La geopolítica está ante un punto de inflexión. El mundo que viene está caracterizado por ser menos previsible, más impulsivo y caótico y, en muchos aspectos, más dependiente de actores no estatales.
Además de las guerras o conflictos armados a los que estamos acostumbrados, estaremos expuestos a influencias, riesgos y amenazas de todo tipo que se traducirán en un mayor número de disputas, mayor polarización social, menos consensos y más decisiones unilaterales de los que hemos presenciado en décadas anteriores.
¿Cómo afectará el nuevo orden mundial? ¿Cómo se presenta el futuro en el escenario internacional? ¿Qué marcará la seguridad, la estabilidad y la dinámica económica del mundo en los próximos años? En este artículo te presentamos las 10 tendencias del contexto geopolítico global que es obligatorio monitorizar para entender hacia donde vamos.
Estas son las 10 tendencias que marcarán la agenda global:
1. Del mundo unipolar a un mundo más multipolar que nunca
Una de las principales tendencias que podemos observar en el mundo actual y que será clave en los próximos años será el paso de un mundo unipolar a un mundo mucho más multipolar. Ello, auspiciado por el fin de la época de la unipolaridad de la que disfrutó Estados Unidos como única y gran potencia global desde el final de la Guerra Fría (1991) hasta el inicio de la crisis financiera global (2008).
En esta etapa transitoria hacia la multipolaridad, el poder de Estados Unidos se está viendo rivalizado por China, país que está motivando un cambio en la balanza mundial del poder tanto por su rápido crecimiento durante estas últimas décadas como por las capacidades económicas, demográficas, militares o culturales que ha ido adquiriendo con los años.
Por otro lado, la pérdida de hegemonía de Estados Unidos abre la puerta a una competición entre potencias que aumenta el riesgo de escaladas militares, agravado por el armamento nuclear y otro tipo de armas de destrucción masiva.
No obstante, podemos mencionar otros países que se están conformando como centros de poder en determinadas regiones o ámbitos, entre ellos: India e Indonesia en la región de Asia-Pacífico; Rusia y Turquía en la zona euroasiática; Sudáfrica, Angola, Nigeria o Etiopía en el África subsahariana; Irán y Arabia Saudí en Oriente Próximo y Brasil o México en América Latina.
2. Empresas, los nuevos pesos pesados de la geopolítica
En esta nueva época que se abre, uno de los indiscutibles protagonistas van a ser las empresas. Mientras que otros actores no estatales más tradicionales, como los grupos terroristas, los movimientos sociales, ONGs, sindicatos o asociaciones van a ver eclipsado su poder e influencia.
En los próximos años, las grandes empresas multinacionales (en especial las tecnológicas) comenzarán a marcar de una forma más fuerte la agenda política a escala mundial. Las llamadas GAFA (acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon) cuya capitalización bursátil camina hacia los tres billones de dólares, cifra similar al PIB que actualmente tienen Francia o Reino Unido son los principales actores no estatales a monitorizar.
Teniendo en cuenta que en la actualidad el número de usuarios de internet alcanza los 4.000 millones, y para el año 2020 serán 5.000 millones, debemos reparar en lo siguiente: los datos de los usuarios han comenzado ya a ser catalogados como el próximo gran «recurso natural», de mayor valor que los hidrocarburos o minerales como el oro o el coltan.
Estas multinacionales van a explotar sus datos no solo para los fines de su propia actividad comercial -sea la que sea- sino también como meros captadores de datos que luego son revendidos o utilizados por otras empresas. Como hemos evidenciado desde 2010, este uso de los datos también puede tener fines políticos; de hecho, es habitual que en las campañas políticas de países occidentales se utilice constantemente la información disponible en redes sociales o App para trazar estrategias, lanzar mensajes o intentar influir en la agenda política.
Con esta situación, queda ver exactamente cuál es será el papel que escojan jugar estas grandes empresas en los próximos años. Es conveniente que los analistas de inteligencia y analistas internacionales vigilen de cerca sus acciones y sus posicionamientos.
3. De la guerra convencional a la guerra híbrida
En la actualidad hay muchísimos menos conflictos armados que en cualquier otro momento de la historia. Frente al uso de acciones armadas por parte de los Estados, estrategia frecuente hace décadas, hemos pasado a acciones más centradas en la desestabilización política y la disrupción económica. Hoy son mucho más frecuentes tácticas como la desinformación, el ciberespionaje, la compra-venta de empresas o la imposición de sanciones económicas.
En este sentido, veremos cómo las guerras de carácter comercial o económico se vuelven cada vez más frecuentes y toman un creciente protagonismo en la agenda de los Estados y también de los actores no estatales, especialmente las multinacionales.
Existen abundantes ejemplos recientes que abarcan buena parte de los tipos de acciones que se pueden llevar a cabo. Un ejemplo de ello, es que la Unión Europea impuso distintas sanciones a sectores y empresas clave de Rusia por su participación en la guerra civil ucraniana y la posterior anexión de Crimea en 2014. En el otro sentido, altas autoridades de diversos países han apuntado a los servicios de inteligencia rusos como los causantes de ataques de influencia y desinformación ante procesos electorales en Europa y Estados Unidos.
4. La información es poder, pero el big data es poder exponencial
Lo cierto es que la democratización de la información producida en los últimos tiempos, ha supuesto sin duda un balance positivo. No obstante, también ha traído consigo cuestiones controvertidas que debemos entender en dos dimensiones:
- Por un lado, la ingente cantidad de datos de todo tipo, conocidos coloquialmente como Big Data, será un factor diferencial para el desempeño de muchos actores, ya sean estatales o no estatales. Este uso masivo de información puede ser utilizado por empresas para mejorar su posición en el mercado hasta por Gobiernos -especialmente autoritarios- que deseen tener controlada a su población o a la población de sus enemigos.
- Por otro lado, otro de los riesgos que generan una mayor preocupación es la desinformación. Ésta se orienta a generar un ambiente informativo tóxico en el que no se consigue discernir de forma clara qué es cierto y qué no, apoyándose normalmente en informaciones falsas o descontextualizadas que se hacen pasar por ciertas. El efecto más inmediato de un clima de desinformación es la polarización social y el descrédito de actores, normalmente aquellos hacia los que va dirigida directa o indirectamente esa desinformación -el Gobierno, empresas, partidos políticos, medios de comunicación, etc.-, lo que a su vez redunda en un aumento de la inestabilidad política y social.
5. Un nuevo mundo de riesgos y amenazas específicos
Los riesgos y amenazas de carácter no estatal aumentarán y tendrán mayor incidencia en nuestras vidas. Cuestiones como el cambio climático, los ciberataques o los grandes cambios tecnológicos pasarán a tener un papel más relevante en nuestro día a día.
El Foro Económico Global (también conocido como Foro de Davos) agrupa los riesgos que identifica en cinco categorías: económicos, medioambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos.
- Económicos: desde la hiperinflación a un cambio brusco de un recurso energético, pasando por burbujas de activos o tener un paro estructural desorbitado.
- Medioambientales: El cambio climático sería el gran pilar central aquí, pero podemos encontrar riesgos como un vertido tóxico, sequías, inundaciones o terremotos.
- Geopolíticos: desde el colapso de un país a un conflicto armado -inter o intra estatal-, como también la proliferación de armas de destrucción masiva, entre otros.
- Sociales: crisis alimentarias, epidemias de enfermedades infecciosas o grandes migraciones forzosas.
- Tecnológicas: por la interconectividad y dependencia tecnológica todos los actores están expuestos especialmente aquellos más modernos. El Foro considera, por poner algunos ejemplos, los efectos no deseados de mejoras tecnológicas, la caída de una infraestructura crítica o ciberataques a gran escala.
6. A las puertas de la próxima gran crisis económica
La economía mundial está dando señales de ir de nuevo hacia el colapso. Como sabemos, la economía es cíclica, por lo que en estos momentos las previsiones alertan de que una nueva crisis puede estar por venir.
Una situación que se ve alimentada por el aumento en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y que, inevitablemente, tiene efectos negativos para la economía de todo el mundo (ambos países juntos representan el 40% del PIB global). Asimismo, la incertidumbre ante un Brexit sin acuerdo contribuye a esta posibilidad de una crisis económica venidera.
Las grandes empresas están reduciendo sus plantillas y tomando decisiones más conservadoras para mantener su capacidad de decisión y agilidad ante un escenario como el de la crisis de 2008. Es bien sabido que cada 8-15 años se produce una gran crisis económica, ¿cuál será el detonante en esta ocasión?
7. Normalización del conflicto (y de la violencia)
Esta es una de las conclusiones que se extraen del documento ‘Notas Internacionales’ elaborado por expertos del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB) en colaboración con ESADEgeo. Según su análisis, «la tendencia apunta hacia la cronificación de conflictos o incluso a aumentos de tensión en algunos escenarios que habían reducido su intensidad como el que enfrenta a Ucrania y Rusia».
Uno de los ejemplos más recientes de normalización del conflicto lo estamos viendo con el movimiento de protesta conocido como los Gilets Jaunes (Chalecos amarillos) en Francia, tal y como señalan en el portal Hokana. Según indican en un informe sobre los riesgos geopolíticos para este 2019, «no son pocos los analistas europeos que temen el rápido contagio de las manifestaciones amarillas, que ya alcanzan países vecinos como Bélgica y Alemania».
Como ya sucedió en las llamadas «Primaveras árabes» o en el movimiento 15-M en gran parte del mundo, el contagio de movilizaciones sociales está más latente que nunca.
8. Aumento de los casos de «Brexit» ante las crisis de liderazgo
En línea con lo anterior, el mismo informe se hace eco de la advertencia por parte de la prensa británica de que «aquellos ciudadanos ingleses frustrados por el estancamiento del proceso conocido como Brexit (polémico referendo del 2016 que votó ligeramente a favor de sacar al Reino Unido de la Unión Europea) pronto podrían darse cuenta de lo rápido y útil que puede resultar sumarse a esta ‘primavera’ de protestas callejeras en el viejo continente».
Algo que no sabemos si llegará a darse como tal, pero que de momento ya se ha comenzado a materializar con una reciente gran manifestación en favor de un segundo referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea que llenó las calles de la capital británica.
Sea como sea, todo lo relativo al Brexit está aún en cuarentena y marcará la agenda política y económica del 2019 y años venidores; siendo el peor de los resultados un escenario de no-acuerdo o de ‘Brexit salvaje’ y una división y fractura dentro de la sociedad británica.
Sin duda, las crisis institucionales y liderazgo, así como el desapego de los ciudadanos hacia sus instituciones pueden provocar la aparición o aumento de nuevos casos de Brexit alrededor de Europa (avance de partidos euroescépticos, aumento del independentismo en regiones de varios países europeos, etc.)
9. Polarización ideológica en Latinoamérica
Esta región geopolíticamente tan relevante a nivel mundial afronta principalmente tres desafíos: su papel en el sistema mundial, la desigualdad y violencia en sus sociedades y la crisis de legitimidad de los modelos políticos y económicos establecidos.
A ello ha de sumarse que las elecciones de los últimos años han transformado el panorama político de esta región, creando una divisiones ideológicas de derecha e izquierda que podrían dificultar el trabajo conjunto hacia la resolución de los problemas económicos y sociales que aquejan a esta región.
En definitiva, la geopolítica regional actual está pasando por un período de transición marcado por una heterogeneidad política creciente. Esto implica una fase de incertidumbre e incesantes transformaciones a diferentes niveles, que generan una elevada confusión sobre el panorama futuro de la zona y una división social que podría evolucionar en protestas violentas, terrorismo o intervenciones militares a nivel interno en cada país, a nivel regional o incluso con influencia internacional.
10. Consolidación de las guerras perpetuas en Oriente Medio
Las guerras en Siria, Yemen y las tensiones árabo-israelíes en Palestina seguirán siendo puntos de conflicto. Estas cuentan con la participación de agentes extranjeros y de las principales potencias regionales. En Siria la evolución de la contienda parece ir siendo más favorable hacia el régimen de Bachar al Asad, mientras que en Yemen la situación se encuentra totalmente estancada y dividida.
Asimismo, está por ver en qué queda el retiro de las tropas estadounidenses en Siria y Afganistán anunciadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.