El pensamiento pedagógico del profesor Aristóbulo Istúriz siempre formó parte esencial, determinante, de su pensamiento político, el cual fue en él un todo coherente, en donde prevalecía el maestro que siempre fue. En el Profe nunca el pedagogo estuvo separado del político integral que conocimos, y lo demostró plenamente en su intenso accionar como luchador social, en su larga y brillante trayectoria al servicio del pueblo venezolano, a la causa de la Revolución Bolivariana, en la cual militó activamente hasta su último aliento.
Los maestros lo recuerdan como un destacado dirigente sindical, al servicio de los más altos intereses del magisterio venezolano, que a diferencia del vulgar economicismo embrutecedor -ese que envilece a la profesión docente-, el profesor Aristóbulo Istúriz al luchar, como lo hizo toda la vida, por las más sentidas reivindicaciones del gremio docente, ponía énfasis en que el verdadero sentido pedagógico no se desvirtuara, tenía permanentemente la mirada puesta en los intereses nacionales, para completar la liberación definitiva del pueblo venezolano, la misma que fue iniciada por Bolívar al frente del glorioso ejército libertador.
El profesor Aristóbulo Istúriz partía de un principio fundamental: la educación es esencialmente un hecho político. Toma esa dimensión política que le asignaba, en primer lugar, el Libertador a la educación, que a la vez la compartía con Simón Rodríguez, quien era el teórico por excelencia de la educación republicana en el proceso independentista. Recordemos que Simón Rodríguez es el filósofo de la educación popular -o general-, con la cual buscaba darle bases firmes a la independencia conquistada en la larga y cruenta lucha contra el imperio español. En el pensamiento pedagógico de Aristóbulo Istúriz siempre está presente la escuela social que provee una educación social que fue expuesta por Simón Rodríguez, es la escuela orientada a la formación de republicanos, concepción que sirvió para que Simón Bolívar se planteara la educación como la base indispensable para su proyecto político republicano, que permitiera desarraigar del alma colectiva los nocivos efectos de la tiranía colonial, de la esclavitud y la ignorancia. En otras palabras, es la educación para formar republicanos y republicanas, ciudadanos y ciudadanas, que tantas veces le escuchamos al profesor Aristóbulo en sus discursos y clases, o se lo leímos en sus escritos.
El eje central de la naturaleza política de la educación en Aristóbulo Istúriz es la concepción del estado docente, que le viene del pensamiento pedagógico del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, pero que el Profe desarrolla creadoramente en el contexto de la Revolución Bolivariana. Plantearse el estado docente ha implicado, en la historia de la educación venezolana, participar como parte beligerante en los enconados conflictos de intereses de clases y, en consecuencia, de poderes, a los cuales el profesor Aristóbulo no era ajeno de ningún modo, al contrario, siempre tomó partido de manera activa a favor de las grandes mayorías nacionales. La concepción del estado docente fue planteada por primera vez por el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa en 1936, en el proyecto de Ley Orgánica de Educación Nacional -elaborado por una comisión mixta, integrada por miembros de la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP) que él dirigía, la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y profesores-, que introdujo en el congreso nacional todavía dominado por el gomecismo, el cual rechazó debido a la presión de las viejas élites políticas, económicas y el clero; el mencionado proyecto, en su artículo 1º, intentaba poner bajo la responsabilidad del estado la educación del pueblo, buscaba ampliar la obligación del estado de ayudar a los más necesitados para que pudieran asistir a la escuela. Por primera vez se planteaba, en una iniciativa legal de tal naturaleza, que no eran los padres los únicos responsables de la educación de sus hijos, y eso, para entonces, era un intento audaz por superar la vieja y tradicional concepción de la educación y la escuela, entronizada por las élites gobernantes.
De esa manera nace la concepción del estado docente, en conflicto con sectores conservadores, laicos y religiosos, defensores de la vieja educación de casta. Como en oportunidades posteriores los sectores reaccionarios salieron en defensa de una supuesta libertad de enseñanza, que no era otra cosa que la expresión ideológica con la cual se pretendían mantener los vetustos valores de la escuela tradicional –elitesca, excluyente-, la misma que prácticamente funcionaba desde la colonia, como un sistema diferenciado y diferenciador para las distintas clases sociales y grupos de la sociedad, donde el valor de la igualdad, que es lo más característico de una sociedad verdaderamente democrática, es negado. Aquella vieja escuela era sostenida, a troche y moche, por quienes entienden que la educación es un asunto reservado para las minorías privilegiadas; son los mismos que hoy todavía sostienen que la educación debe ser impartida por individuos y grupos privados, laicos y religiosos, claro, utilizando los recursos del estado, pero donde ese estado no debe inmiscuirse en la educación.
No estamos ante una confrontación nueva, por lo que vemos tiene vieja data. Lo que en las décadas de los 30 y 40 los sectores reaccionarios llamaban libertad de enseñanza, en la actualidad, sus herederos, la llaman sociedad educadora, los argumentos, en esencia, son los mismos, aunque maquillados para aparentar modernidad y actualidad, pero, en el fondo, es un reciclaje de aquellos viejos contenidos. A esto le tocó enfrentarse duro el profesor Aristóbulo Istúriz, al frente del mayoritario magisterio patriota, cuando se debatía la Ley Orgánica de Educación vigente; lo vimos en la Constituyente Educativa, en las innumerables jornadas y congresos pedagógicos; pero antes lo habíamos visto también como constituyente en 1999 redactando la Constitución Bolivariana, al frente del capítulo que trata sobre educación, como también lo vimos diseñando e implementando las políticas educativas del nuevo estado bolivariano, como ministro, el mismo ministro que encabezó, por orden de Chávez, la cruzada para acabar con el analfabetismo, rémora de la vieja educación de casta.
El profesor Aristóbulo Istúriz era partidario de la socialización política de los niños, del adolescente, del joven, por las instituciones del estado, el cual “debe procurar la generalización en la sociedad de un conjunto de experiencias y capacitaciones cognitivas, expresivas, emocionales, estéticas y éticas que en su conjunto forman la identidad social del individuo”. Entendía la socialización política como un aprendizaje social, que tiene como escenarios institucionales la familia, la escuela, las instituciones culturales y artísticas. Por esto planteaba que la socialización política no debe ser, de ningún modo, un dominio de sectores privados particulares o corporativos, porque esto, sin duda, tendería a privilegiar los intereses de esos sectores individuales y corporativos, como lo ha demostrado la historia.
Derivado de su concepción de la educación, el profesor Aristóbulo Istúriz plantea que la escuela debe cumplir un papel determinante, en la necesaria socialización política de las nuevas generaciones, para ayudar en la superación de las anomias sociales que hemos padecido y heredado. En función de ese planteamiento, partía de algo bastante parecido a un axioma: si queremos tener una república, necesitamos formar republicanos y republicanas, y si queremos una nación más cohesionada y armónica tenemos que formar ciudadanos y ciudadanas; con esto resumía de forma sencilla, pedagógica, una fórmula concreta, práctica, para asumir como pueblo la conquista, con nuestros propios esfuerzos, del fin supremo de refundar la República, como está previsto en la Constitución, fin que justica plenamente concebir a la educación como un hecho esencialmente político, “porque el medio para crear ese republicano, ese ciudadano, es la educación.”
El profesor Aristóbulo Istúriz tenía claro que todo modelo de sociedad tiene un modelo de educación -y más aún debe tenerlo la sociedad que queremos construir los revolucionarios con todo el pueblo-, y que eso ha sido así en toda la historia de la humanidad. El pueblo venezolano tiene como modelo de sociedad el que está previsto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, constitución que goza de total y absoluta legitimidad, porque fue aprobada por la inmensa mayoría de la sociedad venezolana en un proceso constituyente. Nuestro modelo de sociedad está esbozado claramente en el preámbulo de nuestra constitución, es la aspiración de establecer “una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un estado de justicia”. Es una exigencia de pasar de un estado de democracia representativo a un estado de democracia social, que no se agote en el estado de derecho; es construir en los hechos concretos, por y para las grandes mayorías, la revolución bolivariana y socialista, que como pueblo nos propusimos con el liderazgo del Comandante Hugo Chávez y continuamos en la actualidad con el del presidente Nicolás Maduro Moros. Es un enorme desafío que requiere formar ciudadanos y ciudadanas en el espíritu de la igualdad, la colaboración, la solidaridad y la corresponsabilidad.
Un aspecto muy importante, en donde insistía con pasión y terquedad el profesor Aristóbulo Istúriz, era en que la educación debe proponerse forjar un tipo de ciudadanos y ciudadanas con valores distintos a las de la competencia, el egoísmo, el racismo y el individualismo deformado. Insistía el Profe en que el tener debe dejar de ser el valor fundamental, porque ese es el valor con el que se deforma el ser humano en la sociedad de consumo, sociedad que nos ha impuesto el capitalismo depredador en la decadente era neoliberal. Por eso, el Profe reivindicaba el ser frente al tener, y este es, sin duda, uno de los grandes desafíos del proyecto educativo de la Revolución Bolivariana.
A manera de conclusión, la concepción del estado docente desarrollada por el profesor Aristóbulo Isturiz es el mismo estado social que concibió Hugo Chávez, pero precisado para la función educativa, es un desarrollo desde lo esencial del principio de la democracia participativa y protagónica aplicado al campo educativo. En esto se entregó por entero con su trabajo incansable que convirtió en su proyecto de vida.
Para finalizar esta breve exposición sobre el pensamiento pedagógico del Profesor Aristóbulo Istúriz, podemos parafrasear un poco lo que él mismo escribió sobre el maestro Prieto: La suerte está echada. El Estado social tiene su expresión en la educación: el Estado docente, concepto estratégico de la política educativa de la Revolución Bolivariana. Para defenderlo debe elevarse al plano teórico e histórico en su más alto nivel y llevarlo a las mayorías, al pueblo. Esa es la enseñanza del maestro Aristóbulo Istúriz, ese fue su verdadero magisterio. Sigamos su ejemplo de decidido luchador popular al lado de los intereses nacionales, de la democracia social y la soberanía nacional.