Raros somos los venezolanos: ni europeos, ni indios, ni afros, sino una “especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derecho, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer contra la oposición de los invasores: así de extraordinario y complicado es nuestro caso” (Bolívar)
Sabía Simón Bolívar de nuestra inquebrantable voluntad y cualidades morales que nos hacen capaces de acciones heroicas: generosidad, fuerza y determinación inquebrantable: un pueblo descalzo, hastiado de injusticias y de la opresión imperial y que en épico arrojo, pertrechados apenas con lanzas, azadones, cuchillos y garrotes, se enfrentaron a las huestes españolas culminando con el vasallaje colonial, logrando la libertad primero venezolana luego nuestra americana.
La República ha sido sometida a un amargo proceso de desestabilización ejecutado por la corporatocracia mundial y sus cómplices nacionales -contrarios al modelo de Chávez- agravada en extremo y escalando en intensidad, resulta ineludible superar las vicisitudes y enfrentar los problemas económicos no con políticas monetaristas neoliberales sino con medidas revolucionarias: el impulso monetarista del Mal, insultante testimonio de todo Anticristo, anida esfíngicamente en el corazón de quienes pontifican en la Cátedra de Moisés y pone pesadas cargas sobre los hombros de los desvalidos (Pérez Arcay)
No nos queda otra opción sino luchar con las armas que tengamos y en el terreno que sea, por el derecho a tener una patria libre. No hacerlo es claudicar, tener que ver a nuestra patria convertida en una colonia y sufrir la ignominia de vivir en condición de esclavitud. Nuestro derecho a la soberanía nacional es irrenunciable.
Hoy la venezolanidad, la sangre Caribe, nuestra tradición luchadora nos llaman a formar filas en defensa del gentilicio y de la patria; con sus potencialidades, habilidades, aptitudes y conocimientos, en el frente que nos corresponda, estamos en la obligación de dar lo mejor de nosotros, incluso la vida si fuere necesario.
Y decimos con Manuel Palacios Fajardo:
“Para que un pueblo sea libre basta el quererlo ser: estos son los deseos de Venezuela. El orden de los sucesos… han arrancado a la España la dominación de estas regiones; no es posible oponerse más tiempo a los decretos de la omnipotencia ni a la voluntad general de hombres dignos de serlo. Sí: torrentes de prosperidad van a sucederse a los siglos de ignominia. Venezuela es libre y va a ser independiente; aprovéchese enhorabuena la Inglaterra de esta declaratoria para romper con Venezuela; empeñe la España sus pactos para mover contra nosotros sus aliadas o produzca un esfuerzo de entre su impotencia; desconózcannos todas las potencias del universo. Venezuela se basta a sí misma, Venezuela triunfará de cuantas se opongan a su felicidad. Roma, antes de formar un vasto imperio, era una aldea; la Gran Bretaña, antes de dominar los mares, una débil isla. Todo cede al impulso de la libertad y las fuerzas del hombre libre sólo son comparables a su dignidad…Venezuela será habitada por hombres libres o el sepulcro funesto de sus actuales moradores. Venezuela será un pueblo independiente o dejará de existir entre los pueblos de la tierra y atendiendo a los clamores de la voluntad general, pido se haga en este día la declaración de nuestra absoluta independencia de la España y todo el poder extranjero…»
La “raza cósmica” de Vasconcelos y que Bolívar interpretó como la “venezolanidad” cuya misión vanguardista es la creación de una verdadera humanidad universal o “cósmica”… un pueblo mestizo que expresa una raza ideal destinada a ser la vanguardia de la humanidad futura.
La raza cósmica está velando por la libertad de Todos y Todas: no se les olvide nunca.
Un comentario
Por las razones que esgrime Camarada es esa venezolanidad que el imperio capitalista pretende negar nuestro glorioso pasado histórico… Ahora nosotros somos el Padre Bolívar en el Chimborazo. Estamos obligados a ver y sentir lo que el Libertador vivió que no fue un delirio fue la grandeza de la Patria Grande … Y me hago eco de las palabras de Rafael Bautista Segales… Nuestro verdadero juez es el pasado… Y aquí la Dra. Diaz lo escribe con absoluta claridad…