Estamos a menos de 3 meses de la realización de las elecciones parlamentarias en Venezuela, pautadas para realizarse el domingo 6 de diciembre del presente año. Puede decirse que las cartas están echadas. Más de 100 organizaciones políticas nacionales y regionales están habilitadas para participar y, de hecho, la mayoría de ellas han inscrito sus candidatos. La realización de estas elecciones es un paso fundamental para lograr la ansiada y necesaria estabilidad política. Sin esa estabilidad, sin dudas, se dificulta el que el país inicie un camino de recuperación de la difícil situación económica que atraviesa.
El marco en el cual estas elecciones están en desarrollo es por demás complejo. El país continúa sometido a un bloqueo criminal y asedio permanente por parte del imperialismo norteamericano. Este asedio y guerra multiforme se ha acentuado, lejos de atenuarse por razones humanitarias, en ocasión de la propagación de la pandemia, como es sido exigido, por diversos organismos multilaterales, entre ellos la ONU.,
Los intentos de desestabilización, mediante el magnicidio al presidente a Maduro y otras personalidades de la institucionalidad del Estado Venezolano, el ataque a regimientos militares y las frustradas invasiones por tierra y por mar, han sido derrotados por la acertada labores de inteligencia y contrainteligencia, y el despliegue de la unión cívico militar, bajo la dirección del Presidente Maduro. Haber llegado hasta acá no ha sido poca cosa. Esa exitosa dirección, reconocida incluso por voceros del gobierno norteamericano, es minimizada y mezquinamente ignorada por quienes dicen llamarse aliados del gobierno bolivariano.
Otro hecho que se ha hecho presente y que ha tenido que enfrentar el gobierno bolivariano, ha sido el de la pandemia del Covid-19. Los mismos que están en la ejecución del bloqueo criminal y la oposición terrorista que vergonzosamente la implora abiertamente, pensaban que nuestro sistema de salud iba a colapsar y que el efecto letal de la pandemia contribuiría en sus planes desestabilizadores y en su intención de acabar con la Revolución Bolivariana.
La realidad ha sido otra y el gobierno bolivariano, con el Presidente Nicolás Maduro al frente ha sido exitoso en el manejo de la pandemia. De manera temprana, nuestro gobierno bolivariano declaró la cuarentena preventiva y tomó las medidas sanitarias pertinentes que permitió que en los primeros 82 días sólo fueran registrados los primeros mil contagiados.
Fue a mediados de junio, cuando comenzaron a regresar compatriotas de países vecinos huyendo del maltrato y la no atención de la pandemia, que las cifras de contagio tomaron un repunte. A la fecha (14-09-2020) sean contabilizados 60.540 casos, 48.644 recuperados y la lamentable cifra de 485 fallecidos. Es nuestra mortalidad la más baja a nivel mundial (0,028 por millón de habitantes), igual puede decirse de la letalidad (0,92%) muy por debajo del promedio global que es de 4,45% y el porcentaje de recuperados es 80,33%, inferior al global que es de 70,33%. Esa exitosa gestión también pretende ser ignorada, llegándose a afirmar, en algún momento, de manera irresponsable que la pandemia “se le escapó de las manos al gobierno”.
La difícil situación económica y financiera en la que se encuentra el país, consecuencia principalmente del bloqueo económico, precisa de un clima político de relativa estabilidad y un funcionamiento lo más armónico posible de sus instituciones democráticas fundamentales. De allí la importancia de estas elecciones parlamentarias. El presidente Maduro no ha dudado en catalogarlas de OBLIGATORIAS, añadiendo que deben realizarse “Llueve, truene o relampaguee”.
La habilidad de la dirección político militar se ha puesto también de manifiesto en el manejo de las relaciones políticas con la oposición. La insistencia en el diálogo, por parte de Nicolás Maduro, y su convicción que la política no puede verse en “Blanco y Negro”, ha dado sus frutos. El deslinde de una parte de la oposición, con el sector extremista y terrorista, ha sido una de las expresiones más significativas de esos frutos. Quedó demostrado que un manejo acertado de las contradicciones es la clave del éxito. Ubicar la contradicción principal es determinante para establecer el camino a seguir y decidir la táctica y las tareas principales que el momento coyuntural demanda.
Mao Tse Tung (Mao Zedong), timonel de la Revolución China, fue muy insistente en este aspecto y su manejo acertado del complejo mundo de las contradicciones en el desarrollo de las luchas libradas en China, llevó al triunfo de la revolución el 1 de octubre de 1949.
Escribió Mao en Agosto de 1927: “Cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país (…) la contradicción entre el imperialismo y el país en cuestión pasa a ser la contradicción principal”. En nuestro caso, así hay que entenderlo y, lo más importante, así hay que asumirlo. Así lo ha entendido y asumido el Presidente Maduro. Conocedor, como obviamente lo es, del complejo juego de variables que entran en juego en la situación del país, él está obligado “a ver el bosque”. No es su culpa, que un grupo de compatriotas, con indudable formación política, se distraigan “viendo el árbol”. Aun cuando no niegan el bloqueo, en los hechos, en sus análisis, escritos y exigencias pareciera que tal bloqueo no existiera. En palabras de Federico Engels: “… concentrado en su estatismo, no advierte su dinámica; obsesionado por los árboles, no alcanza ver el bosque”
Como cualquiera podría ver, unas circunstancias como las que atraviesa la patria de Bolívar, precisan que todo aquel que se considere un auténtico patriota, se una alrededor del objetivo primordial, que no puede ser otro que enfrentar en una amplia y sólida Unidad Patriótica a quienes pretenden apoderase de nuestras riquezas y vulnerar nuestra soberanía.
Y ser soberanos es: poder decidir nuestro propio destino, darnos el sistema de gobierno que mejor nos parezca y el poder dirimir nuestras diferencias entre nosotros mismos en el marco de una sana controversia política. No puede haber tarea más importante que enfrentar al imperialismo norteamericano que pretende convertirnos en algo menos que una colonia, con el consentimiento y colaboración de una oposición extremista y apátrida que ya ha comenzado a repartirse parte de nuestros activos, como está sucediendo con CITGO, MONOMEROS y cuentas del Estado venezolano depositadas en bancos extranjeros.
Nadie niega que se hayan cometido errores. No se ignora que una u otra decisión no sea del agrado de algunos sectores. Es imposible que pueda haber unanimidad y acuerdo en decisiones que se han tomado y otras que no se han podido tomar en medio de unas circunstancias que objetivamente han restringido la capacidad de maniobra del gobierno. Todo eso conforma un cuadro que genera sus naturales tensiones y exige de los involucrados actuar con mucho tino, flexibilidad y tolerancia. Pero no ha sido así, sino todo lo contrario.
Ha sucedido, con particular énfasis en los últimos meses, que toda decisión del gobierno, de una u otra índole, inmediatamente es cuestionada por sectores, no ya de la oposición formalmente declarada como tal, sino por quienes se manifiestan aliados de distinto tenor. Las mal llamadas redes sociales han sido el escenario por excelencia, donde se intercambian frases y afirmaciones, cada quién atrincherado en su propia “verdad”. Hay para todos los gustos. Los hay coherentes y con argumentos sólidos. Otros llenos de lugares comunes y sin mayor contenido. Pero todos con un denominador común, críticas descontextualizadas que no ayudan en el sentido constructivo, si en algunas esta intención estuviera presente.
Como decíamos al inicio, las cartas están echadas. En el plano estrictamente electoral cada quién ha sacado sus cuentas. Se avizora una abstención relativamente alta. En elecciones parlamentarias es algo habitual la poca motivación del electorado. En las condiciones actuales es obvia la presunción que en esta oportunidad será mayor.
El Presidente Maduro ha denunciado planes de sabotear las elecciones parlamentarias. Es obvio de donde proceden estos planes. Necesario es unir esfuerzos contra la abstención y los planes de saboteo. Es una oportunidad que está allí para unirnos en algo de interés común para todas las opciones que están optando a tener representación parlamentaria.
De igual manera, creo que el gobierno debe ampliar las posibilidades para que cada una de las alianzas y organizaciones que están participando, tengan facilidad de difundir sus ofertas electorales y dar a conocer sus candidatos. Es un ejercicio concreto de democracia. No hay democracia en abstracto. Todo ejercicio de democracia responde a circunstancias concretas y a un interés de clase. Históricamente ha sido así, y no puede ser de otra manera.
Tendremos para enero de 2021, Dios mediante, una Asamblea Nacional con expresiones y visiones del país diferentes. ¿En qué proporción estará representadas cada una de esas visiones? Eso lo decidirá el pueblo venezolano, en un ejercicio de democracia concreta. Amanecerá y Veremos.