"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Crítica, coronavirus y ¿fin del capitalismo?

En dos artículos anteriores tratamos el tema  de quienes ven en  la gestión del Presidente Nicolás maduro, una posible “desviación hacia el capitalismo”. Los hay, quienes dentro del campo de la izquierda, están convencidos de que esto es así. No cesan en sus críticas y descalificaciones por la situación que atraviesa el país y ante cualquier acción y/u omisión que a su juicio aparte al Presidente Maduro de un camino que tal pareciera estar pre- establecido, se vuelcan en calificativos de toda índole. Algunos llegan al extremo de incomodarle su tono de voz y hasta sus gestos La consecuencia inmediata de esta actitud es que se siembra el desconcierto, el escepticismo y la desconfianza y otra serie de sentimientos negativos, en momentos en, que amenazados y bloqueados como estamos, nuestras filas precisan de la más férrea unidad para enfrentar las amenazas.

La crítica y la autocrítica son ciertamente  necesarias en cualquier movimiento que se precie de revolucionario. Pero sucede con mucha frecuencia en la compleja y difícil situación actual, que las críticas se formulan totalmente descontextualizadas. Se critican acciones y situaciones reales, pero sin detenerse en sus orígenes. Se ven los efectos, ignorando las causas. De tal manera que formuladas así, la crítica pierde su carga revolucionaria y su carácter constructivo. Hay distintos matices en este espectro de críticos al proceso bolivariano y al Presidente Maduro. Desde los que casi han hecho de la “crítica” su razón de ser en la militancia política, hasta los que con muy   buena intención piensan que hay que asumir posiciones más radicales, en un desafío ingenuo a una realidad y a una correlación de fuerzas que aconsejan mayor prudencia en lo político y una estrategia inteligente en lo económico. En unos y otros hay, en mi opinión,  una alta carga de subjetividad, al confundir sus deseos con la realidad.

No reconocen algunos que el haber sorteado las inmensas dificultades a que hemos estado sometidos en los últimos años, ha sido precisamente debido al manejo habilidoso de las situaciones, que ha demostrado una dirección político-militar, al frente de la cual ha estado con mucha firmeza el Presidente Maduro.

Hubo momentos en que parecía que el gobierno no daba para más. Con la derrota en las elecciones parlamentarias del 2015, pocos creían en la posibilidad de que pudiéramos enfrentar con éxito la arremetida opositora que se veía venir y que efectivamente se hizo presente de la forma violenta que todos conocemos. El llamado a Constituyente, aunque consultado al más alto nivel, fue iniciativa y decisión del Presidente Nicolás Maduro. Hoy varios dirigentes confiesan haber tenido reservas sobre su éxito. Y la Constituyente nos dio la preciada paz que todo nuestro pueblo aspiraba y que parecía inalcanzable. Algunos pensaron que la Constituyente era la panacea que resolvería todo, incluida la difícil situación económica. No ha sido así, ni podía ser. Soy de los que piensan, que no es poca cosa haber logrado la paz, con todo y lo relativa que haya podido ser.  La ANC también ha cumplido un papel muy importante en llenar el vacío que  ha dejado la AN en desacato. Su tarea primordial de blindar nuestra CRBV, ante una eventual intención de sectores reaccionarios y antinacionales de vulnerar los derechos adquiridos por nuestro pueblo, está ahora en pleno desarrollo. Es necesario, también, darle calor de  participación popular a esta tarea y realizar una amplia consulta que involucre, sin sectarismo alguno, a los más amplios sectores, en la redacción del nuevo texto constitucional que será sometido a referendo.

Retomando el tema de las críticas, considero que esto es principalmente determinado por una interpretación errónea de las coyunturas que hemos venido afrontando en casi todo el Proceso de Revolución Bolivariana, pero particularmente, desde el 2013 hasta acá.  Estamos absolutamente convencidos que todo esto se deriva de no ubicar acertadamente la Contradicción Principal de la coyuntura actual, y que ha mantenido su condición de principal, por lo menos, en los últimos 8 años. Al respecto señalábamos: “Es la contradicción entre el Imperialismo Norteamericano, sus aliados internacionales y lacayos internos, por una parte, y el conjunto del pueblo venezolano que se opone a la intervención e injerencia externa, sea ésta del tipo que  sea.”

Aunque muy importante es ubicar la Contradicción Principal, ello no es suficiente. Necesario es determinar las acciones que de ella se derivan. Me parece que las 7 LINEAS ESTRATÉGICAS se corresponden con los aspectos en donde debemos poner el énfasis. En lo particular, ya dijimos en otro artículo que dos aspectos a lo interno parecieran determinantes:

1.- Consolidar la paz: Fortalecer y expandir la estabilidad política del        país. (1ª  Línea Estratégica)

2.-Avanzar en un acuerdo económico-productivo para la estabilización,  crecimiento y la prosperidad del país. (2ª Línea Estratégica)

Al lado de estos dos objetivos primordiales, hay otros, dialécticamente relacionados con ellos, que se dan en el plano internacional: Continuar desarrollando y ampliando la Diplomacia Bolivariana de Paz, y profundizar los acuerdos con nuestros aliados estratégicos de mayor fuerza geopolítica, como lo son China y Rusia. También, estas tareas están expresa e implícitamente en las 7 LÍNEAS ESTRATÉGICAS.

La aparición y declaración de pandemia a nivel mundial, hace más compleja la situación a nivel mundial, regional y nacional, que ya de por sí lo era. El desplome en el mercado bursátil de todas las bolsas de valores no es algo originado por la  propagación del Corona Virus. No es así, aunque la mediática internacional así lo pretenda hacer ver. La pandemia lo que ha hecho es acelerar una crisis del Sistema Mundo Capitalista, que era continuidad de la Gran Depresión del 2008, de la cual nunca se recuperó. La desaceleración del crecimiento económico de los países capitalistas desarrollados y de los países emergentes, la disminución de la tasa de rentabilidad en el comercio mundial, el desvío del crédito a bajos intereses hacia la inversión financiera especulativa, la compra y recompra de acciones, la precarización del trabajo, son algunas de las expresiones de una crisis que estaba latente en los últimos años y de la que se pretendía seguir “estirando la arruga”. Así lo venían señalando distintos expertos en la materia, incluso asesores e instituciones al servicio de las grandes transnacionales.

También esta pandemia que apenas está en desarrollo y que nadie puede hoy determinar con precisión su alcance, ha dejado al desnudo la irracionalidad y deshumanización del capitalismo. Para la mayoría de los gobernantes del mundo capitalista neoliberal, ha estado en primer término su preocupación por la “economía” y los grandes intereses de las transnacionales. La vida de seres humanos que a cada instante se pierden por efectos de la pandemia, para ellos, eso muy poco importa. Las expresiones de los Trump, Boris Jhonson, Bolsonaro, Pinera, Duque, por sólo señalar los más notorios, lo que producen es asco y repulsión, pero ponen al desnudo lo inhumano del neoliberalismo, como expresión más salvaje de un capitalismo en decadencia.

 Todo lo anterior y lo sucedido con el crucero británico  MS Braemar pone sobre el tapete las dos concepciones del mundo que están en pugna y los valores sobre las que esas dos concepciones contrapuestas afianzan su sistema económico y social de vida. Es la pugna entre lo colectivo y lo individual, entre la solidaridad y el egoísmo, entre el  desprendimiento ante la necesidad del otro y el apego a lo material, entre una espiritualidad sincera que brota de sentimientos nobles y un fariseísmo hipócrita, es en suma, la lucha entre la vida y la muerte, “entre la alegría y la tristeza”. Es la demostración palpable de la inviabilidad del capitalismo y de su crisis terminal. Es el mentís inobjetable de los que  algunos afirman, no sé si ingenuamente, que  “el capitalismo está vivito y coleando”.

En opinión de Daniel Estulin, “Estamos presenciando el colapso liberal global” y concluye, luego de una profunda reflexión: “Tendremos que inventar un nuevo modelo económico. Hoy no existe. Es por eso todo lo que se habla sobre un Nuevo Yalta/ Nuevo Bretton Woods. El mundo financiero posliberal está a punto de nacer”. ¿Cuándo se dará la crisis final? “Hay una ventana de dos semanas. Si en la élite son capaces de cambiar el rumbo del colapso… aguantará hasta marzo 2021. Si no se desploma ahora. El final vendrá en Septiembre de 2020 o en marzo 2021” Bastante cerca ¿verdad? Amanecerá y veremos.

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