El relato esterilizado que presenta la página web de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) habla de un comienzo en 1926, año en que el Primer Congreso Panamericano de Periodistas, celebrado en Washington D.C., aprobó una resolución que recomendaba la constitución de un organismo interamericano permanente de periodistas. Esta resolución quedó olvidada hasta 1942, en México, cuando el siguiente Congreso Panamericano decidió crear una Comisión Permanente. La fundación de la SIP, que permanece hasta hoy, tuvo lugar en 1943, en La Habana, bajo el gobierno del dictador Fulgencio Batista. En sus comienzos fue una organización latinoamericana formada por periodistas. El clima de guerra y la alianza antinazi juntó en su seno a un conjunto de personas de orientación progresista. El periódico digital www.rebelion.org lo describe con estas palabras:
En ese momento gobernaba en Cuba el famoso tirano Fulgencio Batista. El planeta estaba estremecido por la Segunda Guerra Mundial, y Estados Unidos y la Unión Soviética hacían sociedad para derrotar el fascismo. Este clima histórico, permeado por la existencia de un frente antifascista, permite que al fundarse la SIP se incluyan entre sus miembros, aunque de manera minoritaria, algunas publicaciones progresistas y de izquierda, entre ellas, el órgano de prensa del Partido Comunista cubano.
El año 1950 fue el momento en el cual el Departamento de Estado y la Central de Inteligencia Americana asaltaron la dirección en la SIP convirtiéndola en una sociedad de empresarios de medios unificando las tres Américas. La operación fue precedida por un alto representante del Departamento de Estado, Tom Wallace, y dos importantes oficiales de la CIA, Joshua Powers y el Coronel Jules Dubois. El trío era encabezado aparentemente por Wallace, aunque en realidad el personaje central, como luego se demostraría, fue siempre Dubois, quien coordinó, en los 15 años posteriores, la labor de la CIA-SIP en América Latina.
Allí se definió claramente el futuro de la entidad. Al trasladar su sede a Washington, expulsa a los periódicos de tendencia progresista y se convierte en un instrumento de la política del Departamento de Estado para América Latina.
Al regresar a Estados Unidos de esa reunión en la Habana, Wallace entregó un informe al Departamento de Estado, titulado “Background of previous Interamerican Press Meeting”, (Trasfondo del encuentro previo de la prensa interamericana) en el cual queda al descubierto la maniobra. En ese documento, se resaltaba que en la reunión se había logrado conseguir los dos objetivos planteados por la delegación estadounidense. Wallace explicaba a sus jefes:
Tuvimos éxito en ambos propósitos sin vernos obligados a provocar un cisma, al tener que crear otra organización y dejar de esa manera en descubierto que la prensa de Estados Unidos había tenido que provocarla, por no poder controlar la SIP.
Lo que habían logrado era modificar la constitución original de la organización y convencer que la reunión siguiente se hiciera en Washington, bajo los auspicios privados de las publicaciones de los Estados Unidos. Los nuevos estatutos de la SIP modificaban la representación original que otorgaba “un voto a cada país”, independientemente de la cantidad de órganos de prensa afiliados, pasando a conceder “un voto para cada publicación afiliada”. En la práctica EEUU pasó de tener un voto a tener 424, lo cual, como es evidente, le permitió quedarse con la mayoría. Logrado esto la Sociedad comenzó a ser financiada por el capital estadounidense. El cambio de la orientación política posterior se dio dentro del marco del comienzo de la guerra fría, por lo cual se definió a la Unión Soviética como el principal enemigo de la Organización.
La SIP actual fue, entonces, una creación de la CIA como instrumento de penetración cultural asociada a los intereses de las clases dominantes latinoamericanas. El portal de noticias www.voltairenet.org define la creación de la SIP de este modo:
Se trata de una organización de empresarios, dueños de periódicos, revistas, televisoras y emisoras de radio, muchos de ellos no son periodistas y otros hace mucho dejaron de ejercer como tales. Para comprender mejor: cuando la SIP denuncia en nombre de los periodistas violaciones de la libertad de prensa, en realidad se está refiriendo al supuesto derecho de los dueños a decir lo que le sea útil para sus negocios. La SIP fue una criatura creada por la CIA, con el propósito de utilizar la prensa como instrumento de dominación neocolonial y de las oligarquías latinoamericanas aliadas. Sus fundadores y dirigentes máximos, los que sentaron las bases de su funcionamiento y orientación ideológica marcadamente anticomunista, fueron los agentes de la CIA: el Coronel de inteligencia Jules Dubois y Joshua Powers, y el importante funcionario del Departamento de Estado, Tom Wallace.
En las últimas seis décadas desempeñó un papel de defensa de los intereses empresariales, convertidos en monopolios mediáticos en toda América Latina, funcionando asociados a los gobiernos dictatoriales. Cuando los intereses de los empresarios se vieron afectados por gobiernos democráticos convocaron a reuniones de la SIP solicitando condenas para el “agresor de turno”. Es importante retener esta ecuación: «cuando ven afectados sus intereses económicos», por arte de magia las denuncias se convierten en «ataques a la libertad de prensa».
Documentos desclasificados de la CIA en 1999 demuestran los vínculos entre la CIA y la SIP, tal como aconteció en los años de las dictaduras fascistas de Pinochet en Chile, Videla en la Argentina, Somoza en Nicaragua, Stroessner en Paraguay o de las dictaduras en Brasil tras el derrocamiento de Joao Goulart. Ante cada golpe al estado de derecho, la SIP alzó su preocupación “por el agravamiento del clima oficial de la libertad de prensa y el hostigamiento hacia los medios”, sus empresas.