La lealtad y el amor de los perros hacia los seres humanos han provocado la sensibilidad de muchos de nosotros hacia ellos, reconocimiento y respeto que se han hecho extensivos a casi todas las especies del mundo animal. La actitud de los perros con su cuidador o tenedor, más no “su amo”, ha contribuido enormemente a la formación de conciencia acerca del trato que por reciprocidad debemos brindar a todos los animales, salvo aquellos que representan un peligro real para el género humano.
Miles y miles de cuentos y manifestaciones del comportamiento canino recorren los campos y ciudades de nuestro país y el mundo entero. Los episodios de amor y lealtad de los perros hacia nosotros han tenido como escenarios los caminos, selvas, sabanas, potreros, patios, habitaciones y calles.
¿Quién cuando niño no reprimió un perro y recibió de éste una respuesta que nos provocó luego lastima y cariños compensatorios?. ¿Quién no “jeteó” ante la muerte de su perrito?. ¿Quién no fue seguido por el “perro de la casa” o de la “matera” hasta la escuela o se le pegó atrás en los “mandados”?. Recuerdo a mi perro “Palomo” corriendo tras la GMC de mi padre desde El Yagual a San José y de regreso.
La insistencia de los perros en permanecer a nuestro lado, esperar que lleguemos y protegernos de un agresor, ha provocado hasta en los más agrestes de nosotros, manifestaciones reciprocas de solidaridad. De nada vale escondernos o simular ausencia. Aguardarán el tiempo necesario porque su desarrollado olfato les indicará nuestra presencia.
Los perros con su amor son capaces de soportar reprimendas y acudir de inmediato a lamer las botas y manos de su represor. Por más que los maltratemos, permanecerán fieles, firmes y consecuentes, moviendo la cola y levantando sus patas para ponerlas en nuestro pecho.
Es común decirle a un hijo “perro”, sin el menor desprecio. Por el contrario, un profundo sentimiento de amor nos embarga al llamarlos así.
Con el perdón de los perros, los imperialistas norteamericanos nos persiguen hasta la necedad. No por amor sino por su empeño en sustraer nuestras riquezas. Seguirán asediando el espacio aéreo venezolano, apropiándose de nuestros activos en su territorio y en sus bóvedas bancarias, bloquearán nuestras costas y hasta nos invadirán.
Los gringos no cesarán en su propósito de arrebatar lo que nos pertenece. Sabotearán y entorpecerán el Diálogo y la Convivencia entre los venezolanos.
Nada parecido al “amor de los perros”. Los mueve el egoísmo y la ambición. Olfatean sí, que en nuestra patria se encuentran las soluciones materiales de su crisis y buscarán, robándolas, detener su decadencia imperial.
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!