Arribamos al 44 aniversario del vil asesinato del mártir de la revolución venezolana, Jorge Antonio Rodríguez. Los esbirros de la DISIP, en aquel aciago 25 julio de 1976 por órdenes de los autores intelectuales Carlos Andrés Pérez, Octavio Lepage, y Arístides Lander, con salvajes torturas destruyeron sus órganos vitales; y en esa mala hora nuestro camarada y maestro dejó de sentir los latidos de ese corazón inmenso depositario de nobles sentimientos que lo convirtieron desde muy joven en un REVOLUCIONARIO INTEGRAL.
A Jorge lo lloramos ayer, como también lo lloró nuestro pueblo. Esas lágrimas las convertimos en fuerza irreductible para seguir luchando, luchando hasta vencer, como voceábamos con fuerza por las calles de Venezuela. Y Jorge, desde cualquier lugar que nos mire hoy, sabe que la mayoría no le hemos fallado. La debilidad e inconsecuencia de unos pocos, sé queda tan pequeñita, que la perseverancia de muchos se levanta imponente en la construcción de sus sueños. Hoy como ayer decimos que EL SOCIALISMO SE CONQUISTA PELEANDO. Hoy como ayer, levantamos nuestro grito de guerra, que fue y es el suyo, y de todos nuestros mártires: ¡¡¡ PERSEVERAREMOS, NO NOS DERROTARÁN, TRIUNFAREMOS ¡!!.
No dudamos en afirmar que su máxima obra política fue la LIGA SOCIALISTA. Una construcción colectiva, como debe ser toda obra de un revolucionario auténtico, como lo fue Jorge Rodríguez. En esa construcción, participamos algunos desde las luchas abiertas y otros desde la clandestinidad. El movimiento revolucionario entonces, a inicios de la década de los setenta, vivía una situación de reflujo y acusaba una gran dispersión. Estaban aún en la mente de muchos el negativo impacto de la derrota política y militar de la lucha armada. Quedaban, es cierto, pequeños focos de resistencia armada, pero no aceptar que el intento heroico de “tomar el cielo por asalto” había sido derrotado, era seguir retrasando la necesidad de iniciar un proceso de reagrupación y acumulación de fuerzas.
La justa caracterización de esa coyuntura llevó a nuestra dirección política militar, con Julio Escalona, Jorge Rodríguez y Fernando Soto Rojas al frente de ella, a afirmar que las luchas legales y abiertas pasaban a un primer plano, sin abandonar las formas de organización cerradas y clandestinas. En ese marco y análisis coyuntural se propuso al país la Táctica del Voto Nulo, para aprovechar la relativa apertura que nos ofrecía la legalidad burguesa. Bien es cierto que los máximos impulsores del Voto Nulo, fuimos los militantes y cuadros de la Organización de Revolucionarios ( O.R. ), sin embargo, individualidades como Domingo Alberto Rangel (+) y organizaciones como Bandera Roja y los Grupos de Acción Revolucionaria (GAR) participaron promoviendo, junto con nosotros, esa táctica revolucionaria. No hay dudas que el ingrediente fundamental en el desarrollo de la Táctica del Voto Nulo fue la incorporación de sectores avanzados de las masas que no tenían para el momento militancia político partidista.
Impulsar, promover y constituir los Comités Pro Voto Nulo, fue la consigna de entonces. A esa tarea se dedicó Jorge Rodríguez y se puso al frente de ella, luego de salir de la cárcel de Maracaibo, tras una Jornada por la Libertad de los Presos Políticos que incluyó una Huelga de Hambre de los mismos presos. “Con el cuchillo en la boca”, como solía decir el maestro, numerosos cuadros, bajo su dirección, nos dedicamos, con escasos recursos, pero con una gran mística y convicción revolucionaria, a organizar los sectores más avanzados de las masas, alrededor de la táctica acordada. En todo el país se constituyeron los núcleos promotores del Voto Nulo, en fábricas, caseríos, barrios y universidades.
El Oriente del país no podía ser la excepción. En distintas ciudades y pueblos del Oriente, en forma dispersa al principio, comenzaron a cobrar vida comités por el voto nulo. El hastío por la politiquería reinante facilitó la tarea. Un pequeño libro, “¿Votar para qué?”, donde aparecía, en forma de seudónimo, la autoría de Juan Luna, fue la fuente teórica inicial de la que se nutrían nuestros planteamientos. Luego vino, “El Voto Nulo, una Táctica Revolucionaria”. Ambos libros, no tenemos dudas hoy, fueron la sistematización de las discusiones libradas por el colectivo militante de la Organización de Revoluciones (O.R.), bajo la dirección del CPM, encabezado como ya dije por Julio Escalona, su Secretario general, Jorge Rodríguez, Fernando Soto Rojas, entre otros.
Los “volantes y mariposas” reproducidos en artesanales “bateas”, y algunos multígrafos a los que podíamos acceder, junto a las pintas con “spray”, realizadas con necesaria y obligada celeridad en horas de la madrugada, constituyeron nuestra “artillería del pensamiento”, en una campaña que, para muchos, fue nuestro bautizo en esas lides.
A una residencia estudiantil de Cumaná llegó un inesperado día, “sin aviso, ni protesto”, un paquete de Aerocav dirigido a mi persona, cuyo contenido, naturalmente ignoraba. Uno de la “delegación de Oriente” de la UCV (así llamaban a los expulsados de la UDO), fue el audaz remitente de ese paquete a una “estafeta” no consultada, ni autorizada. Luego supe que tal acción se le llamaba “un acto de liberalismo”. Ese acto de liberalismo dio inicio a nuestro compromiso militante que nos convertiría luego en los dirigentes fundadores y “formadores” de la Liga Socialista en el oriente del país.
Los 20 documentos que venían en ese paquete, era uno de los llamados “Cuadernos de Orientación” que regularmente hacía llegar el CPM de la OR a sus militantes. He allí el germen, de lo que luego fue el desarrollo de los Comité pro Voto Nulo, por lo menos en Sucre, Anzoátegui y Monagas. Nueva Esparta, se sumó luego, ya constituida y fundada la Liga Socialista.
Debo decir que esos planteamientos políticos llevados a “círculos de estudio cerrados”, tuvieron un positivo impacto, en los 5 o 6 compañeros que integramos ese núcleo inicial. Luego fuimos captando otros compañeros y formando otros núcleos, y a partir de allí comenzó “a incendiarse la pradera”.
Tal experiencia demostró en la práctica, la tesis leninista, que una política correcta surgida a partir de una caracterización acertada de la realidad, es una herramienta organizativa de primer orden. El análisis de coyuntura, los lineamientos políticos y las propuestas organizativas de esos documentos fue el combustible que prendió en una conciencia revolucionaria que reclamaba orientación y la necesidad de ser nucleada y articulada orgánicamente.
El desarrollo de la Táctica del Voto Nulo, no estuvo exenta del acoso represivo y persecución por parte de los cuerpos de seguridad (DISIP y DIM). Eran los tiempos del primer mandato de Caldera. Nuestras actividades políticas, de muy poco alcance para entonces, se tenían que desarrollar casi con un carácter semi clandestino. La supuesta apertura de la legalidad burguesa, se restringía por momentos a una rendija con evidente estrechez.
En Puerto La Cruz, un domingo de esos, en una jornada de reparto de volantes, impresos en rudimentarias “bateas”, fueron detenidos 6 militantes nuestros, en su mayoría estudiantes de educación de media, que estuvieron presos, si mi memoria no me falla, por toda una semana. El hecho que la mayoría fueran menores de edad, la solidaria defensa de un abogado amigo, Fortunato Herrera, y, la desinteresada ayuda de un periodista de “El Tiempo”, hoy fallecido, Ernesto Rodríguez, quien simpatizaba con la izquierda y con la Táctica del Voto Nulo, permitió que la reclusión no se extendiera por más tiempo.
La detención de los compañeros fue noticia durante esa semana, y la misma no sólo tuvo repercusión regional, al ser “El Tiempo”, un diario de circulación en todos los estados orientales, sino que el hecho que Ernesto fuera corresponsal de “Últimas Noticias” le dio cierta proyección nacional. No hay dudas, que ese hecho proyectó la Táctica del Voto Nulo, más allá de lo que pudiéramos haber logrado, por otros medios. Cabe recordar, algo que bien no recuerdo. En algún momento de 1973 salió el periódico “Basirruque”. Su primer Número fue de un solo pliego en el papel más barato, el que conocíamos como “papel periódico”. Buena parte de su contenido estaba dedicado al Voto Nulo. BASIRRUQUE fue luego el órgano nacional de la Liga Socialista, que fue fundada formalmente el 19 de noviembre de 1973, bajo el nombre de Liga por los Derechos del Pueblo y el Socialismo (L.D.P.S.).
La necesidad que toda actividad política de masas, debía culminar en saldos organizados, fundamentalmente de sus sectores más avanzados, era algo en que los documentos referidos ponían especial énfasis. La visita periódica de dirigentes nacionales en los cuatro estados orientales fue fundamental en la concreción y articulación de esos saldos, que se multiplicaban con más rapidez y frecuencia que lo que nuestra experiencia y preparación nos permitían afrontar. En sus inicios, esta tarea tuvo un baluarte fundamental en Orlando Yajure. El “cabezón”, como cariñosamente le decíamos y era conocido nacionalmente, recientemente alzó su vuelo, para pesar y dolor de todos los que conocimos de su capacidad, desprendimiento y buen humor contagioso. Orlando fue un camarada de asesoría y acompañamiento político permanente, y, artífice invalorable en hacer del Movimiento Estudiantil de Unidad con el Pueblo (MEUP) la primera fuerza estudiantil en la UDO. No por casualidad, durante varias elecciones estuvimos ganando la FCU en los cinco núcleos. Y es bueno recordar que el MEUP fue la cantera principal de cuadros de la Liga Socialista.
Así como Orlando, jugó el rol aludido, otros dirigentes nacionales aportaron su grano de arena. No queremos nombrar unos y olvidarnos involuntariamente de otros. Los hubo a nivel obrero para orientar nuestro trabajo en la Mercedes Benz de Barcelona, primer sindicato en el país con mayoría de militantes de la Liga Socialista. Las empresas pesqueras de Cumaná y Mariguitar, también contaron con esa orientación. Pero, no podemos dejar de destacar la influencia de dos cuadros fundamentales, no ya de la Liga y la OR, sino de la revolución venezolana, como lo serán por siempre CARMELO LABORIT y JORGE RODRÍGUEZ, Presidente y Secretario General de la Liga Socialista, respectivamente, desde su fundación hasta su muerte, ocurrida primero la de Jorge, en las circunstancias ya conocidas, y la de Carmelo, en su Río Caribe natal, luego de batallar durante años por dolencias ocasionadas por las múltiples torturas de que fue objeto en distintas detenciones, en su vida de revolucionario irreductible.
Jorge y Carmelo tuvieron que ver no sólo con la coordinación y articulación de la Liga socialista y sus distintos frentes de masas, sino que ambos, en distintos momentos, estuvieron directamente al frente de los organismos donde confluían el trabajo clandestino y el trabajo legal. Se pierde de vista la influencia que tuvieron Carmelo y Jorge en la construcción tesonera de la Liga Socialista en todo el país, y su permanente vigilancia en lo ideológico, y en la formación de sus cuadros. Ambos formarán parte de la memoria histórica del pueblo venezolano, del movimiento revolucionario y de quienes fuimos sus camaradas más cercanos, y tuvimos el privilegio de ser depositarios directos de sus sabias enseñanzas.
En donde quiera que se encuentren Jorge y Carmelo, y todos nuestros mártires, verán con la nobleza consecuente de su mirada, que aquí estamos nosotros continuando su lucha, en circunstancias diferentes, pero también difíciles. Enfrentando como ellos lo harían, los enemigos históricos del pueblo venezolano: el imperialismo norteamericano, la burguesía transnacional y la parásita burguesía criolla. Nadie debería afirmar o suponer, y es mezquino hacerlo, que Jorge Rodríguez, nuestro mártir Secretario General actuaría de estar vivo, de una o determinada manera. Quienes lo hacen, intentan con ello favorecer su postura individual o de grupo, frente a las difíciles y complejas circunstancias que vive la Revolución Bolivariana. En opinión de quien esto escribe, el mejor honor que podemos brindar a Jorge Rodríguez, y de todos nuestros mártires, es cerrar filas alrededor de nuestro camarada Presidente Nicolás Maduro, quien por legado de Chávez y decisión soberana de nuestro pueblo le corresponde estar al frente de la Revolución Bolivariana en medio de un implacable ataque del imperio más sanguinario que ha conocido la historia de la humanidad. Distraernos de las tareas que demanda la contradicción principal, que está representada por la confrontación permanente del imperio norteamericano, las transnacionales y sus lacayos internos, contra la patria de Bolívar, es prestarle un flaco servicio a la Revolución Bolivariana que demanda hoy, la máxima unidad de las fuerzas patriotas.