El estadio intermedio entre guerra y paz articulado jurídicamente e institucionalizado a base del Pacto Kellogg y de la Sociedad de Naciones, dio origen a la ONU, convirtiendo la paz en una ficción jurídica: imponiendo su voluntad y quebrando a los demás con medios militares y extramilitares (coacción económica) todo en el marco de un derecho común global y cierto estándar constitucional común socavando la soberanía de los Estados Nación.
Nace la ONU: centro supranacional real de transferencia del derecho soberano a un “parlamento global” y soporte de la soberanía imperial, cómplice de la guerra más aterradora que se realiza en nombre de la paz, la opresión más terrible en nombre de la libertad y la inhumanidad más atroz solo en nombre de la humanidad (Schmitt).
Máxima expresión de la constitucionalización de un poder superestatal conocido como justicia transnacional o delegativa, donde la soberanía cede frente a la validez de ese derecho por encima del Estado Nación, al más puro estilo Hobbesiano: único medio capaz de superar la anarquía que necesariamente producen los Estados Soberanos.
Esta contradicción entre justicia transnacional o soberanía plena fue superado por la Constitución en el artículo 23. La ONU no nos dará lecciones de derechos humanos, menos en el marco de nuestro Estado Social y de Justicia, que no agrede ni ejerce dominio despótico sobre los ciudadanos, sino más bien lo contrario, un Estado, consustanciado, potenciador y constituyente, no petrificado, sino vivo, con una democracia participativa y protagónica en pleno desarrollo.
Hoy el plan ONU es tutelar (monitorear) a Venezuela desde una propuesta mixta, con tratados, convenios y normativas que conviertan nuestra soberanía en harapos buscando neutralidad y pacificación para desgeopolitizarnos y desoberanizarnos. Tratados que convalidan las causas del saqueo y la violencia impuestas por la corporatocracia mundial que crece y es protegida por dicha instancia multinacional.
El Estado Soberano debe hacerle frente a la minimalización y neutralización que busca el cese de la lucha emancipatoria, desplazando el centro de gravedad político soberano del Estado Nación por una paz perpetua despolitizante, que desde la ONU pretenden aplicarnos.