Con ese refrán, “a ese, nada le huele, todo le hiede”, nuestros antepasados se referían a aquellas personas que se quejaban de todo. Muy difundido en todo el país, en particular en el oriente venezolano, este, como muchos refranes, forman parte de la coloquial sabiduría de nuestro pueblo.
La queja sobre algo o alguien es una expresión muy legítima en cualquier ser humano. Sobre todo en la actual situación que vivimos hoy, en la cual nos hemos visto sometidos a más de una incomodidad o insatisfacción. Sin embargo, hay para quienes, en ese afán de quejarse de todo, hoy le parece mal, lo que no más ayer les pareció bien, o, por el contrario, hoy les parece bien lo que hasta ayer fue objeto de sus ataques. Con razón, una amiga en un grupo señala, seguro con un rostro de incomodidad que no vemos: ¿QUIÉN LOS ENTIENDE?
Con este “san Benito”, hemos venido cargando en variadas circunstancias. Es comprensible que a quienes les motiva la sola intención de desprestigiar al gobierno, procedan de esa manera. Pero no se entiende, o por lo menos yo no lo entiendo, que quienes dicen defender el “proceso”, estén a la “caza” de la primera oportunidad para despotricar del gobierno, y, particularmente, con más saña, del Presidente Maduro. Y no es que no haya cosas que criticar y de las que quejarse. Las hay, y bastantes. Pero es necesario entender las difíciles y complejas circunstancias que ha tenido que enfrentar el presidente. “Ponerse en sus zapatos”, como suelen decir algunos. Esto, en mi criterio, debería ser la posición de quienes se ubican de este lado de la acera. En situación de guerra, como la que vivimos, no hay lugar para posiciones intermedias. Esto, es, particularmente cierto, para quienes su formación y su participación en el proceso, los ubica más allá de una posición de militante de base, para quienes militan e incluso para quienes no tengan militancia formal.
En el caso de la gasolina, los precios y la modalidad de su distribución, no podían faltar las consabidas quejas y críticas. Algunos por más que se les explica, siguen pensando que petróleo es igual que gasolina. No se explican cómo un país petrolero como el nuestro tenga que importar el combustible. Se devanan los sesos y queman incontables neuronas, y tampoco logran entender como Irán siendo también un país bloqueado, esté produciendo gasolina y Venezuela no. Obvian que Irán tiene mucho más tiempo de bloqueado y su dependencia de la tecnología gringa es mucho menor. Olvidan que en el 2009 Venezuela tuvo que “auxiliar” a Irán con 20.000 b/d de petróleo mientras duró una contingencia originada, no por casualidad, por medidas de bloqueo estadounidense. Parecieran ignorar, el permanente saboteo interno que ha existido en PDVSA, antes y después del Paro Petrolero (2002-2003).
Antes de anunciar los precios subsidiados de la gasolina, la mayoría estaba de acuerdo con que los precios deberían ser objeto de un ajuste. Diversas encuestas así lo confirmaban. Pues, bastó que el Presidente Maduro anunciara un precio subsidiado 5.000 Bs/l para que llovieran las críticas de distinta índole. Me parece sin lugar e inoficioso, detallar las críticas. Sólo si me parece necesario puntualizar algunas cosas que probablemente, algunos ya saben, incluidos los que desde este lado se han convertido en jueces permanentes de las decisiones presidenciales.
Desde el 2005, el país ha estado suministrando la gasolina, sin cubrir sus costos de producción y esto ha representado la erogación por parte del estado venezolano de 2.197 millones de dólares sólo hasta el 2011. Un rápido cálculo, que naturalmente es aproximado, nos indica que de 2011 a la fecha ese subsidio ronda los 2.667 millones de dólares. Serían en total, aproximadamente 4.864 millones de dólares. Cada quién puede sacar su cuenta, lo que podría haberse hecho con ese dinero, sobre todo, en estos últimos años de Guerra Económica.
Es más que evidente que la gasolina no puede seguir siendo subsidiada, en los términos en que se ha hecho, incluso, desde antes del 2005. Siempre se ha hablado de la necesidad de ajustar los precios de la gasolina, sin detallar cifras sobre ese ajuste. El presidente Maduro ha afirmado que el presente subsidio es de 96%, lo que permite calcular que sin subsidio el costo por litro sería de 125.000 Bs, equivalente aproximadamente a 0,625 $. De esto se desprende que incluso la gasolina no subsidiada, estaría por debajo del costo actual.
Con respecto a la venta a “precio internacional”, no han estado ausente las críticas, todas en su mayoría, sin sustento alguno. Se habla desde negocios de funcionarios gubernamentales involucrados en la selección de las 200 estaciones de servicio hasta de decisiones que violarían artículos constitucionales. Se dice que estamos en presencia del inicio de la privatización, no ya del suministro y distribución de gasolina, sino de la actividad petrolera y de PDVSA. Repito, para tales aseveraciones, no se han molestado en mostrar prueba alguna. Sólo conjeturas y especulaciones parecieran ser suficientes.
Ahora bien, ¿ha habido problemas en la implantación del sistema de suministro de gasolina? ¿Se han presentado los consabidos guisos en las largas colas en las estaciones de servicio? ¿Nuevamente funcionarios de la GuardiaNacional están involucrados en esos “guisos”? Sería iluso pensar que no fuera así. Esas y otras irregularidades no desaparecerán de un día para otro. Pero de allí a hacer generalizaciones y decir que nada se está haciendo para minimizarlas, es otra cosa.
Lo de las largas colas, después de más de dos meses sin suministro regular de combustible, no debería sorprender a nadie. Igual el reabastecimiento de las estaciones de servicio. El plantel de cisternas para estas tareas, era lógico que tenía que ser rebasado por esta contingencia extraordinaria. Y largas colas de espera, ya sabemos para que se prestan, y los “zamuros” se valen de las mil argucias para “quebrar” cualquier control.
En cuanto al papel abusivo de funcionarios de la guardia nacional, el comunicado emitido por la Comandancia General de ese cuerpo ayuda a frenar, pero no es suficiente. Necesario es el papel fiscalizador de los usuarios y las denuncias a los teléfonos suministrados para el efecto. En Anzoátegui más de 20 funcionarios de la GNB han sido detenidos preventivamente e iniciado el proceso de investigación. Por lo menos dos dueños o administradores de estaciones de servicio han sido puestos a la orden del ministerio público. Desconozco si algo parecido ha sucedido en otros estados. Pero el hecho de que estas personas se les haya iniciado un proceso, es una muestra de que es posible hacer algo. No hay dudas que si las denuncias bien fundamentadas se multiplican, el número de investigados sería mayor, y el efecto de minimizar estos hechos tendría mejores resultados.
Creo necesario, para finalizar, abordar el tema del derroche de combustible y el contrabando de extracción a países vecinos. Es claro que mientras la gasolina esté a precios que no afecten sensiblemente el bolsillo de los usuarios, el despilfarro de combustible no cesará. A veces quienes critican el aumento no reparan en el hecho de que un porcentaje nada despreciable de los consumidores están en condiciones de asumir ese aumento, y, que sin dudas, limitarían el consumo si llenar el tanque les cuesta más. De igual modo si al sector a ser subsidiado no se le pone un límite al volumen de litros objeto de subsidio, igual continuaría el derroche. Resulta fuera de toda lógica, quienes critican los ajustes recientes, y además, pretenden culpar al gobierno del derroche.
Con respecto al contrabando de extracción, el mismo no será eficazmente combatido mientras el precio interno sea, como ahora, irrisorio con respecto al precio de nuestros vecinos, en especial Colombia, donde la “industria” de su principal producto de exportación requiere de un apreciable volumen de gasolina. Se ha hablado de un precio en las fronteras igualado al precio internacional, como una forma de reducir el contrabando. Lo cierto de todo es que mientras que el precio de la gasolina siga siendo un lucrativo negocio para quienes se dedican a su contrabando, será, como hasta ahora, muy difícil la lucha contra este pernicioso mal. Queda en manos del estado venezolano tomar las medidas a que haya lugar. Como suelen decir en una serie televisiva turca, HACER LO NECESARIO.
Finalizo, recalcando lo que he venido sosteniendo en artículos anteriores: “ …las dificultades no nos han detenido, ni nos detendrán. Una nueva “normalidad” puede ser la oportunidad que la historia ha puesto en el camino para ser un pueblo fuerte y digno, merecedor de una Nación Libre y Soberana, en lo económico, en lo político y en lo social”.
P.S.: Nuevas amenazas de invasión han sido denunciadas por el Presidente Nicolás Maduro. Hoy, más que nunca, es necesaria una férrea unidad de todos los patriotas.