"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

El Arte de La Resistencia: Conversación Con El Joven Palestino Motasem Siam

“La mayoría de mi trabajo tiene que ver con ser un palestino viviendo bajo la ocupación israelí”

Principios de 2024, Motasem Siam, un artista palestino de Jerusalén visita el Reina Sofía, ha venido a Madrid con una residencia artística, y el museo madrileño forma parte de la red que lo recibe. Una de sus obras más conocidas, el Guernica de Pablo Picasso, retiene la atención de Siam. Lo que narra el cuadro le resuena: el bombardeo letal sobre una población que se deshace entre gritos y espanto: hace pocos meses que Israel bombardea Gaza, noche y día, y el genocidio acelerado que asola a la franja ha dejado a Siam sin saber qué hacer con el arte. Frente a la obra de Picasso, el joven palestino hace un “click”.

“El hecho de que Picasso no fuera un artista político y pintó este cuadro, me hizo pensar, ¿cómo puede ser que esta se convirtiera en su obra más conocida?”, Siam atribuye esto al contexto: “no aplicó las mejores técnicas, optó por el cubismo, por el blanco y negro…”, en definitiva, lo que inspiró a Siam fue el simbolismo de Guernica, lo que la pintura narra de la época: “La simplicidad de entenderlo todo”.  Y así, el artista, encontraba más paralelismos: “si te fijas, en el medio de la pintura hay una lámpara eléctrica, apunta a una cosa: la idea de que la tecnología es el problema detrás de todo esto, también de lo que vemos hoy”: Picasso habla de los bombardeos, un episodio de la guerra que permitió a Alemania probar sus armas, testear sobre la población civil su tecnología militar, reflexiona.

“Es como lo que está pasando ahora mismo, contra Hamás o contra los civiles en Gaza, les están lanzando múltiples tipos de misiles ilegales”. Conexiones, semejanzas visibles, a pesar de las diferencias en épocas y contextos, y debajo, la victoria del capitalismo en su apuesta bélica. “Todo esto resuena mucho en mí, como palestino, y me digo, de acuerdo, quizás debería hacer algo con esto, aunque esté emocionalmente agotado y no preparado mentalmente para realizar ninguna práctica artística, siento que poder expresarme es un privilegio”. Así, Siam se sorprendía por encontrar la inspiración a pesar de todo. Y es que Siam, artista que hace fundamentalmente vídeo, sonido e instalaciones, había dejado Jerusalén para venir a España sin su cámara y sin el ánimo de crear.

“En mi trabajo todo empieza con las palabras, las escribo y luego se convierten en imágenes. La mayoría de los temas que abordo tienen que ver con mi identidad y nostalgia, reflejan el trauma desde mi infancia hasta la actualidad, intentando entender lo sucedido”, explica sobre la trayectoria artística que le traía a Madrid por unos meses. También crea a partir de sus sueños: “Puedo recordar muy vívidamente algo que he soñado, y esto termina en una obra audiovisual, un vídeo, un sonido, una instalación”.

Siam cuenta que empezó con el arte por casualidad, de manera imprevista. Mientras estaba con sus amigos, conoció por coincidencia a alguien que le habló de la Escuela de Arte y Diseño de Bezalel, donde acabaría estudiando, y le sugirió intentar entrar. “No sabía nada de ese lugar, pero elaboré mi portfolio en solo dos meses, y fui aceptado”. Empezó de cero, pasaron los cuatro años de formación: historia y teoría del arte, práctica: “Me enganché sobre todo con el video, el sonido, la poesía… eso es lo que hago, pero durante mi estancia aquí, con el genocidio, no podía enfrentarme a la idea de hacer arte, no sentía deseo de hacerlo, no tenía expectativas”. Encontró comprensión: sí, durante una residencia artística uno viene a hacer arte, pero también, quienes le invitaron eran conscientes de lo que supone ser palestino en estos tiempos. Sin embargo, tras ver el Guernica algo se activó: Siam se puso a hacer grabado, conocía los rudimentos, en el Reina Sofía le facilitaron materiales, también en Nave Oporto, el lugar donde estaba su estudio durante la residencia. “Así acabé haciendo grabados, que es lo que a mí me remite a España, especialmente a los famosos grabados de Goya, con sus impresiones en blanco y negro”. Para Siam, grabar, también comienza con palabras, que luego se convierten en bocetos que pasarán a ser impresiones sobre el papel. “El proceso me resulta terapéutico, no me importa qué técnica use mientras funcione para mí”.

Siam ha hablado del Reina Sofía y también de Nave Oporto, son dos de las entidades que conforman la red Teja, que ha hecho posible la residencia del joven artista. En esta red hay grandes instituciones culturales como el museo madrileño, el Macba, o la Casa de Velázquez, explica el artista y curador Nicolás Combarro, pero también otros espacios artísticos más de base, como la Nave Oporto, y entidades similares en otros puntos de la ciudad y del estado. “Prácticamente todos los actores en el mundo del arte comprometidos con Palestina están en la red, esto está creciendo, y esperamos poder traer más artistas palestinos”.

Combarro es una de las figuras de referencia de Nave Oporto, y también un artista comprometido con la causa palestina, que tuvo ocasión de conocer a Siam hace ya algo más de un año, cuando este participó de un programa de residencia virtual para artistas palestinos llamado Tadafuq, que Combarro organizaba junto al curador palestino Rawan Sharaf: “Siam se presentó y nos encantó su trabajo”.

    “Me enganché sobre todo con el video, el sonido, la poesía, eso es lo que hago, pero durante mi estancia aquí, con el genocidio, no podía enfrentarme a la idea de hacer arte”

Siam cuenta que ese programa online que se vio interrumpido por la ofensiva de Israel contra Gaza, le permitió conocer de manera virtual a otros artistas palestinos a los que no puede conocer presencialmente, algunos de ellos residen a pocos kilómetros, en Gaza, a donde a Siam no se le permite ir. También posibilitó el encuentro con artistas de la diáspora. Tanto él como Combarro citan a la palestina residente en Reino Unido, Larissa Sansour, quien dio una masterclass en el programa, otra gran artista palestina, Emily Jacir, iba a participar “pero no hubo tiempo”, lamenta Combarro, debía terminar en noviembre, pero un mes antes todo se detuvo. Los artistas contaban, además de con masterclass y tutorías, con una beca para completar un proyecto final: “Yo hice un vídeo, aún estoy trabajando en él. El mundo me hizo parar hasta el punto de que ya no quería mirarlo. Cuando llegué aquí lo miré por primera vez, aún siento que necesito más tiempo. Pero me gusta la idea de coincidencia, soy una persona bastante supersticiosa o espiritual. Así que cuando llegué aquí y vi el Guernica, e hice este click, sentí como si se cerrara el círculo para mí”.

Para Combarro la idea de estas residencias es esta, permitir que artistas palestinos conozcan otras tradiciones artísticas y que al mismo tiempo difundan su propio trabajo. “Es muy importante que el arte que se hace en Palestina se conozca afuera, porque normalmente lo que más conocemos es la obra de los palestinos de la diáspora”. Este artista considera un privilegio haber podido acercarse al arte realizado por artistas de la Palestina ocupada. “He de decir que estos artistas son asombrosos: la calidad de lo que hacen, la narrativa, las historias que cuentan. Destacan en comparación a otros artistas de otros países en los que trabajo”.

Lo que tienen que contar los y las artistas palestinas es desde luego distinto: “Creo que la mayoría de mi trabajo tiene que ver con ello, con ser un palestino viviendo bajo la ocupación israelí de múltiples formas”, explica Siam. Una existencia en la que tus compañeros de trabajo o de aula están socializados para odiarte. “En mi caso, fui a una academia con una muy buena reputación en la educación artística superior. Lo necesitaba para empezar mi camino como artista. Aquello fue bueno en términos educativos, pero, por otro lado, ves a estudiantes yendo por el campus con un arma. ¿De qué quieren protegerse? Entonces te das cuenta de que son colonos”. Eso implica, desarrolla el artista, que tienen derecho a ir armados porque temen a los árabes, árabes palestinos como lo son algunos de sus compañeros. Siam pone sobre la mesa lo que implica el lenguaje: “Mantienen separadas las palabras árabe y judío cuando realmente puedes ser árabe y judío, porque la población no es solo askenazi —judíos europeos—, también hay tunecinos, marroquíes, iraquíes que son judíos. Así que cuando dicen árabes, en su cabeza, lo que quieren decir es palestinos, pero no quieren decir esa palabra porque quieren borrar todo lo relativo a nuestra existencia”.

En este marco, la identidad es fundamental, “por eso mi arte está relacionado con mi lenguaje cotidiano de supervivencia y sufrimiento por estar rodeado de gente que ejerce micro agresiones llenas de racismo, hasta finalmente el fascismo que implica arrestarte, matarte, por las cosas más pequeñas”. Palestinos que van a la cárcel por un post en las redes, cada vez más israelíes armados por la calle… tras vivir así cotidianamente, para Siam los meses en Madrid son sorprendentes: “estar aquí y no ver armas, me hace sentir bien. Me hace sentir que necesitaba esto. No era consciente de hasta qué punto es horrible vivir así hasta que he vivido aquí. Así que cuando sales de la zona de guerra, te toca digerir muchas de estas cosas que ves en la vida cotidiana en Palestina, o la Palestina ocupada”.

    “No podemos negar el hecho de que, vivas en Cisjordania, o entre israelíes, vives en un territorio bajo ocupación. Esa es la crisis de identidad en la que has crecido”

La imposición de un idioma, el hebreo, que no es el tuyo, para trabajar, para vivir, en tus facturas, es para Siam importante, no lo más grave, seguro, pero una de las formas en las que vive la opresión colonial: “una vez sales de ahí, te das cuenta de hasta qué punto es crucial la comunicación, el elefante en la habitación”. La forma, a él nacido en Jerusalén, en la que la ocupación se manifiesta en lo cotidiano.  “Pienso que todo palestino, antes que artista, es palestino, es decir, somos políticos. No podemos negar el hecho de que, vivas en Cisjordania, o entre israelíes, vives en un territorio bajo ocupación. Esa es la crisis de identidad en la que has crecido”. Y la opresión, explica, viene del gobierno israelí, pero también de la Autoridad Palestina. La opresión viene de quienes le rodean: “cada día convives con gente a la que no le importa que están masacrando a tu pueblo. Si posteas algo sobre ello, permanecen indiferentes, pero cuando las víctimas son israelíes todo cambia. Ahora mismo solo hablan de los rehenes, de traerlos de vuelta. Pero en realidad, los palestinos son secuestrados de sus propias casas cada día, desde antes del 7 de octubre. Si te importan los seres humanos, habla sobre los palestinos, tú eres el ocupante después de todo”, denuncia.

Combarro, a diferencia de Siam, sí ha podido estar en Gaza, de su experiencia se lleva la idea de que allí hay una nueva generación de artistas que “necesitan hablar no solo de la ocupación física, o incluso la violencia, sino sobre la ocupación mental, en cómo afecta a la salud mental. La idea es, ¿cómo puedo sobrevivir mentalmente a este sistema de opresión”. El curador considera que esto no estaba tan presente en la generación anterior, más centrada en narrar la colonización desde un punto de vista político. “La nueva generación habla más sobre temas personales, cuestiones de identidad relacionadas con la situación que viven”. Surge entonces el nombre de Lara Salous, otra artista palestina invitada por la Red Teja. Salous reproduce los movimientos que hacían las mujeres para trabajar la lana, aun cuando la materia ya no existe, porque les ha sido expropiada. Siam explica con entusiasmo la obra de su compañera: “los colonos envenenaban las ovejas, lo que también estropeaba la lana. Creo que hay muchas cosas en las que no pensamos cotidianamente, y una de ellas es la cultura de los palestinos. Pastores que ya no pueden crear nada más por la ocupación, pero también por el capitalismo —con esta idea de comprar cosas baratas en China—, cuando la cultura campesina va desapareciendo también de casi todo el planeta, no solo en Palestina”. Ovejas envenenadas y campos arrasados, “no te haces una idea de hasta qué punto las cosas devienen inexistentes. Como en el video de Lara en el que muestra a ancianas palestinas intentando imitar el movimiento de cómo tejían la lana. Es performativo, y está relacionado con esta labor, pero también habla de la ausencia”.

FUENTE; El Salto.

25-08 2024

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