En el cruce de espadas por los 99 rusos y los dos aviones, Estados Unidos deja de ser percibido como el centro hegemónico, “el único hegemon de las últimas tres décadas” es desafiado por un acuerdo bilateral entre Venezuela y una potencia por ahora extra regional. Mi viejo amigo comunista de El Valle, alarmado por el acontecimiento, se alistó presumiendo un evento similar a la crisis de los misiles de octubre, en 1962, con epicentro en Cuba. Quizás el apresto de Amadeo Mancera tiene sus granos de verdad: después que Trump presentase su apelación «Rusia debe salir de Venezuela, todas las opciones están abiertas para que se marchen” y María Sarajova declarase que “EEUU no decide las relaciones de nuestras naciones…los 99 técnicos-militares se quedan hasta que ambos gobiernos lo decidan”, efectivamente, la reacción más desproporcionada sería la del bobo de la yuca.
En tal horizonte, solamente unas gríngolas post modernas y puntos de observaciones adocenados como desentendidos de las circunstancias, imposibilitarían captar que los 99 rusos y sus dos aviones evidencian el desempeño de un tránsito geopolítico, que desarticula el orden interestatal mundial regulado por el régimen estadounidense. En ese desplazamiento se decide la erradicación del supuesto amo y un giro o una vuelta de 360 grados que disuelva, para siempre, una modalidad asimétrica de relaciones inter-estatales. Ubicados en ese acontecimiento, la política radical consiste en dinamizar ese movimiento dialéctico, el despliegue de toda su potencialidad.
La evidencia empírica relacionada con la actualidad geopolítica, tiene el sentido de esa certeza que Giovanni Arrighi denomina “crisis señal” o situación de bifurcación que caracteriza las históricas reestructuraciones del sistema mundo. Y habría de puntualizarse que los reacomodos en nuestra región, dado el retorno de gobiernos neoliberales, no significan un reposicionamiento de EEUU que tenga la fuerza de revertir el consistente deterioro del hegemon: un salto de tales extensiones implica que lo primordial y absoluto es, si la potencia capitalista en sí misma, desde sus dimensiones internas. puede constituir o dotarse del empuje que decide la permanencia del sistema mundo jerarquizado y polarizado. Para calibrar tal probabilidad, es indispensable complementar los registros relacionados con los discursos fundacionales de la supremacía de Estados Unidos (doctrina Monroe, Destino Manifiesto, Corolario Roosevelt, doctrina Truman, etc.) con el análisis de los actuales proyectos y estrategias de los centros del poder imperialista, ya que las decisiones de los administradores de la Casa Blanca están reguladas por el poder económico-financiero que centraliza y controla la producción y el mercado mundial. De acuerdo con la lógica anterior, es decisivo ponderar, si las alternativas anti-sistémicas, las fuerzas que desafían la unipolaridad y la hegemonía de USA, se movilizan rigurosamente con base del desempeño requerido por el tránsito geopolítico hacia una estructura global sin centro hegemónico. Entonces, es menester:
La demarcación de los asuntos primordiales y espinosos del tránsito geopolítico; de la agenda política de cada bloque de poder, de cada región y de cada nación
La determinación del alcance explicativo, de los análisis sobre los cambios en el poder mundial, y calibrar los acuerdos como los desacuerdos en torno de las emergentes relaciones interestatales.
La identificación de las tendencias que dibujan los escenarios (incluye los cisnes negros) en proceso de configuración.
Los granos de verdad activos en el alistamiento de Amadeo Mancera expresan un consistente consenso que circula por diversos observatorios y analistas geopolíticos, acerca de una tendencia mundial que prefigura una “proyección dura” o “un mundo más duro”. Al respecto, ponderamos dos temas centrales que gravitan con fuerte peso específico en el tránsito geopolítico: la crisis de la economía mundo capitalista y el poderío militar mundial:
La larga onda recesiva de la economía mundo, instalada en las principales potencias capitalistas occidentales, erosiona la condición hegemónica de Estados Unidos y de la Unión Europea. La desaceleración del crecimiento económico neutraliza y hasta nulifica “la hegemonía norte-atlántica”. En los últimos diez años, los informes “Perspectivas de la Economía Mundial”, del Fondo Monetario Internacional, son una crónica repetitiva de expectativas económicas en picada y de la “débil expansión económica”.
“Los pronósticos de crecimiento mundial correspondientes a 2019 y 2020 ya se revisaron a la baja en el último informe, en parte a raíz de los efectos negativos de los aumentos de aranceles introducidos en Estados Unidos y China…Los riesgos para el crecimiento mundial se inclinan a la baja. Un recrudecimiento de las tensiones comerciales que vaya más allá de lo contemplado en el pronóstico sigue siendo una importante fuente de riesgo para las perspectivas… La principal prioridad… es que los países cooperen y resuelvan pronto sus desavenencias comerciales y la resultante incertidumbre… Los datos de alta frecuencia apuntan a una moderación del ímpetu en el cuarto trimestre. Excepto en Estados Unidos, la producción industrial se ha desacelerado, sobre todo en lo que se refiere a bienes de capital. El comercio mundial crece a un ritmo muy inferior al registrado por los promedios de 2017. En realidad, el ímpetu subyacente podría ser aún más débil de lo que señalan los datos en algunas economías el crecimiento en el tercer trimestre fue decepcionante… Las condiciones financieras en las economías avanzadas se han tornado más restrictivas desde octubre. Las valoraciones de las acciones —que eran excesivas en algunos países— han retrocedido debido a un menor optimismo respecto a las perspectivas de ganancias en medio de crecientes tensiones comerciales y expectativas de menor crecimiento mundial. Las preocupaciones acerca de un cierre del gobierno en Estados Unidos socavaron aún más la actitud del sector financiero hacia finales de año… Concretamente, se proyecta que el crecimiento en las economías avanzadas se desacelere de una tasa estimada de 2,3% en 2018 a 2,0% en 2019 y 1,7% en 2020.” (https://www.imf.org/external/spanish/index.htm, Enero 2019)
Al margen, de la cuestionable interpretación del FMI, la onda larga recesiva admite el análisis de un límite cero y sin solución en términos capitalistas: en marxista, los rigurosos problemas relacionados con la acumulación y la caída de la tasa de ganancia, es la cuestión fundamental del tránsito geopolítico. Desde la lógica del capital, la situación de ralentización de la economía mundo y la continuada erosión del dólar en tanto divisa clave o de intercambio, es contrarrestada, sin reimpulsar la dinámica capitalista, por la fuerza corporatocrática (el 60% de las reservas mundiales y el 80% de las transacciones comerciales son en dólares, y la moneda nacional de EEUU tiene la propiedad de “refugio en última instancia” ); el músculo financiero de Wall Street, la City London y la Reserva Federal, aseguran urgentes y perentorios los mega rescates de las empresas y los bancos “demasiado grandes para quebrar”, viabilizando la supervivencia del capitalismo mediante el dispositivo de “flexibilización cuantitativa” y las tasas de intereses ceros o negativas. Esto es, el poder de las finanzas movilizado con la finalidad de evitar el desenlace de una Gran Depresión. Empero, la financierización significa una condición de mera supervivencia, que Andrew Kliman grafica como la disyuntiva de permanecer débil, “a menos que la rentabilidad del capital se restablezca o cambie el carácter del sistema socioeconómico”, es decir, precisando barreras infranqueables por el desempeño del capitalismo.
Los indicadores de la industria militar, de “los gastos de defensa”, denotan una tendencia mundial de rearme militar, y la activación de conflictos bélicos localizados en determinadas zonas del planeta Tierra. La conflictividad entre EEUU y Rusia, y la radicalización por EEUU de la política del enemigo, han definido un campo de tensión que permea el tránsito geopolítico: y lo novedoso es que la Federación Rusa ha producido el equilibrio bélico global que explica porque los 99 rusos y sus aviones, no desencadenan una situación del tipo crisis de los misiles: la obviedad se impone, el militarismo norte-Atlántico no puede desestimar la consolidación de Rusia como una sólida potencia bélica y los resultados recientes del guerrerismo imperialista en el Medio Oriente.
Dada la tendencia hacia tiempos duros y el guerrerismo persistente de Estados Unidos, el dato real es que el “vencedor” de la Guerra Fría confronta, desde los temores al socialismo por los neoconservadores, el tránsito geopolítico y el desafío de la “nación Bolívar-Chávez”; cuestión tan particularmente sintomática que en el marco de los blackouts, el administrador Trump presenta una Ley paraguas para proteger de ataques al sistema eléctrico de USA, y autorizarlos como una plataforma de guerra. Después de todo, el miedo también es libre, y los 99 rusos con sus dos aviones evidencian la situación incierta del EEUU: en ese lugar, nada de esperanzas comedidas y horizontes estrechos, “Vamos pa’lante” presidente Maduro.