Quiero hacer esta reflexión sobre lo que acontece hoy en el mundo de la izquierda. Aspiro no sea un tiempo perdido. A conciencia corro el riesgo.
El ser humano es complejo, y, en consecuencia las sociedades, y los grupos que en ella se organizan lo son. Nuestra testarudez, de no ver “lo que no necesita anteojos”, la hace más compleja aún. Esta complejidad y la dificultad para entender y encauzar esta realidad, en el caso que nos ocupa, se ha hecho más notoria, a partir de la despedida prematura y dolorosa de nuestro líder Comandante.
Ese 8 de diciembre, cuando lo escuchamos en vida, por última vez, allí estuvieron con él, algunos que ya no están. Otros, unos pocos, que aun estando fue como si no estuvieran.
Si pudiéramos trasladar esos rostros al presente, y escudriñar en ellos, seguramente muchas cosas hoy, las pudiéramos entender mejor.
Sí, la vida es compleja, pero a la vez sencilla. Por ello, el hombre común de la calle, logra entenderla más rápido que cualquier letrado o alguien que presume serlo. Ello también explica que “AQUELLOS QUE SUPONEN QUE TODO LO SABEN” se enredan en sus propios análisis” y no logran entender el momento político actual. Afortunadamente cada vez son menos.
Bastaría con que llamemos al pan, pan, y al vino, vino, sin mayores subterfugios, y con seguridad las cosas las veríamos más sencillas y se vería más claro el horizonte, por muy enrarecido e incierto que parece serlo hoy.
En esta llamada izquierda, de la que formamos parte, abundan las mezquindades y miserias que resulta más fácil, imputar a otros. ”Se ve la broza en el ojo ajeno, pero se ignora la viga en el propio.”
Se habla de “Unidad”, cuando en verdad no se cree en ella. Se habla de mucha lealtad al legado de Chávez, pero ayer como hoy, pusieron en duda su liderazgo, que sin dudas hoy sigue siendo: INDISCUTIBLE. Cuando no somos capaces de mirarnos fijamente en el espejo, porque nuestra imagen se torna acusadora, deberíamos sinceramente interrogarnos, sobre nuestra AUTENTICIDAD REVOLUCIONARIA. La propia verdad es otra muy distinta.
Actualmente, al interior de la izquierda, son claramente visibles dos sectores, sin ignorar que hay muchos otros. Uno evidentemente es mayor cuantitativamente que el otro. Tiene poder, y evidente una notoria e indiscutible influencia de masas. Es el sector que hoy está en el gobierno. Este sector es heterogéneo, tiene sus contradicciones internas y ellas son expresión de la luchas de clases. Pese a esas contradicciones, es notoria su coherencia política, y esto le ha permitido cosechar sucesivas victorias políticas. A SU INTERIOR HAY UNIDAD DE MANDO Y DIRECCIONALIDAD POLITICA.
El otro sector está integrado por compatriotas que con distintos matices y por diversas razones, se han venido oponiendo a la gestión del Presidente Maduro. Es también bastante heterogéneo. Esa heterogeneidad obedece, en lo fundamental, a su variada composición de clase, y a ópticas no uniformes en la percepción de la gestión gubernamental. Allí hay de todo, desde compatriotas de probada trayectoria revolucionaria y antiimperialista, pasando por “snobistas” de distinta gradación, hasta personajes de dudosa identificación sincera con cualquier expresión revolucionaria. En mi opinión, algunos de ellos han sido capturados por la inteligencia enemiga. Es bueno aclararlo, es ésta una apreciación de carácter muy personal que asumo con absoluta responsabilidad.
En esos dos grupos, a pesar de que están ubicados “en apariencia”, de este lado de la acera, en ambos, hay quienes, dependiendo de la óptica con que se mire, le prestan un flaco servicio a la patria, y por momentos, suponemos que sin pretenderlo, le hacen el “juego”, al enemigo que dicen enfrentar. Recalco, los hay en ambos sectores. Esto no es nada nuevo y a lo largo de nuestro proceso bolivariano, en distintos lugares y momentos, han estado haciendo su labor, vestidos de “rojo, rojito”. Algunos es notorio su abandono del barco. Otros, continúan enmascarados y es necesario, con sigilosa y prudente acción, desnudarlos en sus verdadera y dañina influencia.
Dice el timonel de la Revolución China, Mao Tsetung, en su ensayo “Sobre la Contradicción”, escrito en agosto de 1937,: “Cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país (…), la contradicción entre el imperialismo y el país en cuestión pasa a ser la contradicción principal” . Esto que parece ser una verdad de “Perogrullo”, no hay forma que, en términos prácticos, sea entendido por una izquierda empeñada “en ver el árbol e ignorar el bosque”.
Dentro de la heterogeneidad de esa izquierda, a la cual no voy en esta oportunidad a calificar, hay un grupo, ya lo mencioné arriba, necesario de identificar y denunciar, que, en mi opinión, han sido atrapados por la red, que en tiempos como éstos, lanza el enemigo para ponerlos a su servicio. Es duro decirlo, y más aún aceptarlo, pero esa es una realidad histórica que ha tenido expresiones concretas en el pasado en la lucha de los oprimidos. Son los “quinta columna” de la guerra civil española. Los hubo en la “resistencia europea”, en los países ocupados por Alemania, durante la segunda guerra mundial. Son los verdaderos “tarifados” en la lucha actual.
Tiempo tardamos en darnos cuenta de los Ramírez, Luisa Ortega y esa larga lista que todos conocen, y a la cual se suman casos de reciente factura. Los hay en todos los lugares, a distintos niveles, dentro y fuera del gobierno, “atacando” y en apariencia defendiendo la gestión gubernamental. Por donde menos se espera, está “la liebre al acecho”
En la opinión de este humilde servidor y escribidor, pareciera que darle relevancia al grupo “disidente” que algunos califican sarcásticamente de izquierda “trasnochada” o “exquisita”, es darle una beligerancia extremadamente inoficiosa. Es como dice el sabio pueblo: “gastar pólvora en zamuro”. A, la mayoría de ellos, Nada ni Nadie los hará cambiar. Apertrechados en “su verdad”, autodenominándose marxistas, sustituyen una realidad concreta, por demás compleja, por un mundo libresco que se amolda a su condición de críticos impenitentes, regodeándose con sus iguales.
Algunos seguirán en su cómoda posición de “libre pensadores”, sin compromiso orgánico con nadie, y escasa, por no decir ninguna, vinculación con el pueblo que rumia sus penas y “bate el cobre” en su cotidianidad de resistencia activa y heroica.
Otros, agrupados en la llamada APR, seguirán haciendo lo que siempre han hecho. Apostando a planes fuera de la realidad, sin avances significativos en su vinculación con el pueblo de a pie. Sacan sus ilusas cuentas y se estrellan, como recientemente aconteció con su participación en las elecciones parlamentarias. Para sorpresa de muchos, en sus organismos de dirección, esos resultados fueron calificados de exitosos. ¡VAYA USTED A VER!.
En definitiva, sean cuales fueran las distintas percepciones que puedan tenerse sobre el tema aludido muy someramente en este escrito, esa es una realidad que está allí. Son los propios actores en esos sectores, quienes deben entender, pese a ciertas intemperancias y excesos emocionales, que estas diferencias deben ser abordadas como CONTRADICCIONES EN EL SENO DEL PUEBLO.
Dice Mao en ensayo escrito en febrero de 1957: “Ante nosotros existen dos contradicciones sociales: contradicciones entre nosotros y el enemigo y contradicciones en el seno del pueblo”. Y más adelante, precisa el Timonel de la Revolución China: “es necesario saber con claridad lo que es el “pueblo” y lo que es el “enemigo”. He ahí el meollo de la cuestión. En esta distinción, muchas veces nos equivocamos: enfilando nuestras baterías, no precisamente contra el enemigo.
Acertadamente señala Mao: “El concepto de “pueblo” tiene diferente contenido en los diversos países y en los distintos períodos de la historia de cada país”. Evidentemente se trata, a decir de Lenín, y también de Mao, del trillado tema del “ANALISIS CONCRETO DE LA SITUACION CONCRETA”. ¡¡¡Qué útil para avanzar, pero con qué facilidad equivocamos el análisis, “patinando” en un mismo sitio, retrocediendo las más de las veces!!!
Como puede verse, tratar adecuadamente las Contradicciones en el Seno del Pueblo, es una tarea más de orden práctico, que teórico. Como suele suceder, en la correcta aplicación del marxismo en la práctica concreta, no hay recetas, ni dogmas. La dilatada experiencia de los camaradas chinos en su compleja lucha por la Liberación Nacional y el Socialismo, los llevó a adoptar “un método democrático de resolver las contradicciones dentro del pueblo en la fórmula < unidad – crítica –unidad >”. Esto significa “partir del deseo de unidad, resolver las contradicciones a través de la crítica o lucha y alcanzar así una nueva unidad sobre una nueva base”. PERO, ALERTA FINALMENTE MAO EN SU ESCRITO: “En esto es necesario ante todo partir del deseo de unidad. Si subjetivamente no existe este deseo, es inevitable que la lucha conduzca a una confusión difícil de controlar”. DESAFORTUNADAMENTE, HISTÓRICAMENTE EN EL DEBATE EN NUESTRA IZQUIERDA, EL DESEO DE UNIDAD HA ESTADO AUSENTE.