El presidente Putin, desde el inicio de la Operación Militar Especial (OME) en Ucrania en febrero de 2022, ha mantenido los argumentos y los alcances u objetivos de esta de manera constante y precisa, nunca ha divagado, ni vacilado. Se ha comportado, como dicen en mi tierra, “de una sola pieza”.
En su alocución del 22 de febrero de 2022, en Vladivostok, con Tucker Carlson, en San Petersburgo, en Alaska, en Valdai o en cualquier otra intervención ha mostrado y mantenido su entereza y firmeza en proteger los intereses estratégicos rusos y en indicar la necesidad, vital para Rusia, de hacer desaparecer las causas que dieron origen al conflicto.
Ya en 2007, en Munich, advertía sobre la necesidad de que la OTAN detuviera su expansión hacia el Este, cumpliendo, aunque sea en parte, la palabra dada por el presidente George Bush a Gorvachov en 1989 en Malta, de no incorporar a la OTAN países ex miembros del Pacto de Varsovia y menos aún ex Repúblicas Soviéticas. Compromiso, que como sabemos, fue violado reiteradas veces por parte de los Estados Unidos y la Organización.
Desde Moscú siempre se ha indicado la necesidad de liquidar las causas del conflicto y así lograr una paz duradera y profunda: erradicar el nazismo de la sociedad ucraniana; devolver a Ucrania a un estado neutral, con la mitad de los activos en las Fuerzas Armadas del 2022 y fuera del ámbito y la influencia de la OTAN; y permitir que la cultura, la Iglesia Ortodoxa y el idioma ruso, materno para millones de residentes ucranianos, puedan convivir en paz con expresiones similares. Siendo contraproducente el efímero alto al fuego propuesto por Occidente, que solo sería útil a sus intereses, como sirvieron únicamente a sus intereses los Acuerdos de Minsk, que permitieron a Ucrania multiplicar su arsenal, construir fortificaciones e incrementar y entrenar a sus tropas, mientras asesinaba más de catorce mil personas en el Donbás entre 2014 y 2022.
Luego del encuentro en Alaska entre los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump, parecía que los Estados Unidos y su presidente entendían la imposibilidad de derrotar estratégicamente a Rusia. Sin embargo, el comportamiento errático de Trump ante este y todos los problemas que maneja, más la postura de la “coalición de los dispuestos” y de las autoridades de la UE, que han intervenido destructivamente en las negociaciones directas ruso-ucranianas que se han sucedido en Estambul, sumado a la absurdidad y la corrupción total del caducado presidente y del régimen de Kiev, hacen imposible avanzar en la construcción de una ruta que establezca mecanismos y propuestas serias para alcanzar una paz real y duradera en Ucrania.
Es evidente que la confrontación en Ucrania es una guerra delegada o “proxy” de la OTAN contra Rusia. Destruir a Rusia, de ser posible desmembrarla físicamente y luego ir contra China, el enemigo de fondo ha sido el plan desde hace varios años, con el objetivo de mantener la hegemonía estadounidense en un mundo unipolar, con el resto del occidente colectivo como segundón, mandadero y carne de cañón, como sucede en el caso de Ucrania actualmente.
Sin embargo, el plan va al revés: el mundo multipolar nació y se consolida, los BRICS+ crecen y se robustecen; China continúa su camino, sus planes quinquenales se cumplen, la economía alcanza sus metas, su investigación y desarrollo toma la punta en muchos sectores vitales; Rusia avanza, su industria militar está a la vanguardia, su economía es sólida y sus estratégicas alianzas se profundizan; la posición de los líderes occidentales en sus países se deteriora cada día, Trump es arrollado por el fantasma de Epstein y los niños y niñas abusadas y pierde apoyo rápidamente; ninguno de los presidentes y primeros ministros de “los dispuestos” tiene más de 20 % de respaldo de sus electores y a las autoridades de la UE, que son impuestas, no las quiere nadie; el dólar pierde importantes espacios, incluso en Japón; la corrupta Ucrania es un saco roto y ya es una derrota estratégica para occidente; África da la batalla contra el neocolonialismo y sus nuevas máscaras terroristas y consolida avances importantes; los países “sancionados”, ilegal e injustamente, por el imperialismo yankee y sus vasallos europeos, como Irán, Venezuela, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Rusia, Belarús, Yemen, China, Mali y otros, siguen luchando y, más temprano que tarde, se liberarán de estas inhumanas coerciones en contra de sus pueblos.
No será un proceso fácil, será muy peligroso en algunos momentos y seguro dejará bajas. Sin duda va mucho más rápido de lo que uno podía pensar hace quince o diez años, pero estabilizarlo hacia donde derive tomará su tiempo. El Occidente Colectivo está maltrecho y hace aguas en todos los ámbitos, su decadencia se exponencia cada día y la inconsistencia y vacuidad de Trump y su gobierno son solo otra muestra de ello.