El cuadro político interno en Venezuela se ha movido con especial particularidad. El presidente Nicolás Maduro dijo que «desde hace largo tiempo» factores de la oposición, más allá de quienes lo han hecho abiertamente en la Mesa de Diálogo Nacional, han estado «dialogando» con el chavismo y ahora la situación se proyecta a un cambio favorable del entorno, por ahora.
Los eventos han girado particularmente desde que la Asamblea Nacional (AN) proclamó a las nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE).
¿Qué ha pasado y cómo llegamos hasta aquí?
La elección del nuevo CNE como punto de inflexión
Recientemente, cuando se anunció el nuevo CNE, varios actores opositores la tildaron como un cuerpo «con derecho a la duda» por la presencia de irrefutables antichavistas entre sus miembros, abriendo el abanico de posibilidades y reacciones.
Este CNE habría sido propuesto no solo por los opositores en la AN, sino también por miembros de la «sociedad civil» y de opositores abstencionistas en acercamientos tras bastidores con el chavismo.
Las reacciones fueron variadas en la oposición interna, pero los diferentes matices con los que fue lidiado el anuncio en el frente externo de Venezuela han sido más interesantes y han sido claves para definir cómo se han sedimentado las posturas anteriores.
A saber, la Unión Europea (UE) calificó de «un primer paso» la elección del ente comicial.
Entretanto, el gobierno estadounidense mediante una vocería menor, en un evidente cuidado de sus posturas habituales y pie de fuerza, no rechazó el CNE. Declaró que «los venezolanos decidirán si el nuevo CNE brindará una solución integral a la crisis política», como Poncio Pilatos, pero sin refutar que el ente comicial haya sido electo por una AN cuyos actos serían desconocidos por el gobierno estadounidense, tal como se dijo en la Administración Trump. Importante salvedad esta última.
La Organización de Estados Americanos (OEA), o más bien su Secretario General, quien ahora parece personificar dicha instancia emitiendo comunicados sin consultas al Consejo Permanente, declaró írrito el nombramiento por «nulidad» de los actos del actual parlamento.
Lo que es apreciable, tanto en la oposición venezolana como en los actores del frente externo, es una clara ausencia de cohesión de posturas. Se aprecia en las tonalidades. Sin embargo, apartando a la OEA, es evidente para los estadounidenses y para los europeos el sostenimiento de la estrategia de «máxima presión» no ha dado resultados esperados. El pretendido estancamiento promovido en la política venezolana no ha sido tal y, en definitiva, se han debilitado todos los consensos alrededor de las frases «cese de la usurpación» y «gobierno de transición», las cuales han desaparecido de la jerga sobre Venezuela.
Es evidente que no todos los sectores de la oposición se plegaron a la inamovilidad abstencionista que propuso el gobierno estadounidense como estrategia. La aspiración a cargos regionales ha estimulado que varios partidos se reúnan tras bastidores con el chavismo aspirando un allanamiento de condiciones que les permita regresar a la arena política. La trampa abstencionista contraviene sus aspiraciones en favor del beneficio (político y económico) de reducidos grupos de una oposición hecha diáspora.
Con este escenario se consolida el debilitamiento del llamado G4 como instancia principal en la operación de desmantelamiento de los canales formales de la política nacional y su ruptura de facto, por ser esa la base de «legitimidad» sobre la que se sostuvo el gobierno fake de Guaidó.
A la luz de un debilitamiento de la estrategia estadounidense en Venezuela, y de que las medidas de bloqueo no sacaron al chavismo de su centro de gravedad política y, por el contrario, ha sabido consolidarse pese a ellas, el método ha tenido que cambiar. Ahora son las «soluciones políticas y negociadas» las que vuelven al ruedo.
Todo esto se ha generado desde el CNE como punto de inflexión. La institucionalidad en Venezuela avanza con o sin los factores favoritos de Washington.
Los movimientos de piezas en la política interna
El nuevo CNE ha previsto la revisión de la situación de partidos inhabilitados y nuevas toldas de cara a las elecciones de este año. El ente electoral se declaró en sesión permanente para definir la fecha de los comicios de gobernadores, alcaldes, legisladores regionales y concejales. Las elecciones van.
El presidente del CNE, Pedro Calzadilla, explicó que revisarán con los organismos competentes las inhabilitaciones, además de la inscripción y renovación de nómina de partidos ya inscritos, también realizarán una jornada de inscripción y actualización en el REP y propuestas de cronograma electoral.
En una reunión en Caracas, los miembros de la facción de Acción Democrática (AD) liderada por Henry Ramos Allup decidieron participar en las elecciones de gobernadores y alcaldes, propiciando la ruptura de facto del G4.
El presidente Nicolás Maduro, en una breve descripción sobre la evolución de este cuadro político, indicó que estos acuerdos eran parte de negociaciones con amplios sectores opositores, «salvo con la oposición extremista», en referencia a Guaidó.
Maduro informó que Freddy Guevara, de Voluntad Popular (VP), y otrora emisario de Leopoldo López en el país, solicitó una reunión con el diputado Francisco Torrealba, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), interesado en que su tolda participara en la elección. Luego Guevara confirmó que el acercamiento a Torrealba era cierto, alegando: «Haremos todos los planteamientos que tengamos que hacer para lograr destrancar este juego».
Los movimientos indican la creación de condiciones para ir a una elección masiva de cargos regionales y municipales. Sin embargo, esta agenda por ahora inicial no excluye más posibilidades y demandas por los antichavistas.
Guaidó en el laberinto
Al saberse de los movimientos de opositores dialogando y anunciando sus aspiraciones electorales, Juan Guaidó decidió hablar «en nombre de toda la oposición» venezolana y propuso un nuevo mantra político: un «Acuerdo de Salvación Nacional» a partir de un nuevo diálogo, con él incluido, conjuntamente con otras demandas, entre ellas la realización extemporánea de elecciones presidenciales y parlamentarias.
Básicamente, Guaidó solicita públicamente un diálogo, pero al mismo tiempo lo rubrica y patenta a su nombre y acorde a nuevas imposiciones, incluso ofreciendo el desescalamiento de medidas de bloqueo económico-financiero-comercial contra el país como parte de un incentivo político.
La entrada a destiempo de Guaidó, en clara incongruencia con los eventos en el terreno de lo real, como ya indicamos viene precedida por una clara sedimentación de los consensos que sostuvieron su presidencia fake. Ni siquiera para los estadounidenses y europeos su «presidencia interina» es una ruta creíble ahora, y tampoco lo es para los otros partidos que le acompañaron.
Sobre esto, el «embajador» virtual de Estados Unidos en Venezuela, pero radicado en Colombia, Jimmy Story, indicó que avalaban el llamado de Guaidó a un «Acuerdo de Salvación Nacional», suscribiendo cada uno de los ítems propuestos por Guaidó. Sobre el nuevo CNE, sin desconocerlo, Story alegó que este «no es suficiente».
Respecto al pronunciamiento de Guaidó, el presidente Maduro señaló que «quienes se negaron al diálogo y se quedaron por fuera, aislados y derrotados, ahora andan pidiendo diálogo» con la intención de participar en las elecciones regionales de este año. Agregó que «sale hoy a decir que quiere diálogo porque se quedó por fuera de todo, aislado y derrotado. Nadie le consulta nada, mientras el rumbo del país ya va fijado hacia una gran megaelección».
Acto seguido expresó que «si él quiere incorporarse a los diálogos que ya están en curso, desarrollándose en todos los temas, bienvenido a que se incorpore a los diálogos que ya existen y que no se crea que él es el jefe y líder supremo de un país que no lo reconoce».
Maduro remató:
«Si quieren diálogo, aquí estamos listos para el diálogo del tema que quieran, cuando quieran. Estamos curtidos y versados en el diálogo político, diplomático y soberano entre venezolanos y venezolanas, en el diálogo para la paz, en el diálogo para que se levanten las sanciones contra Venezuela, en el de la reconciliación entre los venezolanos. Somos gente de diálogo, somos guerreros de la Patria, forjados en la democracia, la libertad y el diálogo».
Sobre la evolución en el cuadro político venezolano, Leopoldo López se adhirió a la propuesta hecha pública por Guaidó y consideró la pertinencia de «negociar» con el chavismo.
El fracaso de cuatro años de estrategia para desmantelar al chavismo
El ciclo de cuatro años de «máxima presión» contra Venezuela parece remitir en los términos que hemos conocido. Esto con la salvedad de que las presiones económicas y políticas siguen contra el país, se mantienen intactas. La presión sigue, pero debe ser recalibrada. La nueva administración estadounidense no ha escalado en nuevos anuncios de medidas contra Venezuela.
Es evidente el desmantelamiento de los puntos principales de la agenda de «máxima presión». Han sido borrados de la ecuación el «cese de la usurpación» y «el gobierno de transición». La aceptación tácita y abierta de Estados Unidos y la UE respectivamente sobre el nuevo CNE suponen un reconocimiento, también tácito y abierto, de la nueva AN electa en el país, lo que da por desbancada la pretendida continuidad perpetua de la AN electa en 2015 sobre la cual todavía Guaidó dice afianzarse. Los bloqueos feroces y simultáneos no han logrado los objetivos previstos y esa es una realidad inocultable.
La inutilización de Guaidó se ha sentado por vías de hecho, tanto como lo fue siempre por vía de derecho. Se superponen sobre su figura Henrique Capriles, Henry Ramos Allup y Freddy Guevara como creíbles interlocutores políticos frente al chavismo, todo mientras Maduro le ofrece espacio en una mesa de diálogo ya en desarrollo sobre la que poco puede maniobrar.
Guaidó parece enviado por los factores externos a negociar ahora con el chavismo para intentar lograr lo que más puedan, en condiciones de desventaja, junto a opositores divididos entre sí y con un saldo político de fracasos acumulados a cuestas.
En el frente externo de Venezuela, que es donde concurre el resignificado de las interlocuciones con el chavismo, ahora mediante un cambio de estrategia, existe el reconocimiento de que la República Bolivariana se volvió para ellos un punto de encallamiento. La situación ha sido de estancamiento luego de cosechar fracasos en la agenda destituyente del chavismo.
La prolongación del ciclo de la oposición «en diáspora» haciendo alardes de denuncias y lobbys externos sin que ello se tradujera en un cambio real de la situación en Venezuela, mientras otra oposición en el terreno de lo político ganaba espacios y la institucionalidad venezolana seguía avanzando, se volvió insostenible para los estadounidenses. La Administración Biden no parece dispuesta a sostenerse sobre saldos perjudiciales en Venezuela, menos cuando se aproximan las elecciones de medio término (midterm elections).
Las dudas ahora se ciernen en la posibilidad de que los factores que ahora piden diálogo y que reconocen que hay que negociar sean factores reinsertados en la política mediante mecanismos de infiltración y sabotaje de los diálogos para perpetuar las agendas destituyentes, asedios y bloqueos, a partir de otros precedentes y modalidades. La obstrucción es también un arma de presión enfocada hacia adentro y desde adentro.
Concurre el riesgo de que, por efectuar propuestas irrealizables por ahora, estos grupos pretendan implosionar las posibilidades políticas en el país.
Sin embargo, la posibilidad a la vista de unas megaelecciones a niveles municipales y regionales debe considerarse como un punto de primer tramo en el complejo proceso de superación del ciclo precedente de cuatro años. Todo está por verse.