Nuestra batalla contra el Coronavirus además de ser una lucha por la vida es una lucha por la independencia y la soberanía de nuestra acosada y bloqueada Patria. La misma de nuestros antepasados, agravada por la mundialización del capitalismo y de la pandemia, la conquista del ciberespacio y el uso belicoso de tecnologías de la información y la comunicación (TICS) por parte de los gigantescos conglomerados que aún dominan al mundo.
Y digo aún porque, pese a su inmenso y multifacético poder o quizás por la injustificable acumulación del mismo, los amos del gran capital no han podido evitar que sus gobiernos estén inmersos en un constante prender y apagar candelitas entre ellos, con sus rivales, con sus «enemigos», con naciones subordinadas negadas a seguirlo siendo, con sus ciudadanos y hasta con la naturaleza. Situación propia de períodos de transición, críticos para quienes tienen mucho que perder y dura pero aprovechables para quienes propiciamos un cambio radical de sistema.
Que en este momento EEUU y las potencias occidentales nos acosan y nos tienen bloqueados, que España pretende ser aunque sea nuestra madrastra, que gobiernos vecinos se valen todo tipo de artimañas para atacarnos, que personajillos deleznables fungen de cómplices de nuestros enemigos, que estos mercadean una imagen deformada de nuestro país y conciudadanos, es verdad…
Pero también es verdad que Venezuela y los venezolanos somos del carajo, que tenemos muchos amigos y poderosos aliados, que nos liberamos del yugo español hace 200 años, que los patriotas conscientes superamos con creces a los vendepatria, que estamos resistiendo los embates de los agresores y que hemos logrado mantener a raya a al fulano virus y la delincuencia fronteriza.
Pero no nos engañemos, ahora es cuando hay que seguir luchando. Todos por nuestra salud. Los poderes públicos, por los intereses de la nación, por la paz, la justicia y el bienestar de la gran mayoría. Y nosotros, por espacios para participar efectivamente en la defensa de la Patria y de nuestro proceso bolivariano. Y para ello, sería importante concentrarnos ahora en:
- Cuidarnos y cuidar a los demás pues no hay revolución sin revolucionarios.
- Revisar concienzudamente los proyectos de ley aprobados en primera instancia por la Asamblea Nacional, compartir nuestras observaciones y hacer el seguimiento pertinente.
- Deconstruir las imágenes falaces y destructivas de nuestro país, nuestro gobierno y los venezolanos producto de la perversa faz mediática de la guerra. Formarnos y tomar por asalto las redes para apoyar y enriquecer iniciativas ya instaladas con éxito así como para montar nuestro propio material sacándole el máximo provecho a nuestra compartida capacidad de comunicación.