El efecto más importante y pernicioso de la crisis económica en Venezuela viene siendo la situación de estanflación en la que nos encontramos hoy. Entendiendo la estanflación como el momento o coyuntura económica en que, dentro de una situación inflacionaria, se produce un estancamiento de la economía y sin que el ritmo de la inflación disminuya. Esto es lo que muchos economistas llaman: “lo peor de dos mundos”.
La estanflación supone entonces una situación donde coexiste un estancamiento o una baja en el crecimiento económico de un país, junto con un incremento constante de los precios en general.
El estancamiento o decrecimiento de la economía, en momentos de estanflación, viene marcado por una inflación de costes; ya que en estos casos, la inflación no la genera un incremento en la demanda. Por ejemplo, en la crisis petrolera de 1973, el precio del petróleo pasó de 1,76 dólares el barril de petróleo, a 35 dólares por barril de petróleo; eso produjo una considerable elevación de los costes de energía y su consecuente reflejo en el sistema de precios interno de los países. La inflación hace caer la demanda y la caída de la demanda afecta la producción.
Los keynesianos no pueden resolver este problema porque con la fórmula de la Teoría de la Demanda Global de Keynes, para atacar la inflación se hace imperioso una reducción de la demanda global, porque para los keynesianos, la inflación es generada por un incremento en la demanda global; en consecuencia, para abordar el problema de la inflación, desde el keynesianismo, es necesario reducir la demanda de bienes de consumo de las familias, a través de la elevación de los impuestos (para que tengan menos dinero para gastar); reducir la demanda de bienes de inversión, a través de la elevación de los intereses de los bancos (para que sea menos atractivo el crédito); reducir la demanda del sector público a través de una reducción del gasto público y reducir la demanda de los mercados internacionales a través de la elevación del tipo de cambio. Todo esto supondría, en un momento de estanflación, asfixiar más el consumo.
La estanflación también le plantea un dilema a los monetaristas, ya que para ellos, la inflación es producto de un incremento de la liquidez, que a su vez conduce a un incremento de la demanda y es este incremento de la demanda el que genera la inflación (según los monetaristas). Entonces, para reducir la inflación, los monetaristas optan por reducir la liquidez, con lo cual reducen la demanda y con eso, según ellos, se reduce la inflación; pero como ya dijimos, en una situación de estanflación, la inflación no es producto de la demanda agregada, sino de los costes, de manera que si se reduce la liquidez para reducir la demanda, se agrava el problema recesivo; y para atacar el problema recesivo, no podrían aumentar la liquidez para aumentar la demanda porque, según ellos, incrementaría la inflación. Mayor enredo deben tener los monetaristas en Venezuela.
Es obvio entonces que si se quiere atacar la inflación de costes, no puede ser desde la macroeconomía; porque este tipo de inflación afecta la estructura de costos de las empresas y es ahí donde deben concentrarse las políticas (en las empresas, es decir, en la microeconomía).
¿Por qué en la microeconomía? Porque sobre el factor principal de distorsión de los precios (en el caso de Venezuela, la distorsión del tipo de cambio) se tiene poco y ningún control.
No tenemos control de las páginas que manipulan el valor del dólar paralelo que, como sabemos, distorsionan todo el sistema de precios nacional, en un país con una enorme dependencia de las importaciones; hay que sumarle a eso la expresa voluntad de un grupo de empresarios nacionales que contribuyen al ataque interno de la economía y finalmente, agreguémosle a eso las mal llamadas sanciones que el gobierno de los Estados Unidos ha perpetrado en contra de todos los venezolanos (variable sobre la cual tampoco tenemos control).
Al Banco Central de Venezuela no le es posible enfrentar la distorsión de los precios desde su génesis y concepción monetarista.
No culpo a la directiva del BCV por su concepción monetarista de la inflación, si desde nuestra propia Constitución Nacional está concebida de esa manera. Eso se evidencia de lo establecido en el artículo 318 cuando establece:
… El objetivo fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria…
Es obvio que se asocia la estabilidad de los precios con el control de la moneda.
¿Cómo enfrentaremos la crisis desde la microeconomía?
Si estamos de acuerdo que la inflación es de costes, la respuesta está en tomar medidas que reduzcan los costos de producción de las empresas nacionales.
En cualquier parte del mundo, para reducir los costos de las empresas se realizan incentivos fiscales, reduciendo impuestos, se subsidia temporalmente el costo de las energías, se flexibilizan los contratos laborales para reducir el impacto del salario en el precio de los productos; se estimula la tecnificación de los procesos productivos y se incentiva la competencia a través de los innovadores.
Las condiciones en Venezuela, para una producción a bajos costos, son inmejorables: nuestra carga impositiva es baja, los costos de las energías son los más bajos del mundo; y por la distorsión del tipo de cambio tenemos la mano de obra más barata del planeta; existe un desarrollo tecnológico suficiente para un plan de tecnificación de los procesos productivos desde el nivel que requerimos inicialmente y existen los emprendedores suficientes para democratizar y diversificar la producción nacional.. Esto significa que tenemos todas las condiciones para elaborar un plan nacional de inversión productiva
Toda economía, de cualquier país, tiene dos motores fundamentales: el sector privado y el sector público, pero en el caso de la Venezuela de hoy, el sector privado (nacional y extranjero), aun con las condiciones de inversión antes descritas, se muestran renuentes a invertir; fundamentalmente porque están involucrados en el proceso político de desestabilización de la economía nacional y porque sus políticas tradicionales de apropiación de la renta petrolera no se materializarían en las actuales condiciones. Esto conduce a que el motor que debe dinamizar la economía sea el sector público.
¿Cómo haría el sector público para dinamizar la economía?
- Dirigiendo las políticas financieras del Estado hacia el financiamiento y estímulo a la innovación y el emprendimiento.Cuando hablamos de emprendimiento, nos referimos a nuevos actores productivos que incrementen, no sólo la productividad, sino que principalmente democraticen y diversifiquen las actividades productivas del país.
- Colocando los centros de investigación científica y tecnológica, al servicio de la producción y la productividad. La inversión científica y tecnológica debe estar orientada al mejoramiento de la actividad productiva prioritaria, como alimentos, medicina, petróleo y petroquímica, entre otros.
- El gobierno debe incrementar el gasto público productivo: El gasto público se divide entre: gasto público corriente (salarios, equipamiento e insumos de la administración y todos los necesarios para el funcionamiento de la administración) y gasto público de inversión; este gasto de inversión se divide a su vez en: inversión cosmética (la de mantenimiento o de creación de infraestructura no vinculada a la actividad productiva) y la inversión productiva. Esta última caracterizada por toda inversión que genere o facilite las actividades productivas públicas y privadas, por ejemplo: vías férreas que sirvan de transporte de personas y mercancías; vialidad agrícola, pequeñas represas para sistemas de riego, entre otras. En este orden de ideas, debe priorizarse la inversión productiva.
Estas medidas serán efectivas a mediano y largo plazo y resolverán el problema de la inflación constante que genera el estancamiento productivo; pero una medida inmediata, para paliar los efectos de la estanflación en la población, debe ser un incremento sustancial en la remuneración salarial.
La visión monetarista-dogmática de la inflación, está destruyendo las capacidades y la efectividad en la administración pública venezolana; y si partimos de lo dicho anteriormente, que corresponde al motor público impulsar la recuperación y desarrollo económico, la visión monetarista-dogmática de la inflación está socavando las capacidades de ese motor. Eso se manifiesta de la siguiente manera: reducción del gasto corriente y de la inversión del Estado, congelación de los contratos colectivos, renuncias masivas del talento humano de la administración pública para migrar al sector privado o para irse del país, o sencillamente para quedarse desempleado y “rebuscarse en la calle”, porque en muchos casos es más costoso trasladarse al lugar de trabajo que lo que perciben de salarios. La mayoría del personal calificado está emigrando de la administración pública, lo cual redunda en el deterioro de los servicios que presta el estado y en las capacidades del sector público para impulsar las políticas necesarias. La visión monetarista de la inflación, en nuestro país, actualmente, es un Harakiri, pero no por honor.
Lo que cuesta entender es por qué aferrarse a una teoría que ya ha demostrado su inutilidad en nuestro país y que además, es sólo una teoría más de las que intentan explicar las causas de la inflación ¿Por qué aferrarse a la que menos nos ayuda?
La recuperación y desarrollo de la economía nacional no es un asunto de una o dos acciones concretas. No existe solución inmediata a la crisis económica, social y política venezolana; precisamente por eso es que no existe una solución inmediata, porque la crisis no es sólo económica; es también política y social. Si seguimos con una visión parcial del problema, nunca lo resolveremos.
Si bien en este artículo planteamos algunas medidas, que en lo económico consideramos que pueden contribuir efectivamente a la solución de la crisis, estamos claros que a la par deben implementarse medidas que recuperen el respeto de la población a la institucionalidad; medidas también que reduzcan o eliminen la percepción fatalista de la población respecto a la actual situación; no olvidemos que todos somos agentes económicos y que nuestro accionar individual o colectivo afecta en menor o mayor medida, para bien o para mal, la salud del estado en su conjunto, y en esto, los medios de comunicación masiva tienen la principal responsabilidad; así como también, el discurso de los líderes en el conflicto político, juega un papel importante en la percepción general de la crisis. Creemos que lo que debe privar es la visión de Estado-Nación: la visón de Nación como conglomerado humano monolíticamente unido por nuestra historia, nuestra idiosincrasia y nuestra sangre, y la visión de Estado para protegernos todos de intereses foráneos contrarios a los nuestros.
2 respuestas
Excelente artículo y excelentes propuestas ha puesto para el debate el Camarada Juan Carlos Valdez. Recibo con júbilo y alegría que cada vez son más las voces que se alzan contra el dogma monetarista que ha entrampado la pólitica macroeconómica de la Revolución. Concuerdo plenamente con el Compañero Juan: es el Estado quien tiene el PODER para resetear la máquina económica y ponerla a girar en la dirección correcta. No existe una solución mágica, el problema es altamente complejo y el crecimiento del problema es exponencial , así que nuestra visión lineal del mundo nos dificualta aproximarnos a la solución, aún así; debemos entender que: No existe situación sin salida, no existe problema sin solución. Un buen punto de partida en el camino hacia la solución sostenible en el tiempo es justamente: devolverle al salario un valor real que permita a los trabajadores reponer su fuerza laboral e incrementar la demanda de bienes y servicios; eso sería estímulo más que suficiente para la producción del sector privado, eso en paralelo a un plan estatal de inversión productiva muy agresivo y dirigido con precisión milimétrica que nos permita elevar la producción en sectores fundamentales como los mencionados por el camarada Juan, y que yo resumiría en: «todo aquello que no nos podrán bloquear porque se puede producir dentro de Venezuela y que actualmente es importado».
Pienso que se debe acompañar la propuesta con un control auditable públicamente, desde cualquier celular inteligente de la gestión del comercio en general, partiendo de los análisis de precios de la manufactura hasta el consumidor final, quedando en evidencia el intermediario ya que el comercio (final/consumidor) compraría directamente a la empresa manufacturera con sistemas de criptoactivos .
hay que acompañar la gestión con un seguimiento de ventas de los productos controlados por la plataforma del SENIAT la cual se debe actualizar a los tiempos de los progresos de los sistemas de cadenas de bloques.