El 22 de abril reciente entró en vigor la prohibición del gobierno de Estados Unidos a las empresas en ese país de importar petróleo ruso. Varias compañías petroleras, incluida la estadounidense Chevron, solicitaron conjuntamente a la administración de Joe Biden permiso para reanudar sus actividades de exploración y producción de petróleo en Venezuela. Desde entonces, los altos funcionarios de la Casa Blanca han ido haciendo contactos con el gobierno del presidente Nicolás Maduro en Venezuela, aunque de manera errática y difusa.
Por el contrario, el mandatario venezolano continúa con la misma posición de hace años, que no es otra que la de establecer canales de diálogo sólidos para dar fin a la guerra económica, comercial y financiera.
¿Quién está saliendo beneficiado del nuevo escenario? Es una pregunta retórica; sin embargo, nunca sobra poner las evidencias en la mesa. En esta ocasión, acudimos al artículo reciente de Steve Ellner, profesor jubilado de la Universidad de Oriente en Venezuela y editor gerente asociado de Latin American Perspectives. En el texto, examina las vacilaciones del gobierno de Biden y los lugares en que el gobierno de Maduro ha ganado terreno.
Contradicciones en la Casa Blanca
El primer contacto oficial con Venezuela realizado por Washington este año ocurrió en marzo. Y se dio en el marco de lo que mencionamos al principio, el conflicto militar en Ucrania, las sanciones a Rusia y el impacto en el sector petrolero estadounidense. La decisión de enviar una delegación de alto nivel a Caracas causó un rechazo violento en el lobby antivenezolano que componen el bloque del Congreso de Florida. Los senadores Marco Rubio y Rick Scott, secundados por el senador Bob Menendez, encabezaron la reacción, dice Steve Ellner.
Varias semanas después de ese acontecimiento, The Economist afirmó que la administración Biden plantea celebrar una reunión con representantes del gobierno venezolano en Trinidad.
«Poco después, sin embargo, el subsecretario de Estado de EE. UU., Brian Nichols, negó el informe y afirmó que el único tema que se discutió en la reunión de marzo en Caracas estaba relacionado con la democracia venezolana. El comentario contradice una declaración anterior de la Casa Blanca de que la reunión de marzo discutió la ‘seguridad energética global'», dice Ellner.
El académico señala que el ala centrista de los políticos estadounidenses ven el camino que toma Joe Biden como algo benigno y correcto, puesto que en apariencias se aleja de «las amenazas y acciones militares empleadas por Trump». Esa percepción la refuerza los ataques que ha recibido Biden del bloque del Congreso de Florida, quien alega que la administración actual está usando las sanciones como moneda de cambio «con una dictadura ilegítima para producir más petróleo”. Los congresistas también cuestionan a Biden por el reconocimiento tácito al gobierno de Maduro que eso implica, y el consecuente abandono al proyecto de gobierno artificial de Juan Guaidó.
¿Qué tiene en mente Biden con el cambio de política en Venezuela? Es difícil saberlo con precisión, añade Ellner. A diferencia del caso de Obama con las negociaciones con Cuba, el presidente Biden no ha puesto sus cartas sobre la mesa, tal vez por falta de voluntad o incapacidad.
Ellner le da la razón a Brian Winter, vicepresidente del Consejo de las Américas, que al momento de la primera delegación que viajó a Venezuela, dijo: «Hasta que sepamos con precisión qué está tratando de lograr la administración Biden, será difícil evaluar hasta qué punto esto de la distensión puede irse».
Lo que ha hecho el resto de la región
El giro en la estrategia política de Estados Unidos en Venezuela ha permitido que varios países de la región latinoamericana también puedan relajar las presiones contra Caracas o que no sientan amenazas para defenderla. Es el caso de Brasil, Argentina, Ecuador y México.
- El canciller de Brasil Carlos França dijo: «en un momento en que Estados Unidos considera hacer una excepción al embargo a las exportaciones petroleras venezolanas, me parece que podemos pensar en términos de revaluar el tema de las relaciones diplomáticas».
- Los presidentes de Argentina y Ecuador, Alberto Fernández y Guillermo Lasso, tuvieron una conferencia de prensa conjunta en la que abordaron el tema de Venezuela. Fernández defendio la decisión de su gobierno de restablecer las relaciones diplomáticas con el gobierno de Maduro e invitó al resto de países a hacer lo mismo. Lasso saludó las negociaciones entre EEUU y Venezuela, mientras que dijo que su gobierno está considerando restablecer las relaciones diplomáticas con Caracas.
- Después que el Departamento de Estado declarara que no veía posible la participación de Venezuela, Cuba y Nicaragua en la Novena Cumbre de las Américas, el presidente mexicano AMLO instó a Biden que «todos los países de las Américas [recibieran] una invitación, sin excluir a nadie».
Steve Ellner escribe al respecto:
«Esta ola de oposición al ostracismo de Venezuela va a ser difícil de contener para Washington, especialmente a la luz de las victorias electorales de izquierda y centroizquierda desde 2018 en México, Argentina, Bolivia y, más recientemente, Chile y Honduras. Los candidatos progresistas están programados para ganar en las próximas elecciones presidenciales en Colombia y Brasil».
Más que el petróleo: las razones para dialogar con Venezuela
Hay dos objetivos que el gobierno de Biden quiere alcanzar con el levantamiento de alguna de las más de 500 «sanciones» contra Venezuela. Uno tiene que ver con el acceso al petróleo venezolano, necesario en medio de la subida de precios del rubro a escala internacional y, el otro, está relacionado a la posibilidad de influir en la política exterior del gobierno de Maduro.
Ya lo decía Juan González, asesor de Washington que encabezó la delegación estadounidense que estuvo en Caracas, las sanciones contra Rusia están diseñadas para que tengan impacto económico en naciones vinculadas económicamente con el país euroasiático. Respecto a Venezuela, Washington ofrece una negociación que haga disminuir el impacto a cambio de que ésta suspenda su cooperación con Rusia.
En su artículo, Ellner cita a la BBC y al Financial Times para confirmar la estrategia. El primero concluye que los espacios de diálogo establecidos son un «intento de cambiar las lealtades políticas de Venezuela» y el segundo dice que la razón de aquellos es «engatusar a Maduro para que se aleje del abrazo de Moscú» y que tome una posición «neutral» frente a la operación rusa en Ucrania.
Del mismo modo, Ellner muestra un fragmento de las declaraciones del congresista Gregory Meeks, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que coinciden con lo señalado por los dos medios británicos: «volver a comprometerse con Venezuela (…) sirve para alejar a Venezuela de la influencia maligna de Vladímir Putin».
Bloomberg News propuso que cualquiera paso hacia el levantamiento del bloqueo y la normalización de las relaciones entre ambos países debe estar condicionada a la disposición de Venezuela a suspender de la colaboración militar con Rusia y «acelerar las reformas económicas orientadas al mercado». En cambio, según el medio, Washington no tendría por qué dejar de reconocer a Guaidó.
Más adelante, Bloomberg apunta que comprometerse con el gobierno de Maduro, «por desagradable que sea», es esencial para proteger los intereses de Estados Unidos y destruir la influencia rusa en la región.
Al final de su artículo, Ellner concluye que:
«La estrategia de regateo de Biden tiene mucho en común con las amenazas y acciones de Trump a favor del cambio de régimen a través de la fuerza militar. En ambos casos se ignora la voluntad de los venezolanos y su sufrimiento. Lo que hace que la situación actual sea aún más despreciable es que las fichas de negociación antes estaban diseñadas para lograr que Venezuela revisara la política económica y ahora hay un objetivo adicional, a saber, un cambio en la política exterior».
Sin embargo, el regateo no está dando los resultados esperados. Hasta los momentos, Venezuela no se ha visto obligado a sacrificar ninguno de sus principios como República y aun así está percibiendo algunas ventajas de la disminución de hostilidades en el ámbito económico y diplomático.