Desde 2017, «Rusia planea(ba) la primera venta de bonos en yuanes» con el fin de atraer a los inversionistas en búsqueda de fondos, según The Wall Street Journal ( on.wsj.com/2OBTDm8 ). Por alguna razón, la sonada venta por mil millones de dólares a 5 años no se concretó.
El «roadshow» había sido encabezado por el chino ICBC, primer banco del mundo (bit.ly/3fFc9pz),), con Gazprombank de Rusia.
A los bonos en yuanes emitidos fuera de China se les conoce en forma simpática como “bonos dim-sum” –en alusión a las botanas gastronómicas chinas– y que serán listados en la bolsa de Moscú. Ello conlleva la virtud de acelerar la»internacionalización» del yuan, que pronto será la segunda divisa de reserva global, debido a que China ostenta las «mayores reservas y oro (sic)» en el mundo, con US$3.4 millones de millones (trillones en anglosajón) (dato de 2020; bit.ly/3eJ5rgZ), cuando Estados Unidos se encuentra muy por detrás en un raquítico lugar 20 con US$123 mil 300 millones, inclusive detrás de México con US$175 mil 300 millones (cifras del 2017; bit.ly/2ZFf6Rq).
Cuando se suma todo el «circuito étnico chino» –China, Taiwán, Hong Kong, Singapur y Macao– sus reservas alcanzan unos azorantes US$4.6 millones de millones. ¡Las reservas son ya «amarillas»!
Debido a las sanciones de Occidente, Rusia busca seducir a los inversionistas chinos cuando los bancos chinos han invertido en las firmas rusas del sector del gas y petróleo desde 2016 ( on.wsj.com/3h7vgcr).
SCMP, propiedad de Alibaba, con sede en Hong Kong, exhibe una fascinante gráfica de cómo las potencias imperiales desde el año mil 400 han perdido su estatuto de imponer su divisa de reserva al mundo: Portugal y España entre 1400 y 1575; Holanda y Francia a partir de 1750; Gran Bretaña desde finales del siglo XIX hasta 1925, y Estados Unidos desde Bretton Woods (1944) hasta la fecha.
De nueva cuenta, Rusia intenta lanzar a finales de 2020 o a inicios de 2021 los bonos soberanos denominados en yuanes (bit.ly/3hbrlLy): Rusia y China buscan romper el cordón umbilical con el dólar debido a que «Washington usa el acceso al sistema de pagos global con los dólares como arma para castigar a los países e individuos por quebrantar sus leyes, aun fuera de Estados Unidos».
Moscú y Pekín todavía no consiguen implantar un nuevo sistema para los pagos directos de sus divisas: el yuan y el rublo.
En forma insólita, JP Morgan y el Banco Central Británico «han sugerido que es tiempo para que el dólar ceda su estatuto de reserva global de divisas, ya que la alternativa amenaza al mundo como una supernova (sic) deflacionaria (sic)».
William Pesek, autor del libro La Japonización: lo que el mundo puede aprender de las décadas perdidas de Japón ( amzn.to/2WyIGX8)”, quien por obviedad es proclive a la sinofobia, aduce que «el malestar del dólar no es aún la ganancia del yuan», ya que, mientras los mercados tienen razón en perder la fe en el dólar, el yuan chino no es aún una alternativa de paraíso seguro (bit.ly/3jawNAp).
El fiscal general de Estados Unidos, William Barr (WB), arremetió contra el Partido Comunista de China por «tener éxito en sus políticas económicas depredadoras» al haberse convertido en la matriz manufacturera del mundo y, supuestamente, practicar un “ blitzkrieg económico” para sustituir a Estados Unidos como la «prominente superpotencia» global (bit.ly/3h7IjKQ).
WB comentó que Estados Unidos se ha vuelto “peligrosamente dependiente de China para los materiales de tierras raras (bit.ly/30pHk25)”, primordialmente “usadas en tecnología, medicina y aun en las industrias del hardware militar”.
Mientras WB despotricaba contra el comunismo chino, Pekín daba a conocer su recuperación en su fase post-Covid-19 con un crecimiento de 3.2 por ciento al segundo trimestre de 2020, dejando atrás al resto del mundo.
A diferencia del sobre-endeudado G-7 y su esquema especulativo e hiperconsumista, Rusia ostenta muy poca deuda: 19.5 por ciento de su PIB –una de las más bajas del mundo– frente a Estados Unidos con 104.3 por ciento.
Se acerca el fin de la hegemonía del dólar.