Para los primeros días de junio se anuncia el arribo de la “Brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad, Sfab”, de las Fuerzas Armadas de EE.UU., otro juego de siglas muy en el tono eufemístico de los gringos, que no es más que un grupo de tropas intervencionistas y violadoras de nuestra soberanía nacional.
Aunque algunos sostienen que es un grupo élite de “solo 50 asesores”, analistas informados –como León Valencia– denuncian que se trata de 800 militares, que se sumarán a las siete bases militares diseminadas a lo largo del territorio colombiano, dizque para “combatir el narcotráfico”.
Todo indica que llegan es a reforzar la conspiración contra la República Bolivariana de Venezuela, en la que están comprometidos el gobierno de Iván Duque, las clases dirigentes del establecimiento y sus medios de comunicación serviles.
Ese grupo de invasores no tiene otra explicación: 800 soldados gringos para seguir apuntando contra la soberanía, la independencia y la autodeterminación del pueblo y del Gobierno venezolanos.
Hace parte de una escalada de agresiones, que parece interminable: después de su fracaso en las costas venezolanas, cuando fueron derrotados en su intento de incursión con mercenarios y terroristas el 3 de mayo, Tump (el jefe del imperio), su bufón Guaidó (el gran ladrón) y el gobierno de Iván Duque, alimañas de un mismo lodazal, mintieron negando su participación en el golpe fallido.
Vinieron, entonces, una tras otras, las siguientes agresiones:
-Un nuevo sabotaje eléctrico, que se proyectaría sobre el suministro de agua.
-El ataque de AT&T y Directv para dejar sin televisión a los venezolanos, obedeciendo órdenes de Trump.
-Las amenazas de bombardeos estadounidenses en alta mar a los cinco buques que traían gasolina desde la República Islámica de Irán. Los buques (Fortune, Forest, Petunia, Faxon y Clavel) llegaron exitosamente, culminando así un acto de solidaridad internacional de enorme significado para enfrentar el bloqueo gringo al suministro de repuestos y aditivos para el procesamiento del combustible y materializando una nueva y estruendosa derrota a la Casa Blanca.
-El robo de Citgo, un acto seudojurídico de piratería en el que el imperio usa a su desechable Guaidó para quedarse con los bienes del Estado bolivariano en el país del norte.
-Las maniobras de la Unión Europea y su falso interés humanitario en los migrantes venezolanos, en momentos en que éstos, abandonados a su suerte por los que auparon su éxodo inducido con fines desestabilizadores, regresan a su país con la ayuda del presidente Nicolás Maduro.
-La ofensiva del hipócrita José Miguel Vivanco y su mampara, Human Rights Watch, para tratar de desacreditar el exitoso cubrimiento de la pandemia de la cobid-19 por parte del Gobierno venezolano. En su labor de desinformación y mentiras, Vivanco ha contado con toda la ayuda de los medios colombianos, que no han cuestionado sus denuestos y alucinaciones.
-Y, ahora, el anuncio de tropas “élites” para asesorar a las Fuerzas Armadas colombianas.
No cabe ninguna duda de que el objetivo no es el “combate al narcotráfico”, constituido en señuelo y engaño, sino seguir acumulando preparativos para una intervención ilegal y violenta en la hermana República Bolivariana de Venezuela, con la complicidad y participación del régimen de Duque, del uribismo y de sus conniventes.
LA CARTA VIOLADA
Al permitir el tránsito y la permanencia en el territorio nacional de tropas extranjeras, Duque viola la Constitución Política de Colombia de la siguiente manera:
-Transgrede un precepto fundamental, el Artículo 9, que reza: “Las relaciones exteriores del Estado colombiano se fundamentan en la soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho internacional* aceptados por Colombia”. Cada uno de los tres ítems son violados por el régimen uribista, y queda de relieve la subordinación del Estado colombiano a los intereses gringos, lo cual tipifica ausencia de soberanía, independencia y autodeterminación.
-En el inciso del mismo Artículo 9 se señala: “De igual manera, la política exterior de Colombia se orientará hacia la integración latinoamericana y del Caribe”, todo lo contrario de lo que está ocurriendo, fungiendo el Gobierno de Duque como el Caín de América, aliado del poder imperial en contra de sus hermanos. No de otra forma se puede interpretar la participación del régimen uribista en la agresión a Venezuela, Cuba y Nicaragua.
-Ese contingente invasor llegará sin ninguna autorización del Senado de la República, como lo exige el numeral 4 del *Artículo 173* de la Constitución Política de Colombia, en épocas en las que sesiona el Congreso, como lo está haciendo, supuestamente, en línea.
-El Artículo 237 también es violado. Él estipula: “En los casos de tránsito de tropas extranjeras por el territorio nacional, de estación o de tránsito de buques o aeronaves extranjeros de guerra, en aguas o en territorio o en espacio aéreo de la Nación, el Gobierno debe oír previamente al Consejo de Estado. Este artículo concatena con el numeral 7 del Artículo 189.
Es decir, el Estado oligárquico no duda en violar su propia juridicidad, disfrazando la invasión gringa con el remoquete de “comisión de ayuda”, con tal de arrodillarse y lamer las botas del amo del norte.
Como ya lo habíamos hecho en artículo que publicamos el 4 de abril del presente año, insistimos en que es fundamental que la bancada alternativa y de oposición en las cámaras legislativas convoquen sesiones de control político a Holmes Trujillo, el engominado y reaccionario ministro de Defensa, lo mismo que a Claudia Blum, la intrascendente y sumisa canciller, para que expliquen el servilismo de la política exterior colombiana frente al imperio estadounidense.
Y, además, para que resuelvan las numerosas preguntas que han quedado flotando sobre la denunciada complicidad del actual régimen uribista en el intento de incursión de mercenarios en costas venezolanas, su entrenamiento en tres haciendas del departamento de La Guajira, su traslado con armas al hermano país y el extraño caso de las tres lanchas artilladas que zarparon y se desplazaron “solas” desde territorio colombiano por el río Orinoco hasta el territorio venezolano.
Es preciso, entonces, impulsar un gran movimiento nacional y popular contra la presencia de tropas gringas en nuestro país, exigiendo el respeto a nuestra soberanía y rechazando que Colombia sirva de plataforma para agredir a la hermana República Bolivariana de Venezuela.
EL ENEMIGO DE LA HUMANDIDAD
Y a propósito del imperialismo, al cual el Estado colombiano le sirve de manera tan obsecuente, no podemos dejar de referirnos en este artículo al espantoso asesinato cometido por un policía gringo contra un ciudadano negro en el estado de Minesota, pues es toda una representación de la esencia del poder segregacionista del país del norte.
El vil homicidio de George Floyd, ocurrido en Mineápolis, el lunes 25 de mayo de 2020, fue cometido por un agente de la Policía con la complicidad de otros tres que no hicieron nada por evitarlo y constituye un aleve acto que no es aislado, sino que hace parte de los manuales con los que son formados estos criminales de la ley de los halcones nazifascistas.
Los videos y las fotos que le han dado la vuelta al mundo muestran al infame policía asfixiando deliberadamente al ciudadano negro poniendo su rodilla contra el cuello de Floyd, a pesar de que éste clamaba: “¡No puedo respirar, no puedo respirar!”
Fue un asesinato a sangre fría, como ha ocurrido miles de veces en la historia de este país y de los pueblos del mundo.
Racismo, xenofobia, discriminación, segregación, desigualdad, deshumanización.
Persecución, detenciones arbitrarias, abusos, torturas, violaciones de derechos humanos, asesinatos. masacres.
Conspiraciones, intervencionismo, robo de recursos naturales y tesoros, piratería, cercos económicos, invasiones, guerras, crímenes de lesa humanidad, violación del derecho internacional, genocidios.
Eso y más es el imperialismo estadounidense, el peor enemigo de toda la humanidad.
Eso y más es el imperialismo norteamericano: la tiranía de los blancos ‘supremacistas’ y sus cómplices, negociantes del terror, sobre los pueblos del mundo.
Y pensar que estos genocidas son los que les dan “lecciones de derechos humanos y democracia” a los demás pueblos del mundo.
¡Basta ya, aquí y allá!
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