Una de las garras de Donald Trump para atacar a Venezuela es Elliott Abrams, con largo servicio en la Casa Blanca, un prontuario sanguinario, una condena cuando servía a Ronald Reagan pero indultado por George W. Bush.
Abrams declaró hace poco ante su Cámara de Representantes «… Nosotros, campeones de democracia en el mundo, hemos probado que el socialismo ha sido un fracaso en todos los lugares”.
No parece tan convencido cuando también declara «… atacar al chavismo es para nosotros una guerra de sobrevivencia… de otro modo estaríamos dando campo para que se nos destruya… Imagínense, señores representantes, que dejáramos gobernar a los chavistas sin hacerles la guerra, permitiéndoles sus proyectos sociales sin tomar en cuenta nuestras empresas… una amenaza para la seguridad de nuestro país… ¿pueden imaginarse lo que representa construir casi cinco millones de viviendas sin participación de la empresa privada? ¿Cuál sería el destino de nuestro modelo si no interviniéramos allí en los proyectos de salud o educación, en la formación de sus militares y en la adquisición de los elementos para su defensa?… ¿Vamos entonces a permitir que en ese país triunfe el socialismo?”.
Concluye Abrams «… el que no esté con nosotros debe pasar por las más dolorosas privaciones, las más terribles inseguridades, las más penosas necesidades”.
Abrams debe saber que Venezuela no es una República Socialista, es la República Bolivariana propuesta por el comandante Hugo Chávez, en esencia humanista con un socialismo bolivariano inspirado en el Libertador Simón Bolívar.
Si Abrams con la CIA investiga el socialismo, en la ciudad de Bordeaux, Francia, encontrará el epitafio “Libertad, Igualdad, Fraternidad, Solidaridad”, en la tumba donde reposa la francesa Flora Tristán, honrada como precursora del socialismo y que algunos historiadores citan a Bolívar como su progenitor.
Entonces Abrams también debería llevar su guerra al territorio francés, donde los socialistas en tiempos contemporáneos gobernaron durante cuatro mandatos, amenazándolos de “… dolorosas privaciones, terribles inseguridades y penosas necesidades”.
Su temor visceral al socialismo debería tratarlo desde la raíz y no sólo con su obsesión contra el pueblo venezolano. Por cierto, muchos en Venezuela sospechan que Estados Unidos asesinó a Chávez, como otras veces eliminaron a líderes políticos y presidentes de América Latina no doblegados a los intereses de Washington.
Si como afirma Abrams, Washington prioriza sus empresas privadas, otros gobiernos se dedican al bienestar de sus pueblos.
Para evitarle investigar en Francia, próximamente le ofreceremos más informaciones para que no se limite a su fijación sobre los 20 años del socialismo bolivariano, sino en la de Bolívar y de Flora, hace más de dos siglos atrás.