A todas las especies mamíferas, después de haberse alimentado fundamentalmente de la leche o jugo materno, les llega «la hora del destete», es decir, junto a la disminución progresiva del alimento que a través de sus tetas es proveído por las madres, los críos entran en condiciones de ingerir nuevos nutrientes y alcanzan la independencia alimentaria.
En los becerros o terneros esto sucede a los siete meses aproximadamente, tanto en los machos como en las hembras, acontecimiento que ocurre naturalmente y no es inducido por el criador o ganadero. Los viejos perijaneros desarrollaron un conocimiento en el manejo y alimentación del ganado joven, preparando buenos potreros, abundante agua y sal para «la hora del destete», que antecedía a su vez a la etapa del «levante». Eso lo sabían todos aquellos que tenían «cuatro vacas».
Los montunos que cometían el error de no prepararse para mantener un rebaño «destetado» o porque las circunstancias económicas se lo impedían, sufrían las consecuencias del «retraso» en la producción o se veían obligados a «salir de él». Cuando «la hora del destete» llegaba, un nuevo escenario de alimentación se presentaba.
El rumbo oscilante e incierto de los precios petroleros significa que ha llegado la hora definitiva de proveernos de recursos financieros por otros medios, independientemente de que en un futuro no muy lejano el valor del petróleo pueda recuperarse.
El imperialismo norteamericano nos asignó la tarea de ser un país petrolero para hacernos dependientes y vulnerables. No haber preparado una economía diversificada, productiva y proveedora de otras fuentes de divisas nos coloca frente al enorme riesgo de sucumbir una vez «destetados» de este recurso natural. El reto es para todos los que amamos la Patria.
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!