Por Franco Vielma/Misión Verdad
Xiamen, Shenzhen, Zhuhai y Shantou fueron las primeras cuatro experiencias de Zonas Económicas Especiales (ZEE) creadas por China en 1980, para abrir paso a un nuevo sistema de gestión económica basado en la economía mixta.
Deng Xiaoping, entonces líder de China, fue quien implementó un conjunto de reformas para darle a estas ZEE un status especial, desde una economía planificada y centralizada, a una economía más liberalizada y abierta a la inversión y actividad comercial exterior.
Estos espacios serían enclaves con ventajas comparativas para el desarrollo de la actividad industrial en grandes escalas.
Los principales beneficiarios de los incentivos para invertir serían los chinos en Hong Kong y Macao —entonces bajo situación colonial por parte de Reino Unido y Portugal, respectivamente—, los chinos en Taiwán —bajo gobierno autoproclamado hasta el presente— y, seguidamente, serían beneficiados los inversores extranjeros.
Sería muy fácil afirmar que las ZEE de China se desarrollaron mediante, y únicamente, por la inversión foránea en un entorno empresarial liberal, a beneficio casi exclusivo de empresas e inversionistas extranjeros, pero esto no fue así en absoluto. Las ZEE fueron puntos geográficos donde se focalizó el impulso de las actividades del Estado chino mediante el apuntalamiento de la operatividad de sus empresas, ancladas en las zonas bajo modalidades mixtas. Serían estas las primeras en aprovechar los incentivos de las ZEE.
Pero, además, China traía consigo un importante acumulado de formación de capital social/capital humano. De ahí que estas zonas sirvieron para disponer un importante conglomerado de fuerza laboral con facultades de capacitarse, laborar, investigar y desarrollar la técnica de maneras múltiples, bajo los términos del desarrollo de las actividades de las empresas ancladas ahí. China no creó archipiélagos liberales para ir a espaldas del Estado y su política planificada. En realidad, la razón de ser las ZEE en ese país es justamente reafirmar el rol del Estado como factor denominador y regente de los proyectos económicos en todas sus variantes, subordinadas a la centralidad y fines estratégicos del país mediante vínculos eficaces para el desarrollo de la inversión, la industria, el comercio y otras actividades, desde China hacia sus adentros y para China frente al mundo.
Tercerización y Offshoring
En los años 80 y 90 del siglo XX se desarrollaron las ZEE al punto de alcanzar categorías de grandes corredores industriales y comerciales. La estrategia desarrollada por el país asiático en torno a ellas fue y sigue orientada a cambiar la dinámica del sistema económico a través de zonas costeras que sirvan como plataformas de exportación, además de ser bases para el desarrollo del comercio, los negocios, la infraestructura y la tecnología.
El programa de planificación de los sistemas urbanos bajo esta modalidad ha tenido como objetivo la entrada de la inversión en el país y la de China en el mercado internacional aprovechándose de su demografía, el uso intensivo de mano de obra, pero especialmente el importante acumulado de personal técnico que logró consolidar.
Eran los tiempos del auge de la «tercerización», u outsourcing, como originalmente se le conoce. Este ha sido el proceso en el que grandes empresas, buscando ventajas, comenzaron a subcontratar servicios de producción y desarrollo tecnológico en otras latitudes.
Seguidamente tendría lugar el fenómeno conocido como offshoring, el cual se utiliza como sinónimo de deslocalización «costa afuera». Designa la actividad empresarial con sede en un determinado país que onsiste en trasladar o construir fábricas o centros de producción en otro país, donde por lo general enfrentan menores costos en mano de obra, menor presión en leyes laborales, menor cantidad de normativas gubernamentales, reducción de otro tipo de costos, u otros beneficios cualesquiera desde el punto de vista del lucro económico para la empresa.
Grandes marcas estadounidenses, europeas y de otros países se trasladaron a China, y con el paso de los años el país asíatico lograría desarrollar sus cadenas de valor mediante marcas y productos completamente chinos, abriéndose paso en la actividad comercial internacional de maneras abrumadoras.
Se han establecido un total de 15 zonas de libre comercio, 49 de desarrollo económico y tecnológico a nivel estatal y 53 zonas de desarrollo industrial y de alta tecnología, por lo general en grandes y medianas ciudades.
Como resultado, existe en China un sistema diversificado y armonizado por niveles de apertura e integración entre áreas costeras, fluviales, fronterizas e interiores. El país ha sido considerado la «fábrica del mundo», pero es mucho más que eso por el acumulado de más de 40 años en la implementación de este modelo.
La apuesta venezolana por las ZEE
En el último año se ha puesto en vigor en Venezuela un esquema de ZEE y sus Distritos Motores de Desarrollo, los cuales tendrán un vínculo asociado a las actividades de las Zonas.
El gobierno venezolano ha considerado el desarrollo de cadenas de valor vinculadas a estos nuevos enclaves, de acuerdo con las áreas potenciales de desarrollo, tal como han sido ya aprobadas: industrial, tecnológico, turística, militar y comercial.
En La Tortuga, Paraguaná, La Guaira y Aragua se ha avanzado en el esquema y sería extensivo a otras localidades del país. Se trata de núcleos geográficos que cuentan con infraestructura capaz de propiciar conectividad de estas actividades hacia dentro y fuera del país.
Los incentivos fiscales, jurídicos, aduaneros, financieros y otros de diversa índole establecen una distinción especial de las ZEE del presente con experiencias venezolanas anteriores.
En el pasado, Venezuela también creó zonas libres y zona francas para favorecer su actividad económica, pero en ellas se produjo un importante metabolismo comercial que aceleró la dependencia nacional de la importación y de las economías foráneas, en lugar de desarrollar su propio potencial industrial y comercial.
Es necesario establecer aclaratorias entre las visiones de China y Venezuela sobre sus ZEE. Se trata de esquemas claramente distintos, por las diferencias y realidades entre ambos países, sus modelos y el espacio de tiempo en que las ZEE son aplicadas. No es lo mismo referir a la China de los años 1980 y 1990 comparada con Venezuela en 2023.
Podría incluso considerarse que el modelo que Venezuela aplica es más parecido al exitosísimo esquema que Cuba ha experimentado en la ZEE del Mariel, en el puerto habanero, el cual es un enclave comercial y además un nodo de industrias ligeras. Pero las realidades también son disímiles entre Cuba y Venezuela.
Con sus singularidades esenciales, como el rentismo petrolero hoy bajo condición de bloqueo formal, pero con sus potenciales, como su base de recursos naturales sin desarrollo a plenitud, todo refiere que nuestro país tendría que encaminarse hacia un modelo con variantes propias que permitan el desarrollo de las actividades económicas en estas ZEE y sus Distritos subyacentes.
La apuesta por las nuevas ZEE se basa en un contexto económico sumamente distinto para Venezuela. Primero, por la crisis del modelo rentista-petrolero, la cual se ha exacerbado a causa del hostigamiento contra la economía nacional. Se ha degradado considerablemente el flujo de petrodólares al tejido económico nacional, lo cual ha impuesto nuevas necesidades sobre la sustitución de importaciones y diversificación de exportaciones.
Las constantes alusiones a un modelo «pospetrolero» o «posrentista» que ha hecho el presidente Nicolás Maduro refieren no al status actual de la economía venezolana sino a un horizonte hacia el cual direccionar las políticas económicas.
Los objetivos medulares de las ZEE venezolanas son diversificar la economía, desarrollar la base de recursos nacionales, propiciar el desarrollo científico, diversificar las modalidades de ingreso de divisas al país, superar la alta dependencia de ciertas importaciones y, especialmente, reinsertar Venezuela en el mapa comercial del mundo, pero esta vez no de maneras estrictamente dependientes de la exportación de hidrocarburos.
ZEE venezolanas y nearshoring
En el momento cuando China abrió sus ZEE, el gobierno comprendía el metabolismo que estaba adquiriendo el sistema industrial internacional. Eran los tiempos del «Made in Taiwán», Japón era la segunda economía mundial y Estados Unidos había desplegado su andamiaje industrial mediante el desmantelamiento de fábricas en su territorio y su mudanza a Japón, Taiwán, México y, por supuesto, China.
El gigante asiático logró insertarse en el proceso de remodelación que tenía lugar entonces, lo cual potenció el desarrollo de la inversión en China, eso sí, mediante las ventajas comparativas que se ofrecían, como mano de obra calificada y a bajo costo, exenciones fiscales y especialmente una importantísima base de recursos industriales y materias primas a muy bajo costo que facilitaban el desarrollo industrial en términos altamente competitivos.
Es importante hacer un alto y una aclaratoria. En el presente, China no es considerado un país con mano de obra barata, muchos salarios en regiones chinas equivalen a salarios en el sur de Europa. En realidad, lo que China ofrece de manera muy barata son los bienes e insumos industriales, los cuales son producidos en fábricas estadales muy eficientes que trabajan con bajos costos.
Pero el esquema industrial está cambiando nuevamente. China comenzó una etapa expansiva y, sin desindustrializarse, ha ido a colocar sus plantas en otros países, nuevamente buscando ventajas comparativas. Más allá de los costos de mano de obra, lo que China busca son recursos naturales y cercanía a consumidores.
El gigante asiático está ahora colocando plantas y cadenas con valor agregado más cerca de las fuentes de materias primas y está tratando de hacer coincidir estas con los países-destino de sus productos, intentando acercarlos más a los consumidores.
Nearshoring es una estrategia industrial que consiste en trasladar fábricas a otras regiones para estar más cerca del mercado de consumo final y ahorrar varios de los costos asociados con ello.
Esta práctica no es verdaderamente nueva, ya Estados Unidos la ha aplicado en el pasado en su búsqueda por conquistar el mercado asiático. La han implementado en México para generar productos con destino a Latinoamérica y al mismo Estados Unidos. Ahora, también algunas empresas europeas miran a Marruecos y otros países del Magreb para producir bienes con destino a la propia Europa, lo cual asimismo forma parte de la estrategia política de romper lazos con China.
Con el nearshoring, la maniobra se basa en producir cerca. Acortar las cadenas de valor y acercarlas a los consumidores.
América Latina, un subcontinente en expansión, ha sido conquistado por la producción fabril de China, pero las empresas de ese origen ya están instalando sus plantas en nuestra región con el fin de no quedarse rezagados en el proceso de remodelación de la infraestructura industrial mundial, lo cual también es una dinámica en disputa.
Justo ahora, México y Brasil son los principales beneficiarios del nearshoring, al punto de que la cuantiosísima inversión extranjera que hay ahora en México está produciendo una baja del valor del peso frente al dólar. Empresas chinas y la estadounidense Tesla están insertándose en México tal como lo han hecho los norteamericanos desde antes, con empresas bandera como General Motors —bajo las ventajas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, que China ahora también está aprovechando—.
De acuerdo con estimaciones de ManpowerGroup, la relocalización de inversiones extranjeras en México puede dar un fuerte impulso al empleo, con la creación de entre 2 y 4 millones de trabajos para el año 2030.
Si para China en los años 1980 y 1990 hubo una gran oportunidad, para Venezuela podría haberla en el contexto actual gracias al nuevo proceso de remodelación de la infraestructura productiva internacional.
Venezuela es un país con una importante base de recursos sin desarrollarse, cuenta con infraestructuras, un capital social medianamente desarrollado y una posición geográfica privilegiada para interactuar en el mercado andino, sudamericano, centroamericano, caribeño y norteamericano.
Es evidente que, de aprovechar la actual oleada de inversiones que se está desplegando, Venezuela podría hacerse un lugar en la nueva estructura económica internacional, de acuerdo con sus potencialidades y capacidades.
Venezuela podría desarrollar medianas capacidades industriales que le pueden hacer capaz de participar en la competencia regional, pues el robustecimiento industrial es un proceso de largo aliento. Pero el país ya puede impulsar su base de exportación de materias primas, producir alimentos, ofrecer mejores servicios turísticos, servicios financieros y situarse como un nodo comercial en condiciones excepcionales.
Aunque el nearshoring es en esencia una estrategia industrial, la concepción de las ZEE podría potenciarse en diversos órdenes mediante una visión de horizonte amplio para el desarrollo de la inversión en el país.
Para esto es necesario mirar hacia los Brics, los cuales ya están comenzando a seguir los pasos de China para no quedarse relegados en esta etapa de rediseño industrial.
Brasil, India, Irán y Rusia son países que necesitan desarrollar todavía más su base industrial. Pero eventualmente tendrán que migrar a las nuevas modalidades en las que, para situarse mejor en el mercado latinoamericano y caribeño, o incluso el estadounidense, tendrán que acortar sus cadenas de valor produciendo en esta región.
Venezuela tendría que aprovechar a lo máximo el vínculo político que posee con algunos de los actores emergentes con vistas a intentar favorecer la inversión en sus ZEE y así darles una ejecución de largo aliento. Podría desarrollar sus propias empresas estatales y mixtas si logra crear conjuntos de empresas interrelacionadas con la inversión foránea en las ZEE.
Salvando las evidentes distancias entre China y Venezuela, el paralelismo existente entre sus modelos de ZEE no está basado en las similitudes entre las realidades y los modelos de ambos países; se fundamenta en su momento de creación signado por el contexto.
En ambos casos, el momento ha sido de remodelación de la estructura industrial y comercial internacional, la mutación del capitalismo global, la creación de nuevos centros de desarrollo económico y una reconfiguración del mundo que reproduce nuevas relaciones centro-periferia.
Así, Venezuela cuenta con oportunidades en aras de superar su condición periférica mediante las ZEE como instrumento.
3 Oct 2023,