensiones y ligar las jubilaciones a la esperanza de vida, consecuente con su política de liberalización: flexibilidad laboral, congelar salarios, recortes presupuestarios, aumento de impuestos, eliminar subsidios, minimizar al Estado, privatizaciones de empresas estratégicas y servicios, criminalización judicial de las luchas obreras y campesinas, no es sino una manifestación del metabolismo depredador del capital, cuyo único fin es anteponer la ganancia a la subsistencia y dignidad humana.
Debemos seguir con Chávez, quien institucionalizó otra geopolítica que garantiza nuestra defensa frente a estos enemigos de la humanidad y la protección de los derechos humanos, concretando uniones entre pueblos y gobiernos aliados, contra el orden oprobioso que solo sirve a delincuentes para legitimar saqueos en favor del nuevo orden mundial.
El capitalismo no es una economía sino un régimen de poder despótico (Ocalan), que destruye la riqueza de los pueblos, el intercambio comercial y la vida económica, reclama un derecho de apropiación no basado en la producción, sino en violencia y saqueo: Debemos construir un sistema internacional donde se respete el derecho a la concordia y justicia entre los pueblos, capaz de desestructurar el poder financiero oponiéndole gobiernos alternativos: Están en juego la humanidad y la vida sobre el planeta.