En los últimos días hemos estado atentas y atentos a la discusión mantenida entre dos importantes referentes de la política revolucionaria del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) sobre un tema que toca a todas y a todos.
La discusión mantenida entre la economista Pascualina Curcio Curcio y el también economista y constituyente Jesús Farías, ha salpicado a los diferentes sectores de la izquierda venezolana, a quienes apoyan y también a los que adversan al gobierno revolucionario del presidente Nicolás Maduro.
En torno a este tema podríamos encontrarnos con varias apreciaciones, entre ellas las siguientes “el salario mínimo venezolano está al nivel de 2 $ mensuales” y que “nadie puede vivir actualmente con ese ingreso”, “el salario debe ser dolarizado”, “no hay dinero para aumentar el salario mientras estemos bloqueados”.
Pero… ¿es realmente el salario, bajo o alto el problema real en el cual debemos centrarnos las y los revolucionarios en esta coyuntura por la que atraviesa nuestro país y el proceso revolucionario?
No lo vamos a definir acá, ni a echar el cuento de su origen etimológico, político o económico, lo que si pretenderemos es tratar de ubicar la discusión en lo que consideramos debe ser el tema en el cual las y los revolucionarios deberíamos centrarnos.
Y, es que parece evidente que hace un tiempo la humanidad se encuentra inmersa en un combate entre dos grandes sectores de ella, los que poseen los medios de producción, y los utilizan para enriquecerse y los que sólo poseemos nuestra fuerza de trabajo y estamos irremediablemente obligados a venderla primero para sobrevivir.
También es evidente, para las y los que han estudiado esa contradicción, que los dueños de los medios de producción también son dueños de los “medios de comunicación”, de las religiones y por si fuera poco de la educación.
¿Trampa ideológica?
Mientras las revolucionarias y revolucionarios, tanto opositores y apoyadores del gobierno nacional y del presidente Nicolás Maduro, presentan sus argumentos en favor o en contra, la burguesía nacional e internacional se lame el bigote y continúa sus esfuerzos por sacar del poder a la Revolución Bolivariana y a todo gobierno, movimiento político o dirigente que en América Latina y el mundo se atreva a apoyar esta propuesta política conocida como socialismo del Siglo XXI.
¿Será verdad que es “la lucha por el salario” la que realmente debemos impulsar? Y si por un momento hacemos un ejercicio de abstracción y nos salimos de los esquemas ideológicos, religiosos y educativos impuestos por los dueños de los medios de producción y tratamos de voltear la arepa en el aripo y vemos el problema desde otra óptica?
Si comprendemos que existe una contradicción entre los dueños de los medios de producción y los que solo tenemos la fuerza de trabajo, deberíamos entonces hacer un esfuerzo por plantear la posibilidad real y concreta de transformar esa realidad.
Ya el presidente Hugo Chávez, a mi parecer, avanzó bastante en este tema y para esto nos legó, partiendo de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela y su visión de la democracia participativa y protagónica, las Leyes del Poder Popular, donde resaltan los Consejos Comunales y Comunas y algo fundamental como los Consejos Productivos de Trabajadores.
Al parecer en la puesta en práctica de los Consejos Comunales, Comunas y Consejos de Trabajadores, está la posibilidad real de transformar las odiosas relaciones sociales de producción, distribución y de consumo impuestas por los dueños de la religión, la comunicación y la educación y que las explotadas y explotados de siempre hemos seguido como algo natural.
Salirnos de la ilusión del salario, mínimo, básico, digno, salario al fin, y ponernos a construir la nueva sociedad justa y amante de la paz, donde las obreras y los obreros, constituidos conscientemente en clase social, ejerzamos el poder construyamos esas nuevas relaciones sociales, parece la tarea hoy.
Salario, mínimo, básico, real, social, salario… ¿Y si lo que tenemos que discutir es otro tema?
Un comentario
Estoy totalmente de acuerdo con el compatriota Dámaso Perez tenemos que cambiar de hablar de salario mínimo. Porque forma parte del aparato montado por los dueños de entregarle dádivas a la fuerza de trabajo. ( el trabajador) lo que tenemos que consentrarnos tomar los medios de producción por la fuerza de trabajo y socializar realmente la economía. Sumando la soberanía economía.