"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Cadáver político

«El cadáver es polvo, es sombra, es nada»,  dice Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa católica.

El Juan Guaido ha cometido una pluralidad de faltas y delitos graves contra el pueblo y  la soberanía de la nación.

Ha violado, absolutamente:

El preámbulo, los principios y artículos  fundamentales  de la Constitución Bolivariana.

El ordenamiento jurídico internacional.

La legislación de la nación y mundial de los Derechos Humanos, al extremos de actos de genocidio.

Los acuerdos de la ONU sobre la paz y la seguridad del mundo.

Juan Guaido es responsable, con sus compinches de aventuras, terroristas y mercenarios, contra el país:

El “contrato” de la incursión militar es la  prueba que no puede negar de su traición a la patria, y de su ilegitimidad.

No asume responsabilidad alguna;  abandonó a los mercenarios de la operación Gedeón, que había contratado para asaltar a la patria.

¿Qué hacer con este pequeño pitiyankee y pequeño monstruo de Mister Danger, de Trump?

¿Qué nos falta por hacer?

Esperamos que la justicia venezolana actúe y le ponga los ganchos antes que se fugue por los caminos verdes de los rastrojos o se asile en una Embajada del cártel de Lima o de la vieja Europa.

Mientras tanto, no podemos olvidar que estamos en guerra de resistencia activa y prolongada contra el imperialismo yankee;  guerra a muerte contra este imperio opresor.

Hay que continuar resistiendo, atacando y venciendo: hasta derrotarlo y sepultarlo.

En ese combate, son esenciales las  alianzas de pueblos libres y Estados soberanos y comprometidos con la diplomacia de la paz.

Venceremos a la insolente bota yankee.

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