“El enemigo, aferrado a una estúpida, antipática y aborrecible injusticia, no podrá resistir nuestra moral, nuestra razón y nuestra incontenible fuerza en la lucha por esta justa demanda, y no le quedará otra alternativa que devolver cuanto antes a Elián”.
Fidel Castro
El 25 de noviembre de 1999, Elián fue encontrado sobre una cámara de neumático frente a Fort Lauderdale, luego de dos días a la deriva y de que la embarcación rústica donde viajaba ilegalmente hacia Estados Unidos, llevado por su madre Elizabeth Brotons, naufragara. Días después el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, le prometería a su padre, Juan Miguel González, “a partir de mañana mismo se vuelca la nación completa a hacer el reclamo por el regreso de tu hijo”.
Durante los próximos meses, todo un pueblo, encabezado por niños y jóvenes, se lanzó a una batalla por la felicidad de un pequeño; de un extremo a otro de la isla, en todos los municipios y con todos los sectores de la sociedad se levantaron encendidas Tribunas Abiertas de argumentos y arte comprometidos; las Mesas Redondas comenzaron a desentrañar los hilos de la enrevesada madeja de la política norteamericana hacia Cuba y el carácter mafioso de la contrarrevolución asentada en Miami al amparo y financiamiento de Washington.
A 20 años de su regreso, Cubadebate y el sitio Fidel Soldado de las Ideas conversaron con Elían González, quien recién acaba de anunciar que será padre de una futura niña.
“El hecho de que toda una nación se movilizara y estuviera al lado del dolor de mi padre, y deseara mi regreso, ha sido algo que nos ha marcado y cambiado toda nuestra vida, por mucho que hemos tratado de que transcurriera lo más normal posible.
“En nuestra ciudad natal, las amistades, siempre hay lugares y compromisos a los que acudir, personas que nos quieren saludar, personas para las que no veo otra forma de cumplir con mi parte que saludándolos, que siéndoles fiel y respetuosos, porque, sin apenas conocer a ese niño, sumaron sus voces por mi regreso.
“Ese compromiso de serles fiel y correcto, no traicionar esa confianza, es lo que voy a llevar conmigo, tratando de no defraudarlos. También ha sido un peso al perder la intimidad, el goce de llegar a un lugar y tener el anonimato. Pero el habernos convertido en familia del pueblo cubano y el hecho de estar con mi padre es la mejor paga para todo”.
Elián fue puesto en brazos de su padre el 22 de abril de 2000, 199 días después de que fuera secuestrado en Miami por la mafia cubano-americana de la Florida. Finalmente, el 28 de junio la Corte Suprema de EE.UU. denegó la solicitud de interdicto presentada por los abogados de esa mafia, que impedía el regreso de Elián a Cuba.
Sobre su llegada a Cuba y la presencia de Fidel, Juan Miguel recordaría años después: “Él faltaba como falta hoy, físicamente; pero estaba más presente que nadie, porque estuvo pendiente de lo más mínimo que sucedía. Pero esa noche sí pudimos compartir con él”.
“Después de comer, de habernos tomado unas copas de vino, cuando conversábamos apartados de toda la familia, despidiéndome él en la escalinata del Consejo de Estado, me sentí un descenso; se me comenzó a nublar el rostro del Comandante y le dije: Jefe, me caigo. Y él me abrazó y empezó a dar gritos al médico. Enseguida acudieron y me explicaron que era por el estrés. Lo que se siente al conocer a Fidel lo pude sentir esa noche”.
Para el pequeño Elián, en cambio, fue un poco diferente. “Se me habló de un diablo de la persona más malvada que pueda existir. Cuando comienzo a hablar con mi papá, me dice que tenía un amigo que había hecho posible mi regreso y me comenta de Fidel. Pero te imaginas entonces para un niño de seis años la confusión que eso podría traer. Es por ello que tenía muchas ganas de conocerlo y tener yo mismo mi propia idea de ese hombre”, contó hace unos meses a Cubadebate el hoy ingeniero industrial sentado en uno de los bancos del Parque Josone en Varadero, donde trabaja su padre.
“Cuando llegué a Cuba no pude conocerlo porque él no va al aeropuerto. Lo conozco meses después cuando termino mi primer grado y luego comprendí que él esperaba a que yo terminara de aprender a leer y escribir para regalarme La Edad de Oro. Es el primer libro que tuve y el que más guardo con cariño.
“Años más tarde vi las imágenes y uno puede apreciar como en mi cara había asombro y hasta intriga por conocer a ese hombre del que mi papá me había hablado tan bien. Recuerdo que al percatarse de eso hizo su primera jarana, de que tuviera cuidado no me comiera el libro y leyera la caja de bombones”.
“Era un hombre que hacía muchas preguntas y se interesaba en mi vida y en la de la comunidad. Una vez a punto de iniciar el duodécimo grado no sabía qué carrera estudiar. Muchas veces le pregunté o intenté que él me dijera su opinión y eso no sucedió nunca. Siempre lograba desviar la conversación porque el quería que yo tomara mi decisión. Hizo como con cada cubano, nos dio las herramientas para instruirnos y construir nuestro propio camino”.
Elían terminaría por estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad de Matanzas “Camilo Cienfuegos”. Los vecinos fueron los primeros en hablarle de la carrera cuando apenas la conocía.
“También en ese momento estaba ocurriendo el Congreso del PCC analizando los lineamientos, Cuba enfrascada en una política económica para aumentar los niveles de productividad, y entonces cuando empecé a entender la carrera y el rumbo del país, entendí que era una carrera que se necesitaba y que podía hacer un aporte a lo que necesitaba nuestro país”.
Fidel fue una constante en su vida. Durante años se habló de las idas y venidas del líder cubano a Cárdenas. Allí celebró varios cumpleaños de Elián en su escuela; asistió a las graduaciones del primer y sexto grados del niño y visitó a su familia.
“Fidel es en mi vida algo así como un faro. Desde que lo conocí y establecimos una amistad, la inmensa mayoría de mis esfuerzos están encaminados a hacer sentir orgulloso a mi papá y a nuestro Comandante”.
Por eso hoy, 20 años después de su regreso y a punto de ser padre por primera vez con la novia de siempre, a quien conociera en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de Matanzas; Elían cuenta qué le dirá a su hija sobre Fidel.
“A mi hija le contaré del amigo, hermano y padre que conocí. La persona que no cesaba ante una injusticia en su empeño hasta verla resuelta. Sin olvidar el apoyo que le dio a mi padre y cómo volcó a toda una nación por la idea de tener a un niño en la patria con su familia. Acompañado de las historias personales que lo hacen más humano y más grande, y que también serán para mi hija”.
Mas, sobre su historia, el niño Elián no cree que tenga una en particular que contar. “Más bien es la historia del pueblo de Cuba, de nuestro Comandante, de todas las personas que fueron los partícipes de esa lucha, los que marcharon, los jóvenes que en una Tribuna Antimperialista sumaron sus voces porque yo estuviera junto a mi padre. Yo creo que esa es la historia. Creo que es una historia que no se la contaría yo. Alguien más se encargará de contarla. En algún momento tendrá sus dudas y se las explicará. Contársela yo misma sería vanagloriarme o yo mismo enaltecerme”.
Al final, al preguntarle por Cuba, Elián no duda en decir: “Cuba para mí lo es todo”.
“Cuba para mí lo es todo, es lo más grande. Tengo bien enseñando por mi familia el amor a mi Cuba y a mi patria. Verla como mi padre, mi madre, verla como el lugar al que siempre le deberé mi vida y mi sangre. Orgullosamente me siento su hijo, orgullosamente siento que vivo en el mejor país en que se puede haber nacido, crecer, hacer una familia, por todo lo que significa ser cubano. Para mí ser cubano lo es todo”.