El 5 de abril de 2009, el Comandante Eterno escribía “Desde Teherán”, una de las muchas Líneas de Chávez, donde decía con su inconfundible palabra poética:
Escribo en Teherán, esta grande y milenaria ciudad, cuyos ruidos entran por mi ventana que amanece. Hoy es sábado 4 de abril y cuando me levantaba a las 6:00 de la mañana, en Caracas eran las 9:00 de la noche del viernes 3…¡Todavía! ¡Qué cosas estas las del tiempo y el espacio con sus leyes y su relatividad!
Luego comenta que habló con Caracas durante varias horas, informando sobre los trabajos adelantados y que hoy sábado concluye aquí en Teherán, la Cumbre del G-2, Irán y Venezuela, con la firma de un conjunto de acuerdos que constituyen la línea de partida del nuevo mapa 2010-2020.
Y suministra detalles que nos interesan como pueblo venezolano. Con Irán hemos comenzado la creación de una empresa gran nacional de medicamentos, que contribuya al quiebre de las grandes transnacionales farmacéuticas de la muerte. Y también al fortalecimiento de diversos proyectos agropecuarios, alimentarios, mineros y energéticos, con el propósito estratégico de convertir a Venezuela en una potencia soberana e independiente, en lo posible.
Entre tanto, estaba reunido el G-20 en Londres, “sin pena ni gloria”. Más de lo mismo. Decidieron de nuevo darle gigantescas cantidades de dólares al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial…Válgame Dios. Otorgarle más poderes a la Organización Mundial del Comercio y amenazar incluso a aquellos países del Tercer Mundo que caigan en el “pecado del proteccionismo”. Sálvese quien pueda, pues. Los fundamentalistas se resisten a aprender.
¿A quién, sino a los que no quieren ver la realidad, se le puede ocurrir poner en manos de un incendiario la tarea de apagar el incendio?
Y recordó a los inmortales José Gervasio Artigas: “No debemos esperar nada, sino de nosotros mismos”. Y a Martin Luther King: “Nos rehusamos a creer que el banco de la justicia esté quebrado”.
Ya se había producido la inauguración del Banco Binacional Irán-Venezuela (BBIV), en su sede de Teherán, para cuyo nacimiento “trabajamos intensamente durante dos años”, nuevo instrumento que hemos creado para “liberarnos precisamente de la dictadura del dólar”.
Inglaterra había navegado plácidamente, durante cerca de un siglo y medio, como Imperio Mundial, desde inicios del siglo xix hasta la Crisis del 29 en el xx. Estados Unidos había hecho lo propio desde 1946, luego de la Segunda Guerra Mundial, hasta inicios de los setenta, cuando entró en “turbulencias”.
Primero fue la derrota en Vietnam, después de 11 años de guerra, con el psicópata Lyndon Johnson al frente y un millón de soldados estadounidenses estacionados en Indochina (Vietnam, Laos y Camboya), aparte de napalm, fósforo blanco, gas mostaza y hasta mini-bombas atómicas, según algunos especialistas.
Y un sexenio después, en 1979, por la caída de dos tiranías infernales a su servicio: los Somoza en Nicaragua y la del Sha Reza Pahlevi en Irán, con lo que se inició esta caída que ha rebrotado en varias ocasiones como en 2008.
Por supuesto, el Imperio, que es el Imperio, ha seguido “pataleando”. Triunfante en Guatemala en 1954; derrotado en Playa Girón en 1961; invasor en República Dominicana en 1965; “baño de sangre” en Chile en 1973; derrotado, dijimos, en Nicaragua e Irán en 1979; invadió a Granada en 1983 y a Panamá en 1989.
Pero en 1999 llegó la Revolución Bolivariana. Y el Imperio está “herido de muerte”. Tienen “plomo en el ala”, voz de mi abuelo. Y saben que “el cambur verde mancha”, como trepidan audazmente nuestros cuerpos combatientes.
No han podido ni podrán. Estamos en plena “batalla” con una nueva oleada de pueblos a la ofensiva. Contamos con “el hombre de las dificultades”, regresado a la vida por Chávez. Y vamos, ahora sí, por la victoria final.
Los venezolanos conocemos bien estos barcos iraníes. Hace siete años los acariciamos con la mirada en el templo que hoy es el Cuartel de la Montaña. Allí los vimos en su desplazamiento luminoso, tenaces y seguros, al trasluz de las lágrimas viriles del querido presidente persa Mahmud Ahmadineyad.
Qué viva Chávez, carajo !!!.
(Ver Hugo Chávez Frías. Las Líneas de Chávez. Desde la primera línea. Caracas, Correo del Orinoco, 2011; y Atilio Borón. América Latina en la geopolítica del imperialismo. Caracas, Fundación Imprenta de la Cultura, 2013).