Hace más de tres meses expuse que la vacuna británica AstraZeneca venía dando tumbos y que contaba con la complicidad de la OMS. El directivo de la vacuna británica informó sobre la «reacción adversa» de una voluntaria ante JP Morgan Chase, el primer banco de inversiones de EEUU, lo cual delata su iatrogenia y sus ‘juegos bursátiles’ subyacentes.
El fuerte tropiezo de la vacuna británica AstraZeneca de la Universidad de Oxford, debido a una severa «reacción adversa», epitomiza la crónica de un fracaso muy anunciado, lo cual obligó a detener las pruebas clínicas en la fase 3, lo cual tendrá un fuerte impacto en las pruebas de las otras vacunas de AstraZeneca.
Las acciones de AstraZeneca se desplomaron en solo un día 8% y, a propósito, Wall Street Journal advirtió que muchas vacunas podrían ser afectadas en sus cotizaciones bursátiles.
Cabe señalar que la «reacción adversa» se trató de una mujer voluntaria que mostró una inflamación neurológica de la espina dorsal conocida como mielitis transversa.
Con la cruzada de las vacunas anglosajonas se calcula que la bolsa de Wall Street había obtenido unas jugosas ganancias de por lo menos 100.000 millones de dólares, las cuales probablemente empiecen a desmoronarse.
Desde hace más de tres meses expuse que «AstraZeneca exhibe un enorme obstáculo ya que, previo a la prueba clínica tanto de la fase 1 como de la fase 2 que inició en junio, no está tomando en cuenta su resonante fracaso con los ensayos clínicos en monos».
Fue notorio que su fracaso de las pruebas en monos, expuesto el 18 de mayo, haya valido tres días después un comunicado de prensa muy alambicado por AstraZeneca donde reconoce que «la vacuna puede no funcionar, pero está comprometida al progreso del programa clínico con rapidez para incrementar la manufactura en riesgo».Desde entonces —es decir, hace más de 3 meses—, inquirí si «AstraZeneca informaba o desinformaba» y si también se estaba curando en salud.
Visto en retrospectiva,es probable que las apuestas bursátiles de AstraZeneca, que detenta el séptimo lugar de la lista del Top-10 del Big Pharma, hayan influido en su ocultamiento del fracaso de las pruebas en monos.
Cabe indicar que el banco inversionista Wellington Management —con sede en Boston, ostenta un capital de más de 1 billón de dólares— es el principal tenedor de acciones de AstraZeneca con solamente 2,57%.
Desde el fracaso de las pruebas en monos el 18 de mayo, me llamó mucho la atención las maniobras de la polémica vacuna de AstraZeneca que, inclusive, parecía contar con la complicidad de la controvertida OMS por lo que aludí —en este artículo—, cuando todavía no aparecía en el radar la vacuna rusa Sputnik V— que la guerra de vacunas comportaba un corolario de guerra bursátil.Ya el 11 de abril, en el tramposo ranking de la OMS expresé que «China llevaba la delantera sobre las otras vacunas occidentales de sus omnipotentes miembros del Big Pharma que arrojan uno de los principales negocios del planeta que colinda con 1 billón de dólares».
Por arte de magia, 46 días después al 11 de abril, la OMS colocó a la vacuna de AstraZeneca en el primer sitial y degradó al segundo lugar a la vacuna china CanSino Bio.
Fue cuando comenté «es muy extraño el primer lugar de la vacuna de la Universidad de Oxford/AstraZeneca, ya que no aparecía en la anterior lista de la OMS del 11 de abril», cuando la Universidad de Oxford se jactó de haberse adelantado a la vacuna china y que su vacuna estaría lista para finales de septiembre: «aquí empiezan los problemas con el escrutinio de lo que han publicado y publicitado la Universidad de Oxford/Instituto Jenner y el comunicado de prensa de la empresa sueco-británica AstraZeneca».A sabiendas de la hazaña de la vacuna rusa Sputnik V, volví a advertir en mi cuenta de Facebook el peligro inherente a la vacuna británica de AstraZeneca que, por cierto, se había resguardado legalmente de las complicaciones iatrogénicas por cualquier efecto colateral nocivo.
Ahora el mundo anglosajón ha pasado al control de daños cuando su vacuna estrella de AstraZeneca ha sufrido un sonoro tropiezo y deja como sus sustitutas a dos vacunas de EEUU:
- La de Moderna, que cuenta con el respaldo de los Institutos Nacionales de Salud, además de la probable participación bursátil de Anthony Fauci, el zar de la pandemia de Trump; y
- La de Pfizer y BioNTech SE.
También EEUU cuenta con otras dos, todavía alejadas de los primeros sitiales de la guerra nacionalista de las vacuna: Novavax y Johnson & Johnson.
Al corte de caja de hoy, la vacuna rusa Sputnik V va viento en popa, al unísono de la vacuna china de CanSino.
Lo más relevante radica en que Trump había apostado en la vacuna de AstraZeneca para empezar la vacunación en EEUU antes de la elección presidencial del 3 de noviembre, según el Financial Times, lo cual califiqué de «vacuna electorera».
Otro problema de la vacuna británica yace en que solamente había reclutado a 10.000 voluntarios cuando las agencias científicas del Gobierno de EEUU obligan a 30.000 voluntarios para pasar la anhelada autorización. Hasta aquí podemos aseverar que la vacuna británica no hizo nada bien.
Toda la maquinaria propagandística de Reino Unido, con sus aliados en EEUU, intentan diluir el fracaso de la vacuna de AstraZeneca comentando que tales tropiezos suelen ser «comunes como parte rutinaria de su desarrollo».
Por alguna razón, la sombra de la bursatilidad intrínseca a la vacuna británica de AstraZeneca ha planeado en todas sus fases.
A Pascal Soriot, jefe ejecutivo de AstraZeneca, le reclamaron la razón por la cual «la información» sobre la «reacción adversa» de la mujer voluntaria «fue revelado en un evento privado organizado por JP Morgan Chase».
Pascal Soriot informó que la inminente reanudación de las pruebas clínicas de la vacuna británica —que usa la forma atenuada de un adenovirus para provocar la protección del sistema inmunológico— estará en manos de un «comité de expertos independientes», como si ya supiera de antemano su dictamen.
Cabe recordar que Wellington Management es uno de los principales accionistas con el 1,50% del legendario banco estadunidense JP Morgan Chase —que pasó del primer lugar en 2018 al séptimo sitial global en 2019 en su capitalización de mercado—, lo cual demuestra que la guerra bursátil es el corolario de la guerra de las vacunas que la mayor parte de las veces no toman en consideración la vida de los pacientes ni sus flagrantes iatrogenias.
El escritor ruso-estadounidense Dmitry Orlov, quien se dio a conocer por sus asombrosos escritos sobre el probable colapso de EEUU, en una reciente entrevista con Sputnik, en su versión alemana, explaya la razón del éxito de la vacuna Sputnik V que ya formaba parte del arsenal de la URSS en la década de los ochenta y que «ahora fue reutilizada, con una carga útil diferente, para desarrollar la inmunidad contra el coronavirus»: a ello se debió que «los rusos la hayan hecho tan rápidamente y con tanto éxito» ya que «se trata de reutilizar una técnica existente con una ligera modificación».
Lo real es que Sputnik V desbancó de su falso primer lugar a la vacuna británica de AstraZeneca con todo y las trampas taxonómicas de la OMS.